BRITTANY
Abro la puerta de mi habitación y me asomo por el pasillo, asegurándome que nadie esté ahí antes de escabullirme. Voy al cuarto de mi hermana, necesito hablar con ella. Hoy ha sido una locura. Bien, las últimas cuarenta y ocho horas de mi vida han sido una locura. Me enteré que me casaré con una tosca reina, quién constantemente está apareciendo de la nada y haciéndome cosas terriblemente deliciosas. Bien, no terribles, pero me hace sentir mejor pensarlo.
No sé si quiero golpearla o besarla. La peor parte es que no he logrado tener ni un momento a solas con mi hermana desde que nos separamos después de la cena de ayer. He estado muriéndome por hablar con ella de todo. Ella no tiene ni idea de las dos ocasiones en que Santana se apareció o de las cosas que hemos hecho. Cada vez que intentamos tener un momento, alguien nos interrumpe.
Desde que me desperté esta mañana, he estado moviéndome con mi despedida de soltera. Mi mamá hizo todo un espectáculo de esta. Invitó a todos de aquí a la luna. Había personas que nunca había visto en mi vida. Y cuando no era mi madre apurándome, la mamá de Santana estaba cerca, disparándole miradas mortales a mi madre y preguntándome un millón de cosas sobre mí. Y, oh sí, ¿cuándo voy a darle nietos?
No estoy segura que estás familias se agraden entre sí, pero sí noté que la mamá de Santana solo ponía mala cara a mi madre cuando mi mamá me gritaba o espetaba una orden. Luego, encima de todo eso, nos enteramos a media tarde que la boda sería mañana. Eso hizo que todos corrieran a terminar las cosas. ya era casi medianoche y apenas y me había cambiado a mis pijamas, y sabía que no podía quedarme en mi habitación esta noche.
Debía hablar con mi hermana.
Llego a su puerta y agarro el pomo. Voy a girarlo, pero no funciona. Esta con seguro. Nunca ponemos seguros a nuestras puertas. No hay razón, y a menudo terminamos en la cama de la otra. Escucho una risita desde su cuarto y presiono mi oreja a la puerta. Luego escucho un gemido.
Oh Dios mío.
Toco ligeramente la puerta y espero.
—Ya voy. —La escucho decir en un tono agudo. Luego empieza a susurrar—. Metete al armario. Oh Dios, no vas a caber en el armario. ¿Con qué te alimentan? Apuesto que... —Toco de nuevo, sabiendo que mi hermana empezó a divagar y nunca vendrá a la puerta.
—Soy yo —susurro en una voz que es más fuerte de lo que debería. Miro por el pasillo para asegurarme que nadie venga.
La puerta se abre, y mi hermana está ahí de pie en una camiseta que claramente no es suya. su cabello es un desastre, y parece que hubiera dormido con su maquillaje. Pero no hemos ido a dormir todavía. Solo dejamos a mi madre hace treinta minutos.
—¿Qué sucede? —Medio grito. Ella me agarra del brazo, me mete en su cuarto, y cierra tras nosotras.
—Shhh —espeta.
—No me calles —espeto, apuntándola con mi dedo y entrecerrando los ojos. Quiero saber qué está pasando. Ella me sonríe, y quiero poner los ojos en blanco.
—¿Sorpresa? —Sonríe aún más amplio, mostrando sus perfectos dientes—. ¿Te conseguí un desnudista? Ya sabes, despedida de soltera... —Se encoge de hombros como si no tuviera idea de a dónde va con esta mentira.
Miro alrededor y veo a Artie, el guardaespaldas de Santana, abotonándose sus pantalones, y mis ojos casi se salen de mi cabeza. Veo la sombra de labial manchada en su rostro haciendo juego con la que él tiene sobre su boca.
—Espera. ¡Me retracto! —Salta frente a mis ojos
—. No lo mires. ¡Artie, colócate la camisa!
—Cariño, estás usando mi camisa.
Lo escucho decir, con risa en su voz.
—Oh. —Baja la mirada.
—Tuviste sexo —jadeo, encajando todo junto.
Ella asiente y modula, "Fue asombroso". Resoplo.
De repente la puerta de Quinn se abre, haciéndonos saltar. Santana llena el umbral, y rápidamente entra a la habitación y cierra la puerta tras ella. Tiene un traje oscuro, pero de alguna forma todavía parece que fuera a ir a la batalla.
—Me encontraste.
Doy un pisotón. Iba a esconderme en la habitación de mi hermana esta noche, sabiendo que vendría. Bueno, pensé que lo haría. Ella claramente tenía otros planes. Aun así, iba a esconderme. Quería un poco de venganza por como ella cree que puede aparecer de la nada y hacer lo que quiera conmigo. Incluso si más o menos me gusta lo que hace. Bien, tal vez más o menos es decir muy poco.
—Me tomo unos segundos extra, pero no fue difícil. ¿Debería ponerte un rastreador?
—Ella no es un perro —le sisea mi hermana.
—Sí, lo que ella dijo —añado, porque no tengo nada más para usar como respuesta.
Una media sonrisa se despliega en los labios de Santana, pero le frunzo el ceño. Estoy segura que mi hermana está haciendo igual.
—Espera —dice Quinn. Ella se inclina hacia mí un poco—. ¿Nos cae bien o no? no lo recuerdo.
Escucho una risa de parte de ambos amigos y le doy un codazo para que se calle.
—No importa. No necesito un rastreador. Mañana, puedo mantenerte a mi lado por el resto de mi vida.
—Bueno, entonces te veo mañana. Adiós —digo con brusquedad, intentando rechazarla.
Sé que no funcionara, pero una chica debe intentarlo.
—Mi princesa, sabes por lo que vine, y voy a obtener mi probada antes de irme.
Sus palabras hacen hervir la rabia en mi vientre. Eso es lo único que le importa... el sexo... o lo que sea que hayamos estado haciendo. Sí, se siente bien, pero por alguna razón duele que sea la única razón por la que me busca.
—Cierra la boca y sal de mi habitación ahora mismo. —Mi hermana se para frente a mí, parándose entre ambas y lista para la batalla.
—Cariño, trae tu dulce trasero aquí —ordena Artie.
Todos nuestros ojos van a él. Está apoyado contra la pared, sin camisa, con una sonrisa en su rostro, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
—Ahora no. Estoy haciendo algo —le dice.
—No mires —ordena Santana, haciéndome saltar. Me giro a mirarlo—. Artie, cúbrete frente a mi esposa.
—Todavía no es tu esposa —responde Quinn. Asiento, estando de acuerdo.
—¿Así será siempre? Tal vez no es muy sabio dejar que tu hermana se quede con nosotras.
Jadeo, y mis ojos se llenan de lágrimas. No. antes que siquiera pueda abrir mi boca, Santana está frente a mí, sus manos acunando mi rostro.
—Lo siento. Perdóname. No quise... por favor. —Esparce besos por todo mi rostro—. Lo siento. No llores.
Cierro los ojos, y me besa los parpados.
—Estaba enojada. —Su voz suena un poco ahogada—. No me gusta cuando dices que no serás mía. No quise decirlo.
Abro mis ojos y veo el remordimiento en su rostro. Sus ojos se ven suaves y no tan oscuros como siempre.
—Por favor no llores. Di que me perdonas.
Me quedo ahí de pie, sorprendida por cómo está reaccionando. Está molesta y yo estoy molesta.
—Tu hermana puede tener un ala entera del castillo para lo que me importa.
—De verdad no quiero ocupar tanto espacio. —Escucho decir a mi hermana, y no puedo contener la sonrisa. La preocupación se drena del rostro de Santana. Me suelta a regañadientes, y me sonrojo cuando me doy cuenta lo que todos acaban de ver. Miro hacia Artie, y él simplemente mira a Santana atónito.
—Princesa —gruñe Santana, y llevo mis ojos a ella. Puedo ver los celos iluminar sus ojos.
—Camisa. —Escucho que mi hermana le grita a Artie de nuevo.
—Cariño, todavía la tienes puesta, primero, y segundo, cuando la noche de mañana llegue, dormirás donde yo duerma.
—No me des órdenes —dice sin mucho ímpetu, pero puedo notar que le gusta.
Me hace reír, y ella se ríe.
Santana resopla, y lo siguiente que sé es que estoy sobre sus hombros y sale del cuarto de Quinn dirigiéndose al mío. No peleo porque no quiero hacer ruido y ser atrapada; y tampoco porque mi vientre se puso todo cosquilloso cuando me cargó así.
Cuando llegamos a mi habitación, me deja suavemente sobre un lado de la cama y pone sus rodillas frente a mí. El movimiento me permite verla cara a cara.
—¿Viniste aquí por placer? —espeto, y siento mi rostro enrojecer. Bajo mis ojos, avergonzada. No puedo creer que dije eso.
Lleva su dedo a mi barbilla y la inclina para que la mire.
—No, mi princesa. Vine aquí porque no puedo permanecer lejos de ti. —Roza su dedo a lo largo de mis mejillas, las cuales sé están rojas.
De repente se pone de pie, quitándose los zapatos y la chaqueta de su traje, antes de ir al otro lado de la cama. La veo mientras se recuesta, sus ojos sobre mí todo el tiempo.
Me muerdo el labio, sin saber qué está haciendo. Luego me agarra y me atrae a ella, así que quedo de costado. Mi espalda está contra su pecho mientras me rodea con sus brazos. Una de sus piernas se enreda con las mías, y de inmediato me siento a salvo. Entierra su rostro en mi cabello, y puedo sentir su respiración contra mi cuello mientras me quedo dormida para dormirme más rápido que nunca.
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Su Princesa
RandomBrittany es una princesa, y con eso vienen las responsabilidades. Como casarse con la rara espécimen intersexual y cavernícola Reina Santana, quien parece más una guerrera que una Reina. Todo sobre Santana es intenso. En especial la forma en que la...