Epilogo

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SANTANA


Diez años después...

—Me sigues besando así y terminaré con otro bebé en mi vientre —dice Brittany, estirándose a mi lado.
Beso su espalda y a lo largo de su exuberante trasero antes de abrir sus piernas y lamer entre ellas.
—Pero sabes lo mucho que me excita cuando estás redondeada con mi bebé.
—Te he dado cuatro hijos y una hija, Santana —protesta, pero abre sus piernas más para que mi lengua pruebe su dulzura.
—Tal vez quiero otra niña. —Succiono su clítoris en mi boca, y su trasero presiona mi rostro, empujándome.
—Déjame darte mi semilla, Reina Brittany. Una última vez, déjame fecundarte y poner vida en tu vientre.
—Sigue comiendo —gime, y empuja hacia atrás hasta que se pone sobre sus rodillas, para tener toda su dulce carne para succionar.
Chupo su coño por otro momento antes de retroceder y ponerme de rodillas tras ella.
—Santana —se queja.
—Voy a alimentarte con mi polla ya que tu coño está tan hambriento.
Empujo con fuerza, y mi dureza la estira a su capacidad. Debo esperar un momento para que se ajuste, pero una vez está relajada, bajo sus hombros para que su parte superior quede plana en la cama. Agarro sus redondeadas caderas y la follo profundamente mientras la melosa succión de su coño traga mi polla. Bajo la mirada donde estamos conectadas, viendo mi venosa polla desaparecer en su pequeño coño rosado.
—Me dejarás llenarte de nuevo, ¿verdad, mi reina? —Digo, mientras gime ante la sucia charla—. Eres mía para celar y procrear.
Gruño sobre ella mientras siento perlas de sudor bajar por mi pecho. Su coño me agarra más fuerte mientras más hablo, y siento su empapado coño aferrarse a mi polla.
—Mírate, tan perfecta. Tan dulce e inocente. Con las piernas abiertas, el pequeño y fresco coño succionando mi polla. Fuiste hecha para mí, Brittany. Hecha para ser mi pareja.
—¡Santana! —grita contra la almohada, siento su orgasmo rodar por su cuerpo. Sus músculos se tensan y luego se relajan mientras olas de calor llenan sus venas.
Me entierro tan hondo como puedo y luego suelto mi semen profundo en ella. Casi me desmayo por la intensidad, pero me las arreglo para apoyarme en mis brazos y tiendo mi cuerpo sobre su espalda. Ambas estamos jadeando por aire mientras lo último de mi semen la llena, pero es Brittany quién rompe el humor con una carcajada.
—Siempre consigues lo que quieres —dice, mirándome y mordiendo mi antebrazo.
—Porque es exactamente lo que quieres, mi reina. Te vi mirando las pequeñas ropas de bebé de Quinn ayer. Estás lista para otro.
—Tal vez.
Ella se encoge, pero noto la mirada en sus ojos. Conozco a mi Brittany mejor que nadie. Sabía con una mirada que quería uno más. Y siempre le daré lo que quiere. Incluso si no quiere pedirlo.
—Te amo, mi reina —digo, besando un hombro.
—Te amo, mi reina. —Cierra sus ojos y sonríe feliz—. Gracias.


Fin

Su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora