Diez

751 28 0
                                    


SANTANA


Estoy paseándome por la habitación, tanto, que me sorprende que el suelo no se haya desgastado.
—Cálmate, Santana. Estará a tu lado en segundos.
Miro hacia Artie, quien está apoyado casualmente contra la pared. Quiero golpearlo en el rostro para sacar un poco la agresión, pero sé que no hará ningún bien. Lo único que me hará sentir mejor es tener a Brittany a mi lado. Para siempre.
—¿Qué hora es? —gruño, y empiezo otro recorrido por mi ruta de paseo.
—Han pasado quince segundos desde que me preguntaste la última vez. —Frota su rostro como si creyera que soy ridícula.
—¿Crees que estarías tan tranquilo si la hermana fuera la que viniera por el altar hacia ti? —Lo desafío.
—Quinn nunca me haría perder el control así.
No puedo creer que pudiera decir eso con el rostro serio. Tan pronto como salen de su boca, está riéndose.
—Bien, bien. Ya veo tu punto. Solo unos minutos más y el suspenso terminará.
Hay un golpe en la puerta, y me detengo mientras Artie va a atender. Se asoma y se echa hacia atrás, abriendo la puerta y permitiéndole entrar a la persona.
—¡Primo!
Sonrío cuando veo a mi amigo de la infancia, y como siempre ocupa tanto espacio como yo.
—Es bueno verte, Puck —digo, abrazándolo.
—Es un día feliz para ti, Santana. Uno que espero tener yo mismo.
Puck es rey de su propio país, y pronto elegirá a su novia. Cuando pienso en cómo solíamos lanzarnos lodo de niños, no puedo imaginarlo casándose. Pero estoy por hacer lo mismo. La tensión inmediatamente me inunda de nuevo, y Puck se da cuenta.
—Los dejaré a Artie y a ti solos ahora. Estoy seguro que estás ansiosa por reclamar a tu novia. —Me sonríe y me da una palmada en la espalda antes de salir. Antes de hacerlo, se da vuelta y se ríe—. Hicimos apuestas para ver si llegas al final de la ceremonia antes de llevar a tu novia a la torre de la luna de miel. No me decepciones, prima.
Gruño mientras se cierra la puerta, y Artie simplemente niega.
Me paseo un poco más, y después de lo que parece un siglo para mí, es la hora. En una ceremonia tradicional, la novia es entregada por ambos padres mientras la otra novia espera con el oficiante. Mientras espero, noto la gran multitud presente, incluso aunque la boda fue hecha con poca anticipación para todos. Pero todos podrían ser invisibles para lo que los veo. Toda mi atención está en las puertas al final del salón mientras espero que se abran.
Es una loca tortura, pero finalmente el sol brilla a través de estas, y veo a Brittany de pie con sus padres a cada lado mientras camina hacia mí.
Está usando un largo vestido que cubre cada centímetro de su piel. Bien. no quiero que nadie vea lo que me pertenece. El vestido tiene mangas largas y es alto alrededor del cuello. El suave material color crema se moldea a su cuerpo, mostrando su pequeña cintura y anchas caderas. Su pecho es pequeño, pero su redondeada parte de la mitad de abajo está hecha para crear herederos. He elegido la mejor para tener hijos.
Mi polla se endurece ante su visión, y quiero arrancarle el vestido y hundirme en ella. Mis ojos recorren la parte inferior y veo su vestido abrirse, las capas de tela escondiendo lo que es mío. Fácilmente podría arrancarlo, y la idea me hace sonreír.
Un delgado velo yace frente a su rostro y bloquea sus ojos de mí. Lo odio. Voy a dar un paso para quitarlo, pero siento un agarre en mi brazo haciéndome retroceder. Cuando me giro, veo a Artie a mi lado, sosteniendo mi brazo y negando. Maldito sea.
Aprieto mis puños a mis costados y espero a que Brittany llegue. El oficiante dice unas palabras a las que nos les presto atención, y finalmente su familia está besando su mejilla y entregándomela.
Una vez tengo su mano en la mía, su pulso se desacelera un poco. Quiero robármela de todo esto y tenerla solo para mí, pero sé que tengo que esperar que se digan unas palabras.
Mientras el oficiante habla, lo ignoro y me estiro, apartando el velo de su rostro y poniéndolo detrás de ella. Quiero poder ver sus ojos cuando sea hecha mía.
—Eres la mujer más hermosa que he visto, mi princesa —digo, tocando su mejilla.
Se sonroja de un profundo tono de rojo, y tomo ambas manos en las mías mientras esperamos.
Más palabras son dichas, pero solo miro a mi princesa y pienso en todas las cosas que le haré cuando esté debajo de mí. ¿Cómo sonará? ¿Por qué rogará cuando le dé más placer del que se ha imaginado?
—Puede besar a su princesa. —Escucho que dice el oficiante, y esa es la señal que le da fin a la ceremonia.
Agarro su rostro suavemente con mis dos grandes manos. Y coloco mis labios suavemente sobre los de ella y luego saco un poco mi lengua. Gruño contra sus labios cuando siento su lengua tocar la mía. Es una promesa de las cosas por venir, y no sé cuánto tiempo pasará antes de cumplir mis promesas.
Quería salir de aquí con ella sobre mi hombro, pero sé que se merece una hermosa boda, incluso aunque no me interesa eso. La boca era simplemente un medio para hacerla mía. Pero cada princesa debe tener el día que ha querido desde el nacimiento, y estoy determinado a dárselo.
—¿Vamos, mi esposa? —digo, extendiendo mi mano y llevándola a la fila de la recepción.
Brittany me mira un poco sorprendida antes de enlazar su brazo con el mío y asintiendo para que la guie.
La fila de la recepción es larga, y sé que seremos saludados por las personas entregándonos buenos deseos y dignatarios por un largo rato. Pero no planeo dejar ir a Brittany mientras esto sucede. La gente puede decirle hola, pero nadie toca a mi princesa.

Su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora