MIRADA

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Siempre sus ojos encima suyo, con una intensidad que a veces daba miedo, un terror por hacer algo equivoco lo invadía cada vez que aquellos ojos azules lo seguían por demasiado tiempo.
"Lo haces mal"
"Estas asustando a los demás"
"Todos nos están mirando"
"Me estas avergonzado, Tweek"
Solía susurrarle con malicia y una sonrisa ladina mientras abrazaba su cintura y se acercaba a su oído, simulando que le dirigía las más dulces palabras de amor.
Así era Craig.
La clase de persona perfectamente ordenada y bella por naturaleza.
Sabía guardar apariencias y desde el día en el que los habían emparejado Tweek se forzaba a continuar como se lo pedía su novio.
Se esforzaba por ser suficientemente para él.
Intentando peinarse y después de fracasar, comenzando a usar gorros sobre su rebelde cabellera.
Tenía los ojos siempre hinchados y con grandes ojeras bajo ellos.
Solía llevar un suéter que le iba más grande.
"La camisa desabotonada te hace ver como una puta".
Lo sabía, ya lo sabía, se lo había dicho muchas veces, el mismo le compraba ropa que le cubriera la mayor superficie de piel posible...
La cosa era que a Craig Tucker obviamente jamás le iba a agradar la idea de que alguien más voltear a a ver a su pareja.
Claro que no buscaría pleito con quien lo viera, simplemente le daba reprimendas a su rubio acompañante por portarse con tal ofrecimiento ante otros varones.
Tweek, en su mente frágil y manipulable, ya tenía bien grabado en la cabeza que por vestir o tener ciertas actitudes provocaba el disgusto de su novio.
A veces ciertos empujones, miradas furiosas, gritos y golpes "no intencionales"... El rubio se consolaba con la idea de que él no quería hacerle daño.
Probablemente era solo un accidente, un fallo a la hora de calcular su fuerza.
Todo aquello se mantenía hermético, guardado solo en los momentos que los chicos pasaban a solas.
Habían vivido así desde el cuarto grado, ahora, con 20 años, Tweek no conocía otra cosa.
Era su normalidad.
Era el único hogar al cual regresar.
Y él... Él era esa mirada sumisa y amorosa que recibía a los fríos y críticos ojos de su novio cada tarde para estar "juntos".

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