Veneno

ANESTESIA

Tweek volvió a la realidad de las personas normales, a la calidez de una amistad desinteresada que le brindaba su hogar, incluso si este era muy humilde.
Estaba acurrucado en Kenny y este lo abrazaba. Un poco por la pena que sentía por el, un poco por su búsqueda de calor ante la fría noche.
Craig nunca lo había abrigado así...
Craig nunca le había preparado un chocolate caliente sin una disputa como motivación.
Craig no lo miraba así de amablemente como aquel rubio alto de gesto amigable.
-¿Quieres otra manta? - susurro ya algo somnoliento su anfitrión, Tweek negó contra su pecho y se acurrucó más cerca.
-M-Muchas gracias... - susurro casi quedándose dormido.
Aquello era el cielo...
Aquello era la cosa más maravillosa y dulce que alguien había hecho por él.
No lo merecía.
Se miraba a sí mismo cuando cerraba los ojos, a la patética y delgada figura que era y se decía que no se merecía nada de aquel hermoso momento.
Pero ahí estaba.
Y Kenneth lo rodeaba cariñosamente, no juzgaba con su mirada ni regañaba con voz áspera, solo sonreía... Sonreía ensanchando los ojos ante el cansancio.
-Kenny... -
-Hummm? -
-¿T-Tu crees que a-alguien como yo merezca ser tan feliz como soy ahora? -
El rubio lo miro con seriedad.
-Sabes... Creo que cualquiera merece ser feliz pero tu... Tu mi amigo... Mereces ser todo lo feliz que tu quieras ser...-
Las dulces palabras lo hicieron sonreír. Sonrió con sinceridad y se le escapo una risa llena de buen humor.
Kenneth lo miro con cariño... Peinó su cabello con sus dedos hacia atrás, librando su frente y beso con delicadeza el espacio expuesto hasta llegar a su nariz.
Suspiro y dio pequeños roces con su propia nariz a la del rubio que lo miró confundido ante aquel gesto.
-Sabes... Siempre me pareció que la vida fue injusta con nosotros dos... - dijo sonriendole -Contigo por forzarte a pasar por esa relación y conmigo... Por... Por... Olvídalo... Duerme Tweek-
El rubio pequeño estaba acostumbrado a no hacer preguntas, a mantenerse callado.
Los sentimientos quedaron ahogados en la garganta del rubio más alto.
Ahogados como todas las palabras que jamás le dijo pero le confesó a los demás...
Ahogados como el llanto del pequeño rubio que aún durmiendo, le llenaba de una pena inconsciente su situación.
Ahogados como las peleas que en sus sueños atormentaban a Tweek.
Como el ahogado sonido del celular vibrando bajo la almohada como loco.
Como el ahogado murmullo que Craig emitió cuando durante la madrugada, dio un golpe a la pared, lleno de furia, al presenciar la ausencia de Tweek.