CADENA

877 116 32
                                    

–Es imposible que haya hecho esto ¡No me lo puedo creer! ¡Lo siento muchísimo Craig! ¡Que vergüenza! –
La madre de Tweek parecía consternada ante lo que acababa de oír...
Un viaje a casa de sus padres, si claro.
El hubiera sido el primero en darse cuenta.
Había ido con rapidez a comprar una sortija, la más hermosa de todas...
Y se había presentado como el novio que era dejado plantado en su propuesta de matrimonio para navidad...
Oh y era muchísimo mejor pensar en que la propia familia Tweek rechazaría a su hijo por lo que hacía hecho e incluso aún más cuando supieran donde estaba.
A decir verdad... Tucker también quería saberlo.
Sabía que había ocultado cosas pero no se figuraba del todo que eran.
El rubio parecía haber apagado su celular así que no había manera de saber de él.
No fue hasta ya avanzada la noche que el teléfono por fin timbro, avisando que la llamada estaba entrando.
Helen dejó que Craig siguiera marcando desde su celular cuando la batería se le agotó a él.
Por lo cual tenía una sensación de victoria aun mayor...
–¿M-Mamá? –
–¿Donde estas Tweek? – dijo en voz suave y dulce, debía sonar como el novio consternado y preocupado por la seguridad de su pareja que pretendía ser...
Craig juro oír a Tweek tragar duro.
–C-Craig... –
–Cuando te fuiste quería sorprenderte... Iba... Iba a pedirte matrimonio frente a tu familia y tu... Nunca llegaste...– su voz se apago en la última frase, debía sonar convincente para el público.
Podría ganar un oscar si se lo proponía.
Oh si, el prometido abandonado, plantado en noche buena.
Parecía una telenovela dramática y barata, de mal gusto pero entretenida.
Craig tuvo que contener mucho su ya acostumbrada sonrisa ladina.
–C-Craig... –podía oír el hipo en su llanto.
Craig sabía muy bien que ese sonido significaba algo muy específico en Tweek.
Estaba asustado y Tucker lo sabía...
–Hablaremos luego Tweek– cortó y dejo el teléfono de la mujer, despidiéndose, argumentando que iría en la búsqueda de su pareja.
Que buen chico, tan protector y preocupado por el bienestar de su hijo.
Craig tomó el anillo entre sus dedos mientras conducía con tranquilidad.
Sin prisa alguna ni razones para preocuparse...
Ese anillo... Amaba ese anillo de oro tan costoso y bello... Amaba lo estético que era y la ornamentación del mismo... Era tan hermoso... Pero era su simbolismo lo que más le gustaba... La atadura... era fácilmente una representación moderna de grilletes y cadenas.
Dejó de reprimir la sonrisa y río roncamente mientras la luz roja lo detenía.
Encendió el radio del auto y su sonrisa se torció un poco más. Se miró a los ojos en el espejo y sonrió para sí.

VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora