MENTIRAS

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Craig solía frecuentar toda clase de compañías, claro, tenía necesidades como cualquier varón de su edad.
No le iban mal ni las chicas ni los chicos, cualquier cosa estaba bien, en realidad no le importaba en absoluto, para el era como un bocadillo de media noche, algo se lo que no hablaría al día siguiente y si alguien lo descubría, simplemente lo negaría hasta que los demás se hartaran de insistir.
Después de todo... El era el novio perfecto, pulcro, meloso, detallista y protector.
Tucker no era ningún infiel. De ninguna manera.
Eso pensaban hasta sus más cercanos amigos, sin embargo ya había manipulado a bastantes personas con su encanto para revolcarse por ahí de vez en cuando y mantener el pico bien cerrado.
Tweek se percato de aquello en una ocasión en la que el pelinegro, con unas copas encima, habia llegado a su lado diciéndole cuan patético era y lo poco atractivo que lucia, recalcando que era la razón por la cual el se cogia a todo el mundo pero a él jamás.
El rubio guardo silencio y se limito a ayudarlo a dormirse en su cama, quedándose el mismo en su propio sofá.
Sollozo en la voz más baja que pudo mientras se cubría la boca con ambas manos.
Lloro hasta que sus ojos se quedaron secos y su garganta se sentía destrozada.
Se levantó por la madrugada y mirando a Craig dormir, miró su teléfono móvil en la mesa.
Temblando por la adrenalina y la curiosidad, tomó aquel aparato y comenzó a verlo.
La cantidad de mensajes y fotografías de carácter sexual era abrumadora...
El rubio sintió dolerle la cabeza y el pecho con fuerza.
Las ganas de vómitar y la ansiedad lo inundaron.
Salió en medio de la noche, buscando la soledad de algún callejón.
Estaba atemorizado por salir a esa hora solo pero los fantasmas de las peleas pasadas en su departamento le atormentaban aún más.
Odiaba que Craig hubiera elegido su departamento como cuartel para aquella guerra que libraban cada día llamada "noviazgo".
Fue a la banca de un parque, sentía el frío hacerle doler las piernas y sus dedos casi congelados.
Uno de sus antiguos amigos lo encontró ahí parecía algo ebrio.
Tweek había dejado de hablar con él hacía mucho tiempo.
Kenneth era alguien cálido y agradable, se sentó a su lado y lo miró con curiosidad.
-Hey... Amiguito... ¿Estas bien? - pregunto poniéndole su abrigo encima, lo abrazo efusivamente y el chico se soltó a llorar a todo pulmón.
Su compañero solo lo envolvió más fuertemente y beso su frente mientras Tweek se desahogaba.

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