19: Nuevo despertar

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Capítulo 19: El nuevo despertar.

Había un dolor más potente que los dolores de parto convinados con el hecho de que una navaja sin filo corta tu vientre: el dolor del veneno de un vampíro; Corriendo por mis venas... ardía. No había sitio en mi que no ardiera, que no doliera.

Acepté ser una inmortal por mi hermano, por mi hija, y aunque no sabía que pasaría por este sufrimiento, de haberlo sabido, habría aceptado de todas maneras, pero seguro que mentalmente más preparada. Me preocupó el hecho de que mis gritos lastimaran los oídos de mi Luna, estuve incluso a punto de pedirle a Carlisle que me asesinara, que cuidara de ella por mi.

-Carlisle, vete con Luna... déjame aquí.- Dije con la esperanza de ser escuchada.- ¿Carlisle?.- Carlisle no contestaba, los llantos de Luna no se escuchaban.- ¿CARL?

Decir una sola palabra era sumamente costoso, lo único que mi cuerpo quería hacer era gritar, restregarse en el suelo para averiguar sí eso aminoraba el ardor, pero él no contestaba a mis preguntas, nadie lo hacía. La preocupación ahora era lo que gobernaba mi cuerpo y me ví obligada a mirar a mi alrededor (incluso mirar era díficil, pues también dolía.), mi gran sorpresa fue encontrarme en un lugar que no era el automovil de Carlisle, no estaba en el aquel prado macabro, y lo probablemente más impactante es que no estaba sola. Estaba ese gemelo Vulturi llamado Alec, quitando sin éxito y con fastidio mi sangre de su ropa, quise hablar pero en cambio grité al sentir un dolor potenciado en mi cerebro, sostuve mi cabeza entre mis manos, y pensé que sería buena idea darme con ella en una pared para desmayarme y así no sentir dolor.

-No creí que Carlisle fuera a convertirte tan pronto, supongo que Aro si y por eso estoy aquí por petición de él. Me pidió que me quedara hasta tu transformación, creo que le agradaste y por eso te dará un regalo.

Nuevamente grité, dolía mucho más que antes, no estaba segura de sí sobreviviría a tal dolor, empecé a sentir miedo, y no tanto por mi, no le temía a la muerte, temía a morir y no poder proteger a mi hija.

-¿donde fueron?

Grité aunque esa no había sido mi intención, yo quería decirlo de manera amable, pero el dolor a penas y me dejaba pensar.

-¿Carlisle y tu hija? Mmm... no estoy muy seguro, ellos ya no estaban cuando yo llegué.

Intenté abrir los ojos y mirarlo, pero ardían, como si ácido hubiese caído dentro de ellos, después intenté hablar pero nada salía de mi más que lamentos de dolor. Escuchaba el golpeteo de la sangre en mis oídos, sentía mi corazón golpear mi cavidad toracica y de pronto todos mis huesos parecían doler al mismo tiempo, sentí mis musculos acalambrados y mi cabeza doler, podía escuchar a mi cuerpo, la sangre corriendo desesperada por mis venas y arterias, el ácido en mi estomago moviendose, incluso creí escuchar como de manera molecular mis células se quebraban y tomaban otra forma. Todo se calmó.

Dejó de doler, dejé de escuchar, oler, saborear, todos mis sentidos murieron, y pensé que estaba muerta porque duré en ese estado tanto tiempo, según mi percepción fue una eternidad. Después de un tiempo, varias imagenes invadieron mi mente, como si las estuviera reviviendo.

Eran recuerdos de mi vida, desde mi primer recuerdo como niña hasta mi último recuerdo. Era consolador y al mismo tiempo doloroso revivirlos. Sabía que estaba muriendo, y por primera vez me sentí feliz.
Un recuerdo de mi abuela se hizo presente, estaba orando por nosotros su familia, pedía a Dios que tuvieramos "una buena muerte" y que murieramos "a tiempo", ¿a caso la estoy teniendo? ¿estoy muriendo a mi tiempo? Me hubiese gustado poder despedirme de mi padre, de mis hermanos, de todos...

¿Qué tan buena era mi muerte? Mi vida no había tenido ningún próposito, y a mi sentir tampoco mi muerte. He muerto demasiado tarde o tal vez demasiado pronto, nunca lo sabré.

"La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario..."

[...]

Desperté en la misma cueva en el bosque, no estaba sola, aun me encontraba acompañada de aquel chico de algunos 17 años.

-Despertaste.

Informó sonriente. Estaba acompañado por una chica de su edad, surcada en lagrimas y vestida con un vestido blanco que le llegaba abajo de sus rodillas.

No les presté atención a ellos, me la presté a mi. Mi vientre estaba sin ninguna marca de mi parto, toqué cada parte de mi cuerpo y estaba intacto y mis sentidos estaban mejor que nunca. Miré sonriente a Alec.

-No morí. Que alivio, yo pensé que...

-Practicamente estás muerta. Solo que también viva... muerta en vida.- bromeó como si aquello fuese lo más gracioso.- Te he ayudado para que no fuera tan dolorosa tu transformación, es por eso que sentiste estar flotando en el limbo.

Asentí con una ligera sonrisa. Vaya, entonces era una vampiresa, ¿puedo...

-¿Me puedo transformar en murcielago?

-JAJAJAJA, no, claro que no. Eres una vampiresa no una bruja.- Contestó divertido. Alec estaba comportandose bien conmigo, no ha mirado de manera gélida, tal vez sea porque ya soy como él, una inmortal.-Aunque, podrías si tuvieras ese don, ¿lo tienes?

Negué divertida.- Lo dudo.

Estaba observando el paisaje fuera de la cueva, podía mirar lo que yo quisiera y escuchar cosas que estaban a mucha distancia de mi, cuando tan espontaneamente sentí mi boca hacerse agua por un olor tan peculiar que invadió mi nariz. Me giré lentamente hacia Alec, y miré como él había mordido el cuello de ella chica para mi, pues su lenguaje corporal (el de él) me lo decía.

No me dí cuenta de mi velocidad hasta este entonces, pues en menos de un segundo estaba frente a la chica que lloraba, olía tan bien y yo estaba tan sedienta.

-Bebe su sangre, Elizabeth. Somos vampiros, este es nuestro alimento.- Habló Alec, tocando la sangre con sus dedos y de manera persuasiva llevandolos a su boca.

La miré a sus ojos, no quería asesinarla pero ya estaba sufriendo por el veneno vampírico en su sangre. De todas maneras iba a morir, sino lo hago yo lo hará Alec... solo provaré un poco y me detendré antes de asesinarla.

Me acerqué a su cuello, ella se encogió ante mi cercanía, y casi por instinto la tomé del rostro y la miré directo a los ojos.

-No te muevas, no dolerá. Relajate.- y la chica se quedó tranquila al instante. Miré a Alec quien me miraba fascinado y después mordí exactamente donde él lo había hecho. La chica se curveó débil por la perdida de sangre, pero Alec la sostuvo por mi. Supe que tenía que detenerme pero no pude hacerlo, quería la última gota de su sangre, la vida de aquella chica ya no parecía tan importante.

-Elizabeth.

Y esa era la inconfundible voz de Carlisle.

✔️Media Luna [CREPUSCULO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora