2: Viernes 13, 1937

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Los hermanos Richard y Elizabeth en galería.

Capítulo 2: Viernes 13, 1937

Desperté de aquella pesadilla con el corazón alterado, y la frente mojada por un frio sudor. El reloj de la pared en mi habitación marcaba ocho de la mañana, era hora de ducharme, vestirme y desayunar algo antes de partir al pueblo de Forks.

Estoy tan feliz con este viaje, desde que mi hermana se casó no he vuelto a verla. Nos escribimos cartas constantemente, pero no es igual a verla en persona. Hace dos días nos comunicó a toda la familia, que su bebé ya había nacido. Era una hermosa niña de cabello dorado y ojos verdes, debía haberlo heredado del padre porque todos en mi familia somos castaños.

Bajé a desayunar. La abuela me sonrió con dulzura y besó mi cabeza, antes de servir en mi plato una ración de su deliciosa ensalada con piña. Mi padre por otro lado, comía un buen pedazo de carne, y mi abuela ya tenía en su lugar su plato de avena.

Mi hermano Richard, tan guapo como desobligado, bajó como de costumbre tarde, y se sentó a un lado mío, listo para servir en su plato un pedazo grande y jugoso de carne. Se percató de que miraba su plato, y en su típico tono socarrón me dijo:- Si deseas comer carne no te reprimas. El animal ya está muerto, no le haces ningún favor.

Suspiré con pesadez. No tendría nuevamente esa conversación con él.

-No seré complice de ningún asesinato. Ya no hablemos más del tema.

Mi hermano me sonrió, abrió bien su boca e introdujo en ella un pedazo de carne. La saboreó, y se aseguró de que todos escucharamos cuanto lo estaba disfrutando.

Una hora más tarde, todos estabamos dentro del carruaje. No tenía comodidad, no podía tenerla si el carruaje se sacudía tanto que no me dejaba leer ni una sola línea de aquel libro. Lo guardé resignada a no poder hacer nada en aquel viaje, salvo a escuchar a mi familia hablar sobre cómo se imaginaban aquel pueblo, y a mi padre negandose rotundamente a confirmar o negar algo, pues quería que todo fuera sorpresa para nosotros.

No sé en qué momento me quedé dormida con la cabeza recargada en el brazo de mi hermano, pero recuerdo haber despertado por un fuerte dolor en el abdomen. El caballo relinchaba de dolor, y los gritos de mi abuela pidiendo ayuda eran realmente escandalosos. Mi padre sostuvo mi cara y pude ver la desesperación en su rostro. Miré a mi alrededor, el carruaje estaba llantas al aire, y mi hermano salía tambaleandose de él.

De pronto, a la velocidad de un rayo, pude ver la melena castaña de una mujer, se llevó a mi padre con ella. Sentí como las manos de mi padre me soltaban el rostro, y por más que traté, no me pude mantenerme más tiempo despierta.

✔️Media Luna [CREPUSCULO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora