Capítulo 6

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Fred suspiró, mirando el techo de su habitación desde su sillón. "algunos nacieron para liderar y otros para ser simples subordinados", le explicaba su mente y esta se preguntaba también a sí misma: "entonces, ¿qué soy yo?", comenzó a dudar sobre el liderazgo y si había sido una buena idea exigir tanto de tan hostil modo, aún sabiendo las consecuencias.

"Scarlett nació para liderar y yo para... ¿servir?", esta idea no conseguía entrar en su cabeza del todo, por eso lo hice. entonces se decidió a llamar a Briton para decirle que quería quedarse en su casa, un despistado "este es el numero de Briton, deja tu mensaje" sonó antes de un pitido, no dejó un mensaje, pero esa vez algo dentro de su cabeza le decía que debió haberlo hecho. Se quejó internamente por no haberse quedado con él en su casa, pero salió a paso decidido en dirección al bar, por si se le ocurría encontrarse con él.

Se quedó en la barra, sentado, mirando su vaso de whiskey, de vez en cuando dándole un suave sorbo y mirando a todos lados en busca de una presa o de Briton, lo que llegara primero, añoraba los viejos tiempos, cuando era joven y no tenía una panza tan avanzada, tampoco era extremadamente robusto, pero los estragos de la vejez no habían hecho más que hacer fofo su físico; pasó una hora y aún nadie le parecía demasiado atractivo.

Ése bar era uno de los más caros, tenía un juego de tonos cálidos naranja y café, algunos sillones como en una cafetería, pero tenía una barra larga con sillas altas, típico de un bar, detrás estaban dos que tres barman y tenían un extenso surtido de vinos en estantes en forma de red, su mirada se perdió entre aquellas figuras, ya había pasado algo de rato, así que pensó que Briton no llegaría.

Una joven blanca como la leche y de ojos azules claros, casi grises se subió al escenario con otros tres jóvenes más, la chica tenía el cabello hasta la barbilla, pelo negro y usaba un hipnótico vestido rojo brillante hasta algunos cuantos pícaros y escurridizos centímetros arriba de sus rodillas, como escapando de estas. Uno de los chicos tenía pelo castaño y tenía los ojos azules, pero era un azul intenso; los tres sujetos llevaban traje, los últimos dos sujetos tenían el pelo de un café casi negro. Fred observó a la chica que probaba el micrófono, la del vestido rojo que estaba lista ya, luego a los chicos, que probaban y afinaban sus instrumentos. Uno de ellos pareció haber dicho cualquier estupidez que hizo a la joven esbozar una sonrisa, luego ella levantó la vista y se quedó petrificada mirando en mi dirección, luego sonrió y su mirada se tornó felina y coqueta, unos segundos después sus compañeros se pusieron en sus posiciones y el chico del bajo tocó algunas notas suaves, posteriormente un contratiempo golpeteó marcando el ritmo y tan sólo unos segundos después la madera de la baqueta tocó el parche de la tarola, que sonaba algo lejana, en el preciso momento en el que la chica abrió la boca

"Whispered something in your ear

It was a perverted thing to say

But I said it anyway

Made your smile and look away

Nothing's gonna hurt you baby

As long as you're with me you'll be just fine"

Cantó con una voz coqueta, mientras miraba en la dirección de Fred, su mirada se le antojaba penetrante y seductora, pero le parecía que le atravesaba ignorando su existencia, entrecerraba los ojos y entonces se dejó llevar por el ritmo psicodélico, pálido y gris de la canción, la letra parecía estar siendo dedicada, era fuerte aún para el tono suave en que la chica cantaba, el último chico tocaba la guitarra de manera muy superficial, pero le daba un toque galáctico al ambiente. Fred optó por cerrar los ojos y entonces casi pudo escuchar a la chica susurrarle la canción al oído y se imaginó el dulzor de sus gemidos envolviendo su alma, cosa que le puso los vellos de punta y le hizo abrir los ojos, su labial color rojo ayudaba a alimentar su fantasía, así que optó por aflojar el nudo de su corbata.

Luego de unas cuantas canciones, les dieron un descanso a los músicos y la chica caminó como un depredador hacia la barra sin siquiera haber tomado un trago de una botella de agua pura que le regalaba el bar, pero para mayor decepción de Fred, pasó de largo y se detuvo al lado del joven que estaba al lado suyo, un hombre de rasgos finos y fuertes, unas cejas pobladas y rubias como el maple que hacían juego con su cabello y unos ojos cafés claros, pero complicados, el joven usaba una camisa azul más clara que el cielo,  y unos vaqueros oscuros, la chica se sentó en su banco contiguo y le miró con determinación y una sonrisa mimada, el rubio le dedicó su atención.

- Buenas noches, señorita - le sonrió cordialmente a la joven.

- ¿usted es...? - preguntó ella con la esperanza de obtener su nombre. El joven dubitó apretando los labios.

- Alphonse - dijo este desviando la mirada - ¿gusta algo para beber?

- No. - dijo ella y lo examinó de abajo hasta arriba, luego se acercó indecentemente a su oído y lo retuvo ahí con una mano en la nuca, de esta modo, le susurró algo al oído, este hizo una sonrisa de complicidad y la chica alejó su cara del oído opuesto con una sonrisa malévola y felina.

Algunas horas más tarde, cuando Fred ya se había ido, Alphonse estaba afuera de ése mismo bar, recargado en su coche negro brillante, mirando el móvil y sostieniendo un cigarrillo en su mano izquierda, cuando de la entrada salió una muchacha de vestido rojo y piel pálida que le miró, al hacer esto, él guardó su móvil y le sonrió, ella le sonrió de vuelta. Alphonse rodeó el carro para abrirle la puerta del auto a la dama para después ingresar él.

- ¿A tu casa? - dijo ella mirándolo sin dejar de sonreírle.

El auto se desvió en la carretera y lo apagaron bosque adentro.

- ¿Puedo saber tu nombre? - dijo Alphonse a la señorita.

- Anita - lo miró cerca mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad, luego Alphonse copió esta acción. - ¿el tuyo? - Alphonse se extrañó, pero apenas hizo una leve mueca que permitió ver su confusión.

- Ya te lo he dicho, es Alphonse - le puso la mano en la nuca a la joven y con la misma acarició su mejilla antes de besarla, comenzando con los labios un poco sellados.

- Tu nombre verdadero - dijo ella riendo, él se confundió y ella lo notó. - es broma, Alphonse.

Las bocas se estaban consumiendo una a la otra y la chica decidió sentarse en las piernas del joven, este la miró de arriba hacia abajo y acarició sus piernas con las manos, insinuando meter las manos por debajo del vestido rojo que comenzaba a inquietarle; ella, por su parte, le desabotonaba la camisa mientras se lamía los labios con cierta insistencia, él recorrió las manos por su espalda en busca del cierre y lo bajó apenas lo encontró, lo cual le liberó, ella no estaba usando sostén, así que pudo apreciar su piel desnuda con mayor facilidad. La apreció un segundo en la oscuridad, lo cual la incomodó un poco.

- Eres hermosa.

- Lo sé.

die DunkelheitWhere stories live. Discover now