Reflexión

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Al caminar por la calle no cuentas tus pasos, no te percatas de qué ritmo llevas o hacia dónde miras, sólo haces lo que haces por instinto.

Retrocedamos

Aunque no lo parezca, tus experiencias tanteriores tendrán resaca en las nuevas. El entorno te afecta y tú a este, lo que haces y cómo te sientes afecta el tiempo que te toma hacer las cosas, en el ritmo al que caminas y qué ruta tomarás al seguir caminando. De esto va a depender si te encuentras o no a una persona, si la miras o nunca lo haces, si le prestas o no atención, si contarás o no algo sobre ella la siguiente vez que platiques con alguien, si algo te remontará a su recuerdo, sin contar que la otra persona debió coincidir sus tiempos con los tuyos para que pudiéran siquiera verse.

Retrocedamos aún más.

Los padres de cada persona tuvieron el mismo número de probablididad que tienes de encontrarse, de besarse y de llevar las cosas como sucedieron, igual sus abuelos e igual los tuyos, aquí es donde entran las matemáticas.

Las matemáticas son una lógica precisa que lo controla todo por debajo de la mesa y apenas lo notas, las matemáticas calculan tu rimo cardiaco, tus respiraciones, tu estatura, peso, la distancia que recorres y la probabilidad de que hayas mirado a la persona que acabas de mirar, la probablilidad de que te haya mirado, sonreído o ignorado, la posibilidad de que te dirija la palabra o tú a esa persona.

Un solo evento puede desencadenar una serie de consecuencias, como un dominó gigante, como toda acción tiene su consecuencia.

Las matemáticas lo controlan todo, son tan necesarias y fuertes que a pesar de no verlas, nos damos cuenta de su existencia y hemos creado un concepto que muchas personas dedican la vida a su estudio.


die DunkelheitWhere stories live. Discover now