Capítulo 11

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Railey llegó al aeropuerto, donde Fred la recibiría. Estaba harta de Fred, quería buscar una excusa para dejarlo y no es que hubiera muchas ya que él pagaba la mayoría de gastos y lujos que se daban, pero eso no la hacía feliz. En definitiva iba a extrañar lo consentida que había estado esas vacaciones, "sola". Vislumbró a Fred a la distancia, levantó la mano sonriendo para que pudiera verla, éste le devolvió el gesto como signo de aceptación, caminaron juntos y se fueron hacia la casa, notó una conducta extraña en Fred, era demasiado amable y a veces se ponía muy nervioso. Durante esos días intentó varias veces convencerla de irse a la cama y todas las veces, lo rechazó.

Fred miraba a Railey distante, cortante. No respondía por más estímulos que se le ofrecieran, ni una cena romántica, ni un día de compras le podía sacar de ese estado, le asustaba perderla porque era uno de sus pilares más fuertes y si bien ellos no podían tener hijos (que era una de las cosas que Fred más anhelaba y Railey no), adoraba a su esposa mucho más que la piel joven, sensual y experta de Briton; pero es difícil renunciar a él.

Por su parte, Briton estaba estresado, desde el día que se encontró a aquellos sujetos, sabía que tendría que actuar rápido, pero Fred no le contestaba las llamadas ni los mensajes por muy sutiles que fueran y se le venía encima la cuenta del departamento. Estaba acostado en la cama con la mirada fija en el techo pensando todo esto cuando dieron las 6:00 a.m., la luz se colaba por una rendija de la ventana, dejando ver un pequeño tramo de la carne que había disfrutado esa noche dormido y despreocupado y por un momento fugaz sintió envidia. Optó por dormirse de nuevo.

Esa tarde salió a pasear por la ciudad por los lugares donde se encuentra Fred recurrentemente sin topárselo una sola vez, se sentó en la banca de la Plaza Principal y a los pocos minutos le llegó un mensaje.

Tic, Toc.

Su inquietud incrementó con este mensaje, no valía la pena guardar el número, siempre era uno distinto.

die DunkelheitWhere stories live. Discover now