Capítulo 7

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El sol comenzó a llenar de mañana los árboles y Lancelot se despertó en el auto, justo donde había estado la noche anterior; miró a Anita y dudó sobre si era justo que le mintiera. No - pensó - de otro modo me estoy exponiendo, se dijo para sí mismo, tallándose los ojos con las manos, Anita dormía con una manta y su camisa del día anterior, los vidrios escurrían gotas gordas de agua en el interior del auto, por su parte, Lancelot era alemán y la temperatura del auto había comenzado a ser inquietantemente sofocante, miró su reloj y eran apenas las 7:00 a.m., no era especialmente temprano, pero tampoco era muy tarde, pensó un rato vagamente en que el hecho de que ella usara su camisa era demasiado romántico para una cita tan casual como la suya y a pesar de eso, no le molestaba, suspiró y se relajó en el respaldo de su asiento, sintiendo la inquietud de la intriga. Cuando hablaron de esta persona, siempre lo hacían bajo el pseudónimo improvisado y usado hasta el cansancio "el enemigo", como si fuese un juego que se debe ganar.

Lancelot tenía sospechas: los movimientos que "el enemigo" hacía, eran cautelosas y era respaloso como el aceite, escurridizo como una serpiente, pero vivía en el anonimato. Debía ser una mujer, la sensación latente de ese secreto se le susurraba al oído como un rumor y no dejaba de incomodarle, pero su desasosiego fué en incremento cuando llegó la confirmación de Ancel, él la conocía de hace tiempo y la había ayudado en el comienzo, pero no estaba del todo dispuesto a brindarle más información. A pesar de los intentos que Lancelot hacía, Ancel permanecía hermético.

En otra época, en otro lugar estaba Delmira, una joven de cabellos rubios y rostro afilado y dulce, una mujer inteligente, paciente y por desgracia, tontamente enamorada de un muchacho llamado Kurt. Era Alemania, 1970 y Delmira tenía 20 años cuando dió a sus padres la desagradable sorpresa de su prematura maternidad; estos no pudieron soportarlo y la echaron de la casa; Kurt accedió a casarse con ella, pero esto no hizo su vida menos insoportable; a los cuatro meses de embarazo ella se enteró que tendría gemelos, entonces su cabeza empezó a alucinar sobre los nombres, incluso compró un diccionario de nombres y vió uno que le gustó: Ancel, significa fortuna, definitivamente ése sería uno de los nombres.

Las cosas desmejoraron con el pasar del tiempo durante su embarazo, ya que en la casa de Kurt, ella no era bien recibida; la hacían trabajar arduamente a pesar del riesgo que eso conllevaba. Kurt tampoco la trataba mejor, de hecho, nunca la había tratado bien. Llegaba a la casa con carmín de otros labios pintado de manera aleatoria en sus claras camisas que descarada y cínicamente le hacía lavar, los días más tristes y más evidentes, Delmira lloraba en estas camisas enjabonadas, a escondidas.

die DunkelheitWhere stories live. Discover now