9.

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Sentía que estaba enfrente del semaforo más lento de todo el puto planeta tierra.

Golpeteaba sus dedos contra el volante del auto mientras releía una y otra vez aquel extraño mensaje que había recibido de Hyungwon en plenas horas laborales.

Tan solo decía "Ven, es urgente", pero esas tres palabras viniendo de Hyungwon podrían significar un enorme caos y sinceramente no estaba preparado para un nuevo caos en su vida, ya había sido suficiente con el hecho de casi perderlo dos veces.

No estaba dispuesto a esperar una tercera.

El semaforo cambió indicándole que podía continuar y no desaprovechó su oportunidad.

Condujo el auto con rumbo a aquel edificio remodelado donde Hyungwon tenía su consultorio.

Se estacionó moderadamente bien y bajó corriendo, rogando al cielo de que al llegar a su consultorio no se encontrara con la escena de que un desquiciado quisiera hacerle algo de nuevo.

Subió por las escaleras porque su paciencia no era suficiente como para esperar un elevador y entonces por fin llegó frente a su puerta.

Se quedó dubitativo por un momento, porque él nunca era de los que interrumpía lo que sea que estuviese pasando, pero entonces recordó la palabra "urgente" en ese mensaje y decidió abrir la puerta con la excusa de que cuando ocurre una emergencia todos pueden romper las reglas y es justificado, o al menos eso es lo que su mente le dijo en esos momentos.

Giró el pomo y entró casi corriendo con la respiración agitada, simplemente para encontrarse con un tranquilo Hyungwon jugando en su celular, detrás del escritorio.

Cuando escuchó el bullicio con el que Wonho entró, simplemente lo miró inexpresivo, depositó su celular sobre el escritorio y sonrió.

— Oh, ya estas aquí... — se puso de pie muy contento ante la atónita mirada del agitado Wonho — ¿Por qué luces tan cansado? ¿Viniste corriendo?

Hyungwon le regaló una mirada que era más que inocente y Wonho deseó poder tener la suficiente fuerza de voluntad para golpearlo.

Cuando corría por el estacionamiento rogaba al cielo de que no hubiera un desquiciado queriendo hacerle algo a su Hyungwon, pero en segundos él se convirtió en ese desquiciado.

— ¡¿Qué demonios Hyungwon?! — el delgado se asustó ante su grito — ¡Me mandas un mensaje con que tienes una urgencia, no contestas mis llamadas, vengo corriendo y tú estas más fresco que una lechuga jugando con el celular!

Hyungwon dio un ligero vistazo al aparato sobre la mesa y se rió desconcertado a Wonho.

Entonces se acercó y lo abrazó importandole muy poco que su Wonho estuviera enojado.

— Lamento haberte asustado... Te escribí el mensaje en medio de una consulta y por eso no expliqué ni pude contestar a las llamadas... — susurró contra su pecho — no pensé que tú pensarías en algo malo, es decir... — sonrió y Wonho bufó con molestia.

— ¿Cómo no hacerlo sin una mínima explicación? — soltó frívolo sin corresponder al abrazo de su esposo.

Entonces Hyungwon se separó de él mientras sonreía.

— Te ves lindo cuando estás molesto... — le dio un suave beso en el cuello — me encanta que te preocupes por mi... — susurró dejando que su aliento golpeara la sensible piel de esa zona.

Wonho gruñó con molestia, comunicándole que un par de besos y palabras bonitas no eran suficientes en esa ocasión para poder disipar su enojo.

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