2: Un buen regalo

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Betty tembló al sentir a Jughead tan cerca, pero no abrió los ojos ni hizo nada. Solamente disfrutó de la textura de sus labios apenas rozando sobre los suyos.

Sí, Jughead la estaba besando después de tanto haber soñado con ese lindo momento que estaba sucediendo entre ambos.

Él le había regalado su primer beso, y había sido maravilloso. Justo como siempre soñó.

Betty abrió los ojos, cuando él se separó y la miró embelesado por su belleza.

— Que buen regalo. —Betty sonrió aún cerca de sus labios.

— Ya puedes abofetearme si quieres. —dijo Jughead.

— No, no, ¿Juggie, por qué haría eso? —Betty acarició sus lunares.

— Por besarte. —dijo Jughead. — No debí haber hecho eso, es... Lo siento, solo olvidalo.

— No. —Betty lo tomó de la mano, detuviéndolo. — Esa fue la mejor decisión que pudiste haber tomado, porque yo... Siento lo mismo.

— Somos hermanos, esto no es correcto. —Jughead dijo.

— No compartimos sangre. —dijo Betty acercándolo a ella. — Y no me digas la estúpida línea de la sangre Serpiente.

— Pero... —Jughead no pudo terminar de decir nada porque Betty se abalanzó contra él, besándolo bien esta vez.

Betty y Jughead pronto estaban besándose con más intensidad, sin intenciones de separarse hasta que sus pulmones rogarán por aire. Ella lo jaló del cuello para atraerlo más hacia su cuerpo, y él la apretó de la cintura con gentileza.

Betty rió cuando los dos cayeron en la cama pero no se separaron en absoluto, muy por el contrario, ese beso se tornó a uno más deseado y apasionado.

— Deberíamos... Parar. —Jughead dijo al separarse de ella.

— ¿Tú no quieres esto? —Betty preguntó al castaño, adentrando sus manos debajo de la playera. — ¿Tú no me quieres... A mí?

— Claro que te quiero pero... —Jughead suspiró. — Eres mi...

— ¡No somos hermanos, Jughead! —Betty exclamó molesta. — Mejor solo dime que no me quieres y n... 

Ahora fue el turno de Jughead para interrumpirla con un persistente y nada inocente beso, aún así él se colocó encima suyo sin aplastarla, sosteniéndose con sus codos. Y el beso que le siguió, fue el más intenso que Betty hubiera tenido jamás, aquel beso francés le sacó un suave gemido de sus labios.

— ¿Qué tal si cierras la puerta? —preguntó Betty cuando sintió su excitación contra su muslo.

— No hay nadie aquí, solo estamos tú y yo. —Jughead sonrió, deslizando un tirante de su blusa de pijama por su hombro.

— Entonces... Estamos. —Betty sonrió con nervios. — Estamos haciendo esto, eh.

— Así parece. —Jughead asintió, acariciando la piel de su hombro. — A menos que no quieras.

— No, no, claro que quiero. —Betty asintió, tomándolo de la mejilla para volver a besarlo y envolvió sus piernas alrededor de él.

Jughead le correspondió el beso con la misma intensidad que ella había usado, excepto que esta vez sus dedos le acariciaron la cintura y subieron dentro de la prenda, haciéndola estremecer.

— ¿Está bien? —preguntó Jughead.

— Sí, solo... —Betty susurró. — Despacio.

— E... ¿Esta es tu primera vez? —preguntó él algo sorprendido.

𝗦𝗘𝗥𝗣𝗘𝗡𝗧 𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora