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Penny sonrió maquiavélica, sosteniendo el cuchillo afilado entre sus dedos y tomándose su tiempo para comenzar con sus actos. Pues quería disfrutar cada bello momento de la venganza que estaba tomando y amaba el rostro de miedo que el hijo de su peor enemigo poseía ante su presencia.
— ¿Dirás algo, cariño? —la mujer preguntó, buscando su temerosa mirada. — Todavía tienes la oportunidad de decirme la ubicación de Betty, y así no mancharé mi cuchillo con tu sangre.
Jughead se quedó callado.
— ¿Seguro que no? —volvió a intentar, pues estaba segura de que Jughead era un cobarde como su padre, y que tendría que revelar la ubicación de la rubia. — Bien, esto será... Doloroso para ti, no mentiré.
Jughead apretó los dientes con fuerza, y cerró los ojos cuando Penny se acercó, preparándose para la tortura que estaba a punto de sufrir. Pero, en ningún momento la idea de decir algo sobre la rubia se le cruzó por la cabeza.
— Recuerda que tú lo quisiste así. —la rubia dijo, encogiéndose de hombros y sin nada de tacto o empatía, clavó la navaja sobre la piel de su hombro haciéndolo gritar. — Eso es, mira qué bien se siente esto.
Rió maníaca, empezando a cortar poco a poco la piel, yendo despacio y después rápido mientras disfrutaba del delicioso llanto y los satisfactorios gritos que estaba soltando. Pero, aún así Penny no se detuvo pues quería el trozo de piel con el reptil completo. Quizás tendría que manchar un poco la serpiente, pero vaya que valía la pena.
— ¡Detente, mierda, detente! —rogó Jughead a gritos desgarradores, sintiéndose cada vez mucho más débil y luchando por no desmayarse. — P-por favor.
Penny rió, encantada con su sangre cayendo por su cuchillo y tintando el piso de color carmesí, siguiendo con su trabajo y cortando cada vez más profundo. Queriendo hacerle verdadero daño, si tenía suerte cortaría una vena, y vaya que hoy se sentía afortunada.
— Basta, te lo pido. —volvió a implorar Jughead, respirando cada vez con más dificultad.
— ¡Carajo, me distraes! —Penny gritó, haciéndole un corte debajo del ojo y riendo al verlo sangrar de esa forma. — Creo que necesitarás algunos golpes para cerrar la boca. —miró a sus Ghoulies y chasqueó los dedos. — Háganlo callar.
Y fue cuando Jughead sintió el primer golpe que impactó directo en el ojo, después un segundo en la espalda, el estómago y más golpes cayeron por todo su cuerpo.
— Estoy encantado de hacer esto. —Harlow rió, mostrando la llave de pugilato que traía en la mano izquierda y antes de que Jughead siquiera reaccionara, lo golpeó con fuerza, marcando el acero en sus costillas.
Penny rió a carcajadas junto con su grupo de Ghoulies, que veían gustosos al príncipe de las Serpientes sufriendo y sangrando, y apenas habían comenzado su tortura.
— ¿Aún no dirás nada sobre Betty, príncipe Jones? —la rubia preguntó burlona, jalándolo del cabello para obligarlo a verla.
Aunque Jughead no sabía con exactitud en dónde se encontraba Betty, antes de huir ellos habían charlado su punto de encuentro. Y aunque él no lo sabía, ese punto era exactamente en donde Betty se encontraba en casa de Archie.
— No. —Jughead escupió sangre, respirando con dificultad pero manteniéndose firme con su decisión.
— ¡Mierda! —Penny gritó, en un ataque de ira incontrolable que la hizo clavarle la navaja en el pecho y hacerle un corte de forma vertical. — ¡Habla!
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𝗦𝗘𝗥𝗣𝗘𝗡𝗧 𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗
Non-Fiction𝐒𝐞𝐫𝐩𝐞𝐧𝐭 𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝 | 𝗗𝗘𝗦𝗖𝗢𝗡𝗧𝗜𝗡𝗨𝗔𝗗𝗔. Jughead Jones y Betty Smith, eran los futuros líderes de la pandilla de las Serpientes sureñas. Los hijos de FP Jones. Aunque no de sangre, Betty en realidad no era hija de FP, pero él le habí...