6: El baile de la Serpiente

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Dos días después Betty estaba acostada en el pecho de Jughead, mientras él dormía.

Ella no había podido pegar ojo en toda la maldita noche, pues las Serpientes le habían dado hasta ese día para que hiciera su baile.

Betty se sentía tan impotente al no poder hacer nada, tendría que hacer un baile erótico, restregándose en un tubo para satisfacción visual de la misoginia que eran algunas Serpientes. Y lo peor es que no podía negarse, tenía que bailar sino quería que la echarán de su familia y le quitarán el tatuaje.

— No puedo dormir, Juggie. —murmuró Betty contra su pecho pero Jughead estaba perdido de sueño.

Así que Betty optó por hacer lo que hacía cuando tenían 8 años para despertarlo y que los dos salieran a recostarse sobre el pasto para ponerse a observar el bello Cielo estrellado a las 4 o 5 de la mañana.

— Jug... —Betty lo llamó, pasando sus dedos por su cara, causando que él hiciera muecas pero siguiera dormido.

Le movió la boca, de un lado hacia el otro y obligándolo a hacer cara de pez al apretar sus mejillas. Pero Jughead no despertaba.

— Juggie, despierta. —pidió, tomando uno de sus párpados y jalándolos hacia arriba para que abriera los ojos.

— Uno ya no puede dormir bien aquí. —se quejó con una risita y sin abrir los ojos aún.

— No tengo sueño, Juggie. —dijo Betty, Jughead volvió a quedarse dormido y Betty lo movió. — No te duermas.

— Lo lamento, ya me quedo despierto contigo. —dijo él, pero sus párpados volvieron a cerrarse.

— ¡Hey! —Betty lo movió una y otra vez, Jughead medio abrió los ojos. — Son las 3 de la mañana, ya no te duermas.

— Lo siento, Betts. —Jughead soltó un bostezo. — En serio tengo mucho sueño.

— ¡El Cielo ya despertó, y yo también! —exageró Betty dejándose caer en él. — ¡Ahora debemos jugar!

— Sabía que era una mala idea cuando te puse Frozen hace cinco años. —rió Jughead, Betty aún estaba encima de su pecho.

— ¡Vamoooos! —se quejó. — No tengo sueño.

— Pero yo sí. —Jughead se puso una almohada en la cara para poder seguir durmiendo.

— Y sí... —Betty mordió su labio, moviéndose sobre él y acomodándose sobre su cuerpo. — ¿Hacemos algo distinto?

— Duérmete, loca. —Jughead pidió volviendo a cerrar los ojos.

— No tengo... —Betty bajó su mano, acariciando su abdomen mientras besaba su cuello, después tocó más abajo. — Sueño.

— Betty. —Jughead gimió al sentir su mano.

— ¿Aún tienes sueño? —preguntó Betty moviendo su mano, mientras le quitaba la almohada del rostro y le besaba la quijada, después le pasó la lengua por el labio inferior.

— No, estoy más despierto que nunca. —Jughead dijo emocionado, llevando sus manos hacia sus caderas mientras Betty chupaba su labio.

— Que lastima, ya me dio sueño. —Betty sacó su mano con una maliciosa sonrisa y dejó de besarlo, provocando un bufido en Jughead.

— Betty... —se quejó Jughead, agarrándola de las caderas e impidiéndole dejarlo. — No me puedes dejar así.

— ¿Cómo? —preguntó con falsa inocencia.

𝗦𝗘𝗥𝗣𝗘𝗡𝗧 𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora