14: Ojo por ojo

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Al despertar en la mañana con la luz del Sol, la rubia sentía todo su cuerpo pesado, se sentía débil, y sin ganas de hacer absolutamente nada. Un dolor se le presentaba cada cinco minutos en el hombro, casi en el omóplato, en el húmero y la clavícula, ahí le daba un insoportable dolor que ni cuando la habían herido a los siete años le había molestado tanto. Le dolía la cabeza con frecuencia, pero ella tenía que ser fuerte para ir con Jughead. Betty no podía simplemente dejarlo y ya.

No, ella no haría eso.

— Hey, no. —el chico pelirrojo de linda sonrisa la detuvo en cuanto ella se movió para levantarse de la cama en la que había pasado toda la noche anterior en cuanto su abuela la había curado. — No puedes moverte, estás lastimada. De verdad estás mal.

— Estoy bien. —mintió con facilidad y rechinando los dientes ante el hecho de que no podía irse de ahí aunque quisiera, apoyándose en los codos para impulsarse e incorporarse con fuerza pues quería levantarse a como diera lugar.

— No, no lo estás. —Archie negó, acostándola con sumo cuidado sobre la cama nuevamente, para después cubrirla con las mantas. Betty bufó. — Sé que quieres irte, Betty. Pero no estás en condiciones de levantarte. Tienes ese brazo más que lastimado, ¿qué te pasó?

Betty observó su brazo izquierdo, y sí que estaba hecho un asco. Pues tenía los nudillos lastimados, falanges proximales y escafoides rotos por igual. Después la muñeca aún le dolía, el brazo entero estaba marcado de los moretones y apretones que Harlow le había dejado anteriormente. En el omóplato y en la clavícula estaba la herida reciente de bala y en el músculo deltoides la herida de la flecha que Cheryl le había encajado hace unos días.

Y aunque le molestaba admitirlo, el pelirrojo tenía razón y apenas se movía tantito sentía morir del dolor tan intenso en su cuerpo. Pero el recuerdo de los bellos ojos azules de Jughead cuando le dijo que se fuera, y luego él quedándose ahí con tanto Ghoulie pegándole, la hacía desear con intensidad largarse de ahí y salvarlo.

— No te importa. —Betty contestó al pelirrojo, fríamente y guardando distancia con él. Pues aunque se había portado muy bien con ella, no se confiaba de nadie con mucha facilidad.

— Sí, la verdad sí me importa y mucho. —Archie respondió, intentando ganarse la confianza de la linda rubia de ojos verdes. — Cuando te vi anoche de esa forma tan... Mal. Me preocupé por ti, pensé en que no por nada estabas así y en que alguien te había hecho esto.

— Que te de igual. —contestó. — Mira, agradezco que tu abuela me haya curado y que tú me hayas ayudado, pero no pienso decirte mis cosas privadas. No quiero encariñarme con nadie, y tampoco soy buena confiando. Solo quiero-

— Quieres ir con tu hermano, lo sé. —Archie suspiró, sentándose frente a ella. — Y yo puedo ayudarte-

— No. —lo interrumpió rápidamente. — No puedes ayudarme, Archie. Es algo más grande de lo que piensas. Solo... No te metas.

— De acuerdo. —el pelirrojo se resignó con un suspiro, levantándose de la cama y caminando hacia la puerta pero se detuvo antes de salir. — Tengo que ir a clases, pero mi abuela está en casa para lo que necesites, ¿de acuerdo?

Betty se limitó a asentir.

— Vendré en unas horas. —Archie le sonrió como acostumbraba y salió por la puerta, dejando a la rubia sola y sumida en sus pensamientos.

Mientras tanto Betty se quedó allí acostada en la cama, con el cuerpo aún doliéndole y cerrando sus ojos inconscientemente y deseando sacar fuerzas de alguna forma para poder ir con Jughead.

𝗦𝗘𝗥𝗣𝗘𝗡𝗧 𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora