Plenas vacaciones de verano, el sol bañando sus piernas desnudas a través de la ventana. Se sentía inquieto allí tendido en el sofá, los pantalones cortos y la camiseta amarilla deslizándose hacia arriba. Quería ir a su habitación, tomar sus juguetes y explorar una vez más el patio en el que habían vivido desde siempre. Sin embargo, su madre le dijo que debía ser un niño bueno mientras ella se encontraba fuera consiguiendo un empleo. Le pidió que desistiera de hacer cualquier otra cosa además de descansar hasta que llegara. Y él quería ser un hijo educado, realmente lo deseaba.
Jugó con sus pies en el borde de la ventana abierta, pensando en qué podría hacer mientras descansaba. Recordó lo triste que se había sentido al ver a Kacchan pasearse hasta la plaza con sus demás amigos detrás y no poder unirse a ellos. Se preguntó si podría alcanzarlos cuando su madre llegue. Intenta desesperadamente enfocarse en eso, en las peleas de lodo que podría tener con sus compañeros. Sin embargo, sus pensamientos se desvían al pequeño sobre celeste que había llegado esa mañana a casa. Sabía que se trataba de los resultados de la prueba que se hizo el viernes pasado en la clínica.
De alguna manera, esa carta definiría una parte de él. Según su madre, un pedazo muy pequeño de todo lo que Izuku conforma. La mayoría de sus amigos la habían recibido en sus hogares, catalogándolos como omegas, o betas y hasta alfas.
En la escuela, le habían dado largas charlas sobre lo que eso implicaba y entendía gran parte. Kacchan era un alfa, lo sabía desde la semana pasada. Y por lo tanto, Izuku tenía que ser un omega. O al menos así pensaba él. Entonces podría casarse con el niño cuando ambos sean mayores, podían tener una gran familia y un lazo los uniría. Una educación muy amplia sobre el tema le permitió esperar el destino de manera entusiasta, aguardando por la noticia de que estaría con el rubio lo que resta de su vida. Era uno de sus mayores sueños, además de convertirse en doctor, veterinario, artista y héroe.
Aún no le ha echado un ojo, claro. Llegó esta mañana, cuando su madre estaba saliendo y le expresó su deseo de revisarla juntos, al volver. Y él obedeció como el niño educado que era, dejando el sobre sobre la mesa de la cocina y mirándola de vez en cuando, tentado a abrirla por sí mismo. Era difícil resistirse, a decir verdad. Se encontraba emocionado por saber un poco más sobre su propia persona. Sin embargo, no lo haría. Suspiró, incorporándose en el sofá contra los cojines rojos desgastados. Afuera, el día era precioso.
Podía divisar a su anciana vecina mecerse en su patio, tarareando una canción bajo la sombra de su árbol y acariciando a uno de sus gatos. A Izuku le gustaba visitarla, ya que le regalaba deliciosas galletas, le apretaba las mejillas y le permitía jugar con sus mascotas. Ella lo saludó desde su lugar, percatándose de su mirada. En cambio, correspondió su cortés gesto con una genuina sonrisa. La vio voltearse y dejar de prestarle atención. ¿Y si solo tomaba asiento en el césped recíen recortado del patio, a relajarse como la mujer lo hacía? No jugaría y nada podía pasarle con la presencia de la señora a unos pocos pasos.
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Strawberry kiss » TodoDeku.
FanfictionIzuku debe convertirse en la luz del niño de ojos tristes en el otro vecindario. • Omegaverse. • Mucho fluff. Drama. • No existen las especialidades. • Historia larga.