XIV | Feu et douleur.

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Soñó con fuego, humo y una voz llamando un nombre que no era el suyo

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Soñó con fuego, humo y una voz llamando un nombre que no era el suyo. Se sentía pequeño y vulnerable, desprotegido. Apenas podía respirar y al parecer se había ocultado en un espacio diminuto, que podría ser un armario. Y lágrimas caían de sus ojos. Izuku no comprendía lo que estaba sucediendo, tenía miedo y ganas de vomitar. Pasaron los minutos de manera tortuosa, y cuando creía que se quedaría dormido, oyó golpes contra las puertas de madera que cada vez estaban más chamuscadas. Seguía sin comprender, a su alrededor todo era oscuridad y fuego, mucho fuego. Sin embargo, se encontraba en los brazos de una persona. Alguien grande y fornido.

Afuera, el sol brillaba en lo alto y podía ver por el rabillo de sus ojos nublados la casa en la que creció, consumiéndose en las llamas. Se sentía débil y sus pulmones ardían. Habían muchos vecinos reunidos al rededor, presenciando el escándalo. Todo lo demás fue un borrón de momentos confusos, hay muchas personas sobre él y se están dirigiendo hacia algún lado —supone que a un hospital. Y cuando Izuku despierta aún siente el calor a su alrededor, el dolor en sus pulmones y el aire pesado e imposible. Debe salir al balcón para sentirse mejor y no vuelve a dormir, no puede hacerlo.

Toma un libro hasta que marcan las nueve y solo entonces su madre despierta, porque es domingo en la mañana y es cuando ella puede descansar del trabajo por al menos unos instantes. Izuku ya tenía el desayuno listo y la recibió con un beso en la mejilla, nunca estaba demás ser útil. Y luego solo se encerró en su habitación y observó el techo sobre sus sábanas, con la mente en blanco y con mucho que pensar. Se sentía algo abrumado. Se mantuvo ocupado con algo de tarea y más tarde se encontraba casi perdido.

Puede sentir el dolor y la bruma, y ciertamente no es suya. Tiene serias sospechas sobre el dueño del sueño y la experiencia, solo puede pensar en eso. No quiere dejar que le afecte, pero ya es algo tarde. No es la primera vez que sucede algo como esto. ¿Acaso es otra consecuencia a pagar por tener a Todoroki Shouto como persona destinada? Calor y furia lo atraviesan, pero deja de importar cuando su madre le avisa tras la puerta que está a punto de salir y que hay alguien en la puerta que llama a su nombre. Izuku se pone de pie sin humor, pero intentando corresponder a los cariños de su progenitora lista para ir a hacer recados.

La razón de su desconcierto y odio está tras la puerta.

Todoroki Shouto se ve extraño. Es decir, más de lo usual. Es difícil leer algo en su rostro, pero cree encontrar un brillo que no puede descifrar en sus ojos bicolores. Sin embargo, no le toma importancia. Izuku lo observa con recelo y esta vez ni siquiera intenta ocultar su desagrado. Evidentemente el muchacho se ve confundido ante su actitud, pero no dice absolutamente nada. Se percata poco después de que hay un auto negro tras él y parece listo para un largo viaje. Sostiene las correas de una mochila negra y su cabello se ve húmedo y rizado en las puntas.

Puede adivinar lo que está pasando. Sabe que ellos han venido temporalmente a la ciudad y que se irían tarde o temprano. Le alegra que fuera pronto, en realidad. Pero eso no quita que seguirá viéndolo en sus sueños y que se mantendrá pensando en él aunque no lo quiera así, es inevitable. Y lo odia, porque aunque lo intente tan duro jamás podría librarse del chico. Y odia no poder odiarlo completamente. Es ridículo. Es una complicación que no quería tener en su cabeza. Por lo menos no volvería a verlo por un tiempo.

—Hola, Midoriya —dice él con cortesía, no hay nada en su voz. Nada que lo delate, quizá Izuku odia eso también. No puede saber qué piensa de él.

—Hola —responde entonces, evitando su mirada.

Hay un breve silencio en donde Shouto parece estar preparándose para hablar. Izuku lo supone, así que no dice nada. Y no es como si tuviese algo para decir, tampoco. Oye la respiración irregular del muchacho y poco después lo encuentra rebuscando algo entre las cosas de la mochila sobre su hombro. Intenta no parecer interesado. Por encima del hombro del chico, su madre le daba unos saludos de cortesía a los Todoroki mientras se dirigía a su destino. Ella probablemente llegará tarde al banco.

—Ten.

Izuku voltea ante la voz del contrario. Había permanecido distraído y quizá él tuvo que llamarlo para conseguir su atención. Le extiende un pequeño papel doblado que el rizado toma entre sus dedos, encuentra una serie de números anotados con tinta negra allí. No tiene ni la menor idea de cómo reaccionar. Probablemente el muchacho no sepa cuánto le afecta.

—Es mi número telefónico —dice. Por supuesto que lo es—, para mantenernos en contacto —agrega, como si no fuese ya evidente.

Izuku asiente una vez, curioso. Iba a decir algo como: realmente no quiero mantenerme en contacto contigo, lo siento. Honestamente, él lo haría. Se sentía tan agotado que dolía. Sin embargo, el muchacho habló primero.

—Dije que seríamos amigos, ¿no es así? Sería injusto dejar la promesa en el aire —Shouto murmura algo avergonzado, sin mirarlo—. Además, Fuyumi me ha estado contando sobre ti. Sobre nosotros. Es decir... Ya sabes, nuestra amistad durante la infancia —explica nervioso y torpe, con la lengua dando tropezones. Izuku se siente culpable nuevamente—. Creo que fuiste mi único amigo en ese entonces, no me gusta no recordarte. Lo siento.

—No te disculpes —Izuku se apresura, tiene el papel aún en sus manos como si fuese algo ajeno que no le pertenece—. De todas formas, no fuimos los mejores amigos o algo así. Ni siquiera tuvimos más de dos encuentros.

Shouto permanece en silencio por el golpe de realidad. Él quiere decir algo, pero ni siquiera puede separar los labios un centímetro. Repentinamente se siente en el polo norte, a millas de distancia de Izuku, no como hace días atrás. Algo acaba de cambiar, no entiende qué. Probablemente sea su culpa, una vez más. El muchacho lo mira como si le hubiera hecho algo malo y de seguro pasará las siguientes horas en el avión intentando descifrarlo y no le favorece mucho. Él quisiera poder dejar de arruinarlo.

—Escucha —Izuku suspira, toma la muñeca del chico (que se desliza entre sus dedos como porcelana fría) y pone el trozo de papel en medio de su mano con gentileza—. No sé si te habrás dado cuenta, pero... Nosotros estamos destinados, debes ser muy tonto para no saberlo a este punto. Y si no supieras qué significa, yo en serio...

—Fuyumi lo planteó alguna vez —responde con algo de ansiedad y vergüenza, manteniendo el rostro inexpresivo como una dura coraza. Realmente no confirmó sus sospechas hasta este momento—. ¿Ese es un impedimento para que seamos amigos?

—Lo es. Uno muy grande —Izuku dice, su garganta duele. No le gusta su propia actitud, pero es la manera en la que intenta protegerse a sí mismo—. Yo no quiero tener absolutamente nada con mi persona destinada. Y no es tu culpa. Es un... Problema mío, no lo entenderías.

—Oh...

—No te quiero cerca nunca. Lo siento.

—Entiendo —responde con un asentimiento, apretando el papel en su puño. Se alejó un solo paso, luego otro—. Entonces...

No lo entiende, por supuesto que no. Pero no quiere objetar en lo que parecía ser un asunto personal del que ciertamente no iba a enterarse. No le sorprende. Si fuese Izuku, tampoco querría tener nada con él mismo. Después de todo, solo es un torrente de problemas.

—Supongo que adiós. —Izuku intenta sonreír, una mueca sale de su rostro pero se asemeja lo suficiente a lo que quiere lograr.

—Adiós.

Y comienza a alejarse. Nadie parecía estar viendo tras el vidrio blindado, pero Fuyumi se nota algo triste cuando deja a Shouto entrar al auto. Como si pudiera percibir su decepción. Izuku no agrega nada más, ni siquiera se molesta en despedirlos. Entra a la casa sin decir una palabra y se dirige a su habitación otra vez como si pudiera fingir que nada de eso pasó.

Strawberry kiss » TodoDeku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora