XVI | Chaleur brûlante.

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Izuku está padeciendo de un calor en medio de una fiesta, probablemente la peor pesadilla para un omega

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Izuku está padeciendo de un calor en medio de una fiesta, probablemente la peor pesadilla para un omega.

Comienza porque un trimestre más finalizó en la universidad y Ochako se ha vuelto especialmente entusiasta por las fiestas al final del tercer mes, últimamente. Y su gran pasión es arrastrarlo con ella, por supuesto. Era un viernes en la noche y el sitio no estaba tan lleno, de milagro. Solo porque tienen un compañero dentro del grupo que posee contactos que consiguen un salón de fiestas privado en cualquier día a cualquier hora —como era de esperarse, casi todos tienen un altar de él— y fácilmente consiguió algo para ellos, llevándose las alabanzas. También notaba que otros jóvenes se reunían en el lugar, probablemente festejando los mismos resultados. Después de todo, tenían que compartir si querían obtener algo tan tarde como lo es. No le importa, en realidad.

No es como si Izuku tuviera un rechazo severo por las fiestas, pero no le apetecía una esa noche, especialmente con su celo tan cerca. Aunque el calendario de su teléfono decía que podría darse en una semana más, no esperaba que fuese tan pronto, especialmente porque no ha sentido síntomas de precelo. Además, siempre ha sido precavido con este tipo de cosas y que le suceda era realmente algo extraño. Ellos tuvieron unos minutos para prepararse —que Ochako utilizó para ponerse su vestido más decente y convercerlo entre lloriqueos que su vida necesitaba algo de «acción»— y encontrarse con los demás fuera del club reservado.

Izuku está seguro de que tiene algún medicamento de emergencias en su mochila, o que al menos su amiga llevaba uno. Sin embargo, sus manos temblaban al ser expuesto ante una situación tan peligrosa y su mente corría rápidamente. Observó a su alrededor, a las personas excesivamente apegadas en la pista de baile y el alcohol repartiéndose en cantidad. Habían muchos alfas allí, podía olerlo, y tenía miedo de que ellos pudiesen olerlo a él. Probablemente era un perfume extremadamente fuerte en ese momento, como fresa y miel que podía sentirse en la lengua. Se encuentra algo aterrado.

Entre el pánico, busca a Ochako. No la encuentra, por supuesto. Ella dijo algo sobre charlar con su amiga en la barra y volver en unos instantes —una mentira, cabe agregar, aunque ya sabía cómo es ella—. En cambio, abraza su propio cuerpo como si pudiera evitar de esa manera ser visto por los alfas en el salón, y entonces corre hacia el baño más cercano que encuentra. Algunos betas —aún si no tenían un sentido del olfato tan desarrollado, ellos pueden percibir cuando hay un omega en celo— lo notan e intentan cubrir la entrada disimuladamente, lo cual es un alivio.

Se dobla frente al lavabo de inmediato, respirando de manera agitada. Todo su cuerpo arde y se retuerce, no es distinto a otros celos que padeció en su vida. Busca en su mochila colgada en uno de sus hombros, algo apresurado. Volcó algunas cosas irrelevantes que llevaba y maldijo, con lágrimas en las esquinas de sus ojos. Le cuesta al menos un minuto y medio agudizar su audición y percatarse de una segunda presencia en el baño —los jadeos fueron una señal.

Supone que no es una coincidencia que se encuentre en el mismo baño que su persona destinada, durante un celo. Y tampoco cree que fuese pura «suerte» verlo a donde quiera que vaya. Izuku nunca fue un gran seguidor de las teorías del destino —todos lo sabemos— y ese tipo de cosas supersticiosas, pero piensa que la situación lo amerita.

Permanece muy quieto durante un par de segundos antes de volver a buscar en su mochila, vigilando a Shouto como si temiese que se acercara cuando no pueda verlo. Es estúpido, porque el muchacho se aferra a la esquina del baño con el cuerpo tembloroso intentando controlar sus instintos, haciendo lo posible por contenerse. Debe ser difícil, es incluso duro para él. Ellos están unidos, se sienten como nunca han sentido a nadie más. El chocolate y la vainilla de Shouto está en su lengua y duele estar tan lejos, especialmente en su estado más vulnerable. Sin embargo, a Izuku aún le queda unos minutos de cordura y no va a permitirlo.

Alcanza unas pastillas en el fondo de su mochila y suspira aliviado, sí las empacó. Se las traga sin agua y se desliza hasta el suelo con un sonido tembloroso. Shouto sigue en el mismo sitio y de pronto solo ansía patear la puerta, saquear un taxi y conducir a casa. No puede creer que fue tan idiota como para caer por los engaños de su amiga. En este momento, prefiere mil veces sentir dolores insoportables en la comodidad de su cama, quizá incluso masturbarse un rato. Odia tanto su vida que hasta es una comedia para él, se abstiene a soltar una risa frente al desesperado alfa.

De hecho, apenas se percata de que está hablándole.

—¿Cuánto... Cuánto tardan en hacer efecto?

Su voz suena ronca como nunca antes e Izuku se siente algo curioso por solo unos segundos, porque realmente ha madurado. Incluso su rostro se ve más simétrico y masculino, pero no quiere prestarle atención a eso —se asegura a sí mismo—, solo es el calor.

—No más de unos minutos —responde con la garganta seca, jadeando.

—Debería... Necesito salir de aquí. —Shouto siseó, caminando hacia la puerta con un increíble autocontrol que Izuku agradeció con sorpresa.

—Es una- una buena idea.

Shouto afirma, está a punto de salir cuando voltea unos instantes, como si realmente temiera dejarlo solo—. ¿Hay alguien de confianza que pueda venir a cuidar de ti justo ahora?

Izuku observa su teléfono a un lado, que está demasiado lejos y se cayó al suelo durante su propia desesperación. Él podría alcanzarlo y llamar a Ochako, probablemente. Sin embargo, los ojos desesperados y dilatados de Shouto lucen como si realmente tendría que asegurarse de su bienestar. Solo por ese instante, puede olvidarse de que supuestamente debería dejarlo fuera de su vida por completo. Es demasiado débil, se dice. Pero no escucha.

Asiente una sola vez y se toma el tiempo de explicarle con voz entrecortada a Shouto la apariencia de su amiga. Castaña, de mejillas esponjosas y vestido púrpura, una omega de zapatos sin tacón —a ella no le gusta usarlos— y labios rojos. El alfa parece entender y se va cuando apenas Izuku suelta un bajo agradecimiento. El dolor en su cuerpo se desvanece poco a poco, el ardor se calma por unos minutos. Sabe que el efecto de las pastillas no es tan duradero, por lo que suplica que la muchacha se encuentre allí pronto y lo lleve a casa lo más rápido posible.

Se recuerda a sí mismo ser incluso más precavido, y entonces Ochako entra con la expresión preocupada. Tras ella está Shouto, pero es solo un destello, él se va rápidamente. Luego, reconoce el tacto y el aroma de su mejor amiga ayudándolo a caminar hacia afuera. Uno de sus compañeros notó la situación e inmediatamente llamó a un taxi para ellos, lo que consideró sumamente amable —pensando en que ninguna otra persona lucía dispuesta a ayudar a nadie en esos momentos—. Tuvo un largo viaje y un extenso regaño hacia su departamento.

Ochako se sintió tan culpable que se encargó de cuidarlo por el resto de la noche, buscando inyecciones temporales —no le sorprende que ella tenga un par a la mano siempre, cuando hay omegas que son tan propensos a acabar en la misma situación, la muchacha es realmente un ángel— para que pudiera dormir unas horas sin distracciones, pero antes calentó algo de curry que guardó en su refrigerador la noche anterior. Ellos evitaron el tema de Shouto, por supuesto. No era necesario hablar de eso de inmediato.

Y no es como si estuviese muy ansioso por hacerlo.

Strawberry kiss » TodoDeku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora