Se encontraba completamente seguro de que era él.
De todas formas, dudaba que existieran dos tipos con distintos colores en el cabello y ojos extraños en todo el mundo. Sería demasiada coincidencia. Ni siquiera estaba seguro de que alguna vez haya escuchado su apellido, pero sabía su nombre: Shouto. Y por supuesto, el contrario lucía como si no supiera qué era lo que sucedía. El sentimiento no era recíproco, al parecer. Cuando el muchacho mencionó algo sobre el aroma, inmediatamente pensó en esa vez hace años en que se conocieron. Entonces creyó que esto se tornaría como el típico reencuentro. Claro, no era así.
Se separó del chico a una distancia prudente y observó como su ceño se fruncía lentamente, preguntándose a sí mismo qué había hecho para que Izuku adopte aquella cercanía. Quizá tenía sentido que no recordase, después de todo ellos eran muy pequeños. Y aunque para él fue algo inolvidable, nada garantizaba que para el contrario resultase igual. Tampoco podía culparlo, pero se sentía algo triste al respecto. Aún así, no estaba del todo seguro de dejar al muchacho así, no parecía estar bien. Se sentiría culpable durante toda la semana si lo hacía.
—¿Quieres que llame a alguien? Como un amigo, o un familiar... —Izuku dijo, recordando brevemente que su teléfono celular se encontraba dentro de la casa y que debería ir por él.
En cambio, Shouto no lucía conforme. Se preguntó si había estado mal inquirir—. ¿Para qué?
—No te ves bien, estás enfermo, ¿verdad? Debes ir a casa a descansar.
—Puedo hacerlo yo mismo. —Ahora, el contrario parecía molesto.
Él volteó, dándole la espalda. Izuku iba a darse por vencido, el muchacho no lucía como si quisiera su ayuda. Permaneció en espera a que el tipo comenzara a caminar y alejarse, pero no sucedió. Shouto estaba inmóvil. Después de diez segundos había comenzado a preocuparse.
—¿Estás...?
—Voy a vomitar.
Izuku se sobresaltó levemente y se apresuró a llegar hasta el muchacho. Dejó que apoyara su cuerpo contra el suyo mientras lo guiaba hacia la casa, no podía dejarlo allí afuera. Él lo llevó a su baño, quitándole uno de los abrigos pesados que llevaba e inclinando al tipo en el retrete. Acarició su espalda cuando tosió y un espasmo lo recorrió. Parecía estar sufriendo, en el borde pero sin poder caerse. El de rizos se caracterizaba por tener profunda empatía por todos, así que fue difícil apartarse. Consoló al cuerpo débil de Shouto hasta que se detuvo, incorporándose. Cuando lo observó tenía los ojos rojos e hinchados, lo cual movió algo en su interior.
—¿Cómo se sientes? —Izuku dijo, su voz baja y tranquilizante. Nunca antes había utilizado sus feromonas para calmar a alguien, pero lo intentó y entonces presenció como la tensión abandonaba poco a poco el cuerpo del mayor.
Shouto no contestó, pero lucía un poco mejor. Izuku lo ayudó a levantarse y lo guió hasta la sala, de manera que fuese mucho más fácil moverse hasta el baño si existiese la posibilidad de que en serio tenga un accidente. Cuando se sentía así, su madre siempre le preparaba un té reconfortante, quizá eso podría ayudarlo. Acomodó a Shouto en el sofá y se apresuró a caminar hasta la cocina por una taza limpia. Había comenzado a calentar un poco de agua cuando volvió brevemente para ver el estado del muchacho. Parecía cansado, su rostro ya no estaba tan pálido como antes pero seguía luciendo enfermo. Empatía brilló en los ojos de Izuku.
Shouto se percató de su presencia allí, provocándole un sobresalto cuando sus ojos bicolores se posaron en los suyos.
—Lo siento por esto —dijo él con voz monótona y cansada—. Ni siquiera nos conocemos, pero ya estoy causándote problemas. Es algo que suelo hacer —comentó, el autodesprecio en su mirada.
Izuku frunció el ceño un poco, el impulso en su garganta de hacer sentir mejor al contrario—. Sí nos conocemos, fuimos amigos alguna vez, ¿sabes? Es lamentable que no lo recuerdes —soltó con honestidad. Shouto iba a decir algo, probablemente sería una disculpa y otro comentario que atacase su autoestima, pero lo interrumpió—. Pero eso no importa. Toma esto como un favor.
Finalmente se retiró, con los brazos cruzados y las mejillas levemente rojas. Poco después tenía en sus manos una taza rosada con lunares amarillos, llena de té. También había conseguido un tazón con galletas para Shouto. Quizá no podría comerlas ahora, pero si lograba hacerlo sentir mejor después probablemente tendría algo de apetito. Dejó todo en la pequeña mesa frente al sofá y tomó asiento junto al muchacho, a una distancia que se consideraba bastante prudente. En cambio, el contrario lo observó con enigma en los ojos. Lucía como un niño resfriado con la nariz roja, los ojos irritados y la expresión atontada. Izuku sintió ternura y lástima en partes iguales.
—Te sentirás mejor luego si bebes un poco. —Izuku explicó, algo avergonzado—. No tengo medicinas aquí, pero...
—Está bien —interrumpió—. Muchas gracias.
La voz del muchacho era un poco cálida. Izuku observó con algo de satisfacción como tomaba la taza entre sus manos y le daba pequeños sorbos. Cuando tenía la mitad del recipiente vacío, él alcanzó una de las galletas y sus ojos brillaron un poco cuando se la comió. Pocos minutos después —que transcurrieron en un cómodo silencio— el contrario se veía lo suficientemente mejor. Aún tenía la nariz roja llena de mocos y la piel caliente, pero ya no parecía a punto de desmayarse. No sabía como seguir a continuación, ¿debería hablar con él, comenzar una conversación desde cero o simplemente pedirle abruptamente el número de algún familiar para sacarlo de su casa?
Hoy en la mañana encontró a su hermana mayor comprando medicina, quizá ella se encontraba preocupada.
—Oye, umm...
Shouto suspiró—. Quieres el número de alguien que pueda llevarme a casa, ¿verdad?
—Es lo más sensato que puedo hacer en estas circunstancias, ¿no? —Izuku sonrió suavemente.
—Creo que sí... —dijo con la voz ronca, de seguro su garganta dolía—. Además, ya te causé demasiados problemas. Déjame hacerlo por mí mismo.
Izuku asintió, no se le ocurría nada que pudiese decir en esta situación. Observó atentamente mientras el muchacho tomaba su teléfono celular y marcaba el número de su hermana mayor. Poco después, ella estaba gritando al otro lado de la línea una cadena de disculpas y reclamos. Shouto escuchó en silencio hasta que al fin se calmó, fue entonces cuando dictó en donde se encontraba y con quien estaba. Aseguraba casi al cien por ciento que la mayor tardaría más de la cuenta solo para darles tiempo a solas. Ella sonaba algo sospechosa, después de todo. Eso era alarmante para él de alguna manera, porque tendría que entablar una conversación con el contrario si no quería un ambiente incómodo.
Shouto lo observó, sus ojos bicolores indescifrables.
—Mi hermana es algo... Intensa, pero solo a veces.
Izuku ríe solo un poco—. Sí, lo sé.
Shouto frunció el ceño. No lo culpaba, había sonado como si la conociera de toda la vida—. ¿Tú...?
—La ví esta mañana —soltó Izuku de manera atropellada—. Y puede que unas veces hace mucho tiempo.
—Ah... ¿Entonces lo decías en serio?
—¿Qué?
—Eso de que ya nos conocíamos.
Izuku lo recordó con un pequeño sonrojo—. Claro que lo decía en serio.
Se sentía poco decepcionado.
—¿En serio no lo recuerdas?
Shouto negó con un cabeceo—. Pero ese aroma es familiar —dijo en voz baja. Observó la expresión triste del menor y una punzada de culpabilidad lo atravesó—. Quizá podrías contarme cómo nos conocimos, ¿qué piensas?
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Strawberry kiss » TodoDeku.
FanfictionIzuku debe convertirse en la luz del niño de ojos tristes en el otro vecindario. • Omegaverse. • Mucho fluff. Drama. • No existen las especialidades. • Historia larga.