El extraño pez.

1K 103 6
                                    

Darien, con los pies apoyados en la consola principal, maldijo cuando una alarma se disparó.
- " ¿Que mierda está pasando ahora?"
Murmuró en voz baja mientras daba un puñetazo en las teclas del reposabrazos de su asiento, poniendo la pantalla delante de él donde aparecía el vídeo de la zona de transporte, lo más probablemente era que uno de los especímenes hubiera quedado libre del rayo tractor, no le preocupaba este último grupo. El planeta Tierra no era conocido por la peligrosidad de sus habitantes. Por el contrario, sus criaturas eran más bien dóciles, especialmente la variedad que vivía en el agua.
La zona de almacenamiento, con sus enormes tanques, apareció en la pantalla paso la cámara en varias direcciones y escudriñó la habitación. Él no vio nada raro, pero, algunas de las criaturas que había capturado eran bastante pequeñas no como la "sknovakian” con sus cuarenta largos tentáculos, a esos los tuvieron que sedar antes de la captura para poder transportarlos. Con un gesto de fastidio, se levantó de su silla y estiró su voluminoso cuerpo antes de ir hacia el ascensor que lo llevaría a la planta baja. Se detuvo justo antes de entrar y gritó una orden.
– "Entrar en el séptimo planeta del cuadrante, luego bajar a hiper velocidad y poner rumbo hacia la galaxia Jifnarian, tercer planeta”.
- "Curso bloqueado." - La voz suave de su equipo confirmó órdenes.
Entró en el ascensor y pulso el botón de la zona de transporte. Él iba a ir a luchar con un pez, la idea le hizo suspirar. Él, que tenía un largo camino recorrido desde que empezó su carrera como mercenario. Su nueva vida transportando especies raras de otras galaxias no desarrolladas podría aburrir a cualquiera, pero seguro que lo iba a conseguir, por supuesto, nada se podía comparar con la emoción de enfrentarse en una misión militar.
Pero la vida de un mercenario no era tan larga de ahí el cambio de trabajo. Sin embargo, nadie le advirtió que la jubilación significaría terminar aburrido de sí mismo. Había tratado de llevar una vida de ocio durante un tiempo, había acumulado créditos suficientes para hacerlo, pero para un hombre la vida no sólo era emborracharse y tirarse tantas mujeres como le fuera posible, todo eso se volvió aburrido. Así que compró una nave y comenzó una nueva carrera especializada en adquisiciones raras.
Al menos con su nuevo trabajo, viajaba, y luchaba contra las especies reticentes de ser capturadas y contra los piratas. Aquellos que eran lo suficientemente estúpidos como para enfrentarse con él. Su reputación le precedía y ahora incluso la escoria del universo lo evitaba.
Es hora de cambiar de nave y engañarlos haciéndoles creer que soy nuevo. Se echó a reír ante la idea y tomó nota mentalmente para que su gerente iniciara los trámites. La puerta del ascensor se abrió, interrumpiendo su plan para engañar a los piratas y entró en la zona de transporte.
- "Luces", - gritó.
La sala oscura inmediatamente se ilumino y se dirigió a los tanques que se habían llenado más recientes para ver qué era lo que hacía que la alarma siguiera sonando aún. No se molestó en ir con sigilo y el fuerte ruido de sus botas de combate sonó en la bodega de carga. A los especímenes que había atrapado no les iban a crecer las piernas y salir corriendo. Qué lástima, no le habría importado, era una forma de entretenerse.
Al llegar al tanque que se había llenado recientemente, miró el suelo y alrededor pero no encontró nada en la base del tanque. Subió por una escalera para llegar a las pasarelas, no bien puso un pie en la rejilla de metal cuando vio un bulto húmedo.
- "Lo que me faltaba, ¿que mierda es eso?”
No se parecía a las ilustraciones que había visto de especies acuáticas de la tierra. Arrugó la nariz ante el hedor a pescado que salía de la criatura pálida, él sacó su pistola cuando gruñó.
Lo que había confundido con algas se movió, y se levantó, y se encontró cara a cara con el rostro de un humanoide pálido. Grandes, ojos azules parpadearon y los labios se abrieron con un grito ahogado.
- "¡Oh!, tu eres Han Solo.” - graznó el humano.
Y con esas extrañas palabras, el terrícola que había capturado accidentalmente, se desplomó hacia delante. Sus ojos se pusieron en blanco y su frente chocó bruscamente contra el suelo.
- "¡Ah mierda es basura!”.
Darien apoyó las manos en las caderas e hizo una mueca al ver la cosa empapada que estaba tirada en el suelo. ¿Mato al terrícola ahora o lo dejo para más tarde? Tenía la impresión de que era una mujer, aunque dada su posición y el estado desaliñado, podría haber sido también un hombre afeminado. De cualquier manera, él no lo quería. Allí no había mercado para los terrícolas. Dado su temperamento, las hembras eran propensas a llorar todo el tiempo y a tener ataques de histeria, sobre todo cuando iban sus nuevos amos. Al parecer, era un problema cuando se las vendía como esclavas sexuales. Por eso Darien prefería a las criaturas, porque no hablaban.
Se preguntó si podría dejarla en algún lugar de su planeta, descartó la idea casi de inmediato. Primero, porque no podía y segundo porque habían aprendido la lección cuando los terrícolas que habían regresado después de un secuestro iban diciéndole a todo el que quisiera escuchar que les habían inyectado y los habían agredido sexualmente. Le hacía gracia, la mayoría de los mundos civilizados consideraban la Tierra un planeta bárbaro, uno decidido a destruir sus recursos naturales, y era por eso por lo que había hecho este viaje para recoger muestras. Al ritmo que estaban destruyendo los océanos, se imaginó que no faltaba mucho para que el planeta agotara todos sus recursos naturales.
No es que a él le preocupara su suerte, la galaxia tenía más planetas lo suficientemente viables. Pero, ¿qué hacía con el terrícola? Levantó la pistola para acabar con la vida de la humana, pero vaciló. ¿Qué había querido decir con eso de Han Solo? Su traductor no tenía ninguna versión y maldita sea, ahora tenía curiosidad. Voy a enterarme primero y a matarlo después. Decidido, enfundó el arma y luego se agachó para coger el cuerpo inerte.
Se echó al ser humano sobre su espalda y fue cuando notó que era una hembra sin duda su abundante pecho sobresalía por la parte superior de un trapo pero tenía sólo dos pechos, en lugar de cuatro o cinco. Hizo caso omiso de sus pocos atributos femeninos y cogió su pierna que estaba rota en al menos tres lugares. Se sorprendía de que no hubiera gritado a todo pulmón cuando se había despertado. Probablemente el shock le impidió darse cuenta de su lesión, sin duda cuando se despertara de nuevo, lloraría y gritaría y eso era algo que no aguantaba.
Por un momento, volvió a replantearse el despacharla antes de que acabara loco de atar, pero se detuvo al ver su aspecto tan vulnerable. Maldijo cuando enfundó su arma. Él, el asesino más frío que había en las galaxias conocidas, no podía matarla. Tenía una misión que cumplir, antes de convertirse en un blandengue les haría saber a sus contactos que estaba de vuelta en los negocios, tan pronto como se deshiciera de su carga… incluida una mujer que de seguro iba a ser molesta.
Deslizó sus manos bajo su cuerpo y la atrajo hacia él y antes de pensarlo la acunó en sus brazos. Sin ningún esfuerzo por su parte, ya que se mantenía en una forma impecable, la llevó al final de la pasarela y al ascensor, que los condujo a un nivel superior donde estaba su habitación y la enfermería. La curiosidad le hizo mirarla mientras la llevaba.
Su piel parecía pálida, y debajo de su superficie podía ver una frágil red de venas. Habría dicho que su piel era intachable pero noto que parecía marcada por una extraña línea de puntos claros por el puente de la nariz ¡ah! eso va a disminuir su valor. Tenía pestañas y cejas oscuras en desacuerdo con su pelo dorado veteado de un dorado claro. Sus labios, de un color azul extraño, eran llenos, y a través de ellos se podían ver los dientes blancos. Su cuerpo le llenó los brazos, era pequeña y suave, pero no exagerada. La tela mojada que llevaba se pegaba a la plenitud de sus pechos y hacia resaltar sus pezones.
Para su incredulidad, su ingle se apretó a la vista de esos pechos, al parecer había esperado demasiado tiempo para visitar los burdeles si esta pálida y empapada mujer podía incitarlo a la lujuria, sobre todo teniendo en cuenta que sólo poseía dos senos un rasgo común entre los de su especie o… ¿era una anomalía genética?
Disgustado consigo mismo por su interés en ella como pareja para copular, él la dejó sobre la mesa de diagnóstico en la sala médica. Una unidad de diagnóstico descendió desde el techo con un zumbido. Darien pulso los botones que había en el dispositivo y luego se alejó, sólo para volver un momento después, cuando la máquina empezó a sonar.
- "Máquina estúpida. Puede curar cualquier cosa, pero no puede con la ropa mojada", - refunfuñó.
Agarró la tela húmeda que tapaba su cuerpo y la rompió por la mitad antes de quitarla de su cuerpo. Las curvas femeninas quedaron al descubierto, que el devoró con la mirada, desde el color oscuro de sus pezones al rubio oscuro de entre sus piernas. Su mano no podía dejar de tocar la suavidad alrededor de su vientre con su agujero en el centro, se preguntó para qué era, y tuvo que admitir que la vista de su cuerpo había hecho que su polla se endureciera.
Con una maldición por su falta de control, se dio la vuelta y salió de la habitación, permitiendo que la unidad médica hiciera su trabajo. Sus ropas, estaban húmedas y malolientes de haber llevado en brazos a la Terrícola, tenía que cambiarlas y fue a su despacho para hacerlo. Dejó caer sus ropas sucias en la unidad de limpieza y se vistió con un traje limpio y seco. Fue mientras se metía la camisa en los pantalones que se le ocurrió que tendría que vestir a la hembra.
O dejar que vaya desnuda, se la imaginó así correteando por toda la nave. Su polla tembló de anticipación ante la idea. Darien apretó los labios con fastidio, definitivamente tengo que visitar un burdel en mi próxima parada. Como no tenía prendas femeninas, cogió una camisa y unos pantalones de él. Tendría que comprarle algo de ropa en uno de sus puertos de conexión, eso o venderla desnuda, seguro que le sacaba mejor precio.
La unidad médica tardaría un tiempo para completar su trabajo, volvió al centro de mando, con la ropa bajo el brazo. Quería investigar más sobre las mujeres terrícolas y descubrir la manera de amordazarla porque con su suerte, probablemente sería del tipo ruidoso. Y todos los hombres saben que la única vez que una mujer debe hablar es durante las relaciones sexuales cuando ella grita nuestro nombre.

EL MEJOR ERROR (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora