Unión.

1.1K 106 10
                                    

Serena no estaba segura de cómo terminó besándose con su pirata. Tampoco pensó más en ello después del primer toque abrasador. Ella se había pasado el día aburrida e irritada, y todo era por que la había dejado sola, y peor aún, caliente. Cada vez que pensaba en él, su cuerpo se tensaba y se estremecía. Incluso mientras se preparaba para tenderle una emboscada, la humedad inundó su coño. ¿Quizás una parte de ella sabía que su plan no podía tener éxito? Probablemente, pero lo había hecho de todos modos, una parte perversa de su mente tenía la esperanza de que la besara de nuevo y… Fingir disgusto por el vestido le resultó fácil, pero no por esa razón, pensó, recordó que tenía la intención de venderla y se había cabreado y enfrió todo el placer que sintió por que le había comprado ropa, porque era ropa destinada a mostrar su cuerpo en una subasta.
Ella lo besó, y presionó su cuerpo contra la dureza de su excitación que era evidente contra su vientre, y que a su vez avivó su propia libido. Cuando le soltó las manos, las pasó alrededor del cuello y deslizó los dedos por su pelo sedoso. Usó las manos para cogerla de las nalgas y llevarla hacia la cama. Sin embargo, en vez de echarla sobre la cama, la sentó en su regazo. Mantuvo los labios pegados a los suyos, ella se retorcía contra su erección, que se apretaba contra su trasero, disfrutando de sus gemido.
Sus lenguas se batieron en un duelo húmedo, el filo de sus dientes la rozaron haciéndola estremecerse.
- "Ponte el vestido", - le ordenó con voz ronca.
En medio de la pasión, logró murmurar:
– "No"
- "Mujer obstinada."
Una gran mano agarró la parte posterior de la cabeza y la besó de nuevo con fuerza, mientras con la otra mano se deslizó hasta la camisa y recorrió la piel de su espalda. Al tener sus dedos en su cabello, disfrutó de la suavidad de su pelo y los gemidos que hacia cuando ella tiró de él. Una vez más, quito su boca de la de ella y la miro con ojos entrecerrados.
- "Te he dicho que te lo pongas, obedece mi orden terrícola. "
Ella se fundió en su mirada luminosa, su estomago revoloteando por la pasión que podía ver en sus profundidades azules. Sus labios se curvaron en una sonrisa burlona.
- "Oblígame".
El desafío fue lanzado, y no perdió el tiempo y ella gritó cuando él se puso en acción. En cuestión de segundos, se encontró de espaldas con una de sus manos en su estómago, presionándola hacia abajo, mientras que con la otra tiró de sus pantalones. Por mucho que le gustara como la estaba tratando que hacia ponerse mas y mas húmeda no cedería sin luchar, no cuando la lucha la excitaba tanto. Además, si ella fingía que la había forzado, entonces su conciencia sobre abstenerse de los hombres podría permanecer libre. O al menos eso se dijo mientras intentaba retorcerse bajo su implacable agarre. Le llamo algunos nombres muy sonoros.
Agarrada a él no le pudo impedir que la desnudara, literalmente le arrancó la ropa y la vistió con el traje que era más adecuado para un burdel. Una vez que él la había vestido, la soltó y ella saltó de la cama, no muy lejos sin embargo. Girando, ella se enfrentó a él con las manos en las caderas y el pecho agitado. El muy bruto se tumbó en la cama, con las manos debajo de la cabeza y la miró con los ojos entrecerrados. Sus labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción.
– "Date la vuelta despacito."
– "Que te jodan", respondió ella, sus palabras y la postura desafiante podría sugerir una cosa, pero el latido entre sus muslos y sus pezones duros decían otra.
- "Descarada, terrícola, ¿puedes bailar para mí? Inclínate hacia delante y enséñame el culo y menéalo bien para mí. "
Ella arqueó una ceja, arrogante, su coño estaba mojado y su canal temblaba de excitación.
- "¿En serio? creo voy a pasar, ¡oh espera!, ¿sabes qué estoy pensando? Que porqué no te levantas te desnudas para mí, y te la sacudes. "
La expresión de su cara era inestimable. Su tiempo para disfrutarlo… Segundos, lo que tardo en soltar la burla, la clavó en el sitio, con una mirada intensa. Se puso enfrente de ella, y se despojó de la camisa revelando su pecho bien delineado y los aros de plata, muy sexy. Tragó con fuerza, no de miedo, sino con pura lujuria. Se quedó allí, esperando, con el cuerpo tenso de expectación mientras se acercaba.
– "No eres muy obediente," - dijo, deteniéndose muy cerca de ella. Mirándole, se lamió los labios hinchados.
– "No, no lo soy. ¿Qué vas a hacer al respecto? "
- "te enseñare quien manda en esta nave."
Se inclinó hacia delante, y apoyó las manos en la pared, atrapándola entre sus brazos. Lo miró fijamente, las buenas intenciones, la moral, Iba en contra de su deseo por este pirata, este hombre que la hacía sentir cada pulgada de cuerpo. Él le devolvió la mirada, con los ojos encendidos que debería de resultarle extraño, pero en cambio la fascinaba. Esperaba que le diera otro beso abrasador, de hecho ella no podía esperar más para volver a tenerlo pegado a su cuerpo. En cambio, él le dio la vuelta contra la pared con su cuerpo detrás. Agarro sus manos, las puso por encima de su cabeza, sosteniéndola con una sola mano. Oh, Dios mío, me está volviendo loca y súper caliente. Pero solo estaban jugando, al menos eso es lo que se dijo con el fin de tranquilizar su conciencia.
Ella se retorció, lo que solo sirvió para frotar su culo contra su evidente erección y eso no era nada malo. Su mano libre se curvó alrededor de su cintura, la doblo por la mitad levantando su culo. Serena tenia la respiración acelerada de excitación, el mientras levantó la falda, dejando su culo al descubierto. La fue inclinando, hasta que quedo a su gusto con el culo en alto, y su coño todo rosadito a la vista. El rojo tiñó sus mejillas cuando él no dijo ni hizo nada por un momento. Un súbito temor se apoderó de ella, la encontraría inadecuada, demasiado humana.
- "Hermosa".
Sus palabras murmuradas con su voz ronca enviaron un escalofrío por todo su cuerpo y la humedad la inundo. Trazó un sendero con el dedo, un toque ligero que se hizo más audaz cuando se adentró en su canal. Serena gimió ante su toque eléctrico y luego gritó cuando él movió su dedo. Se apretó más contra él, y metió sus dedos más profundo, lo suficiente para tocar esa parte sensible en su interior. La acarició una y otra vez, el orgasmo iba en aumento, entonces el saco sus dedos, y ella gimió por la pérdida, un vacío que duro poco remplazo sus dedos con la lengua.
Hábilmente, lamió su sexo, deslizando su lengua, sondeando con ella. La retiró y volvió nuevo a su coño, encontró su clítoris y ella se resistió, la rozó de nuevo con la lengua y ella saltó con un grito. La mano que la tenía sujeta por las muñecas la sujeto más fuerte, mientras que la otra mano la tenía alrededor de sus muslos como un ancla. Una vez que la tenia bien sujeta, puso la lengua contra su sensible pezón, Serena se estremeció. La tensión del orgasmo dentro de ella se construyó rápidamente, y no pudo luchar contra eso. Todo su cuerpo se tensó y luego explotó. Su clímax le arrancó un grito, y él la lamió más fuerte, aumentando su placer.
- "Basta", - jadeó. - "no puedo aguantar más.”
Se detuvo un momento.
- "Estamos muy lejos de haber acabado."
Un estremecimiento sacudió su canal vaginal con la promesa que había en sus palabras.
Sintió que se movía detrás de ella y oyó el susurro de tela. Un momento después, presionaba su húmeda raja con la punta de su polla. Inclinada como estaba, Serena no lo podía ver mientras se deslizaba dentro de ella, pero podía sentir, cada deliciosa, pulgada. Al estar muy bien dotado, estiró las paredes de su sexo, llenándola de una manera que nunca antes había experimentado, le soltó las manos para colocarlas suyas en las caderas, luego se empujó adentro.
Lento al principio, su polla se deslizaba dentro y fuera de ella. Pero pronto aumentó su ritmo y Serena a pesar de haber saciado su placer hacia un momento, sintió que se construía de nuevo otro orgasmo. Marcó el ritmo con las manos firmes ñ en sus caderas, acercándola y separándola de su cuerpo con una velocidad que pronto fue de vértigo.
Era enloquecedor como la cabeza de su polla parecía agrandarse dentro de ella, ejerciendo presión sobre el cuello del útero. El roce con sus zonas erógenas la enviaron en espiral a su segundo clímax.
"¡Oh, Dios mío!"
Gritó mientras su segundo orgasmo la golpeó más duro que el primero. Él gruñó mientras las paredes de su sexo le apretaban, sus dedos se clavaron en su carne suave y su cuerpo se estrelló una vez más en el de ella. Un calor húmedo le lleno el vientre, y la envío a otro clímax cuando todavía estaba estremeciéndose del anterior. Serena casi lloró con el intenso placer que sentía, se le escurrieron las fuerzas en un instante, dejándola como si fuera de gelatina. Él la sostuvo, con sus fuertes manos cogiéndola para llevarla a la cama, donde se reunió con ella, y amoldó su cuerpo con el suyo. Acunada en sus brazos, y con una sonrisa en los labios, se deslizó en el mundo del sueño.

EL MEJOR ERROR (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora