Dormidos.

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Darien no sabía si estrangular a la terrícola, o unirse con ella en la cama. Era, bocazas, abierta, valiente y fascinante. Él nunca había conocido a una mujer como ella, y aún no podía decidir si le gustaba o quería matarla. En este momento, su cuerpo sabía lo que quería, a ella desnuda con sus piernas bien abiertas para que pudiera entrar en ella, había investigado lo suficiente como para saber si sus órganos sexuales eran compatibles, y tuvo la tentación de comprobar hasta dónde llegaba la compatibilidad. Ella seguía tumbada con una sonrisa, en su cama y le hacia una señal con un dedo… si bien era muy descarada, no podía negar su encanto.
– "Estas atontada por le bebida", - pero eso no hizo nada para evitar que su pene se hinchara.
- "Y caliente." - acompañó la
declaración con un tanteo de sus medianos pechos, apretando su busto forma sugerente.
Una parte de él le instó a mostrar un poco de control, pero con toda honestidad, lo estaba disfrutando demasiado. Él trató de convencerla de nuevo.
– "Vas a gritarme cuando estés sobria."
- "Voy a gritar más si no vienes." - palmeó la cama junto a ella.
Un hombre no tenía tanta resistencia, Darien se encogió de hombros y se levantó de la mesa para acercarse a la cama se inclinó sobre ella y le lamió los labios.
- "Quítate la camisa," – ordenó ella - "me muero por ver lo que tienes escondido debajo."
Darien se quitó la camisa y casi también los pantalones, dejándose llevar por su mirada.
"Por Dios", - susurró. - "Incluso los abdominales tienen abdominales."
Su pecho se hinchó de orgullo con el asombro en su voz.
- "Supongo que te gusta lo que ves ¿está satisfecha?"
Se puso de rodillas y le pasó la mano por el pecho, dejando un hormigueo por donde tocaba. Darien contuvo el aliento cuando colocó ambas manos sobre él, se inclinó y rozó con los labios su piel, dejando un rastro candente que fue directo a su ingle.
A diferencia de los machos de su especie, él no tenía pezones una característica inútil en un hombre, según su opinión. Ella vio sus piercings unos aros de plata, un par a cada lado, penetrando sus pectorales, tiró de ellos y sonrió.
- "Son calientes."
Se inclinó y pasó la lengua por el metal y Darien cerró los ojos ante la intensa sensación. Ella jugó con los aros y Darien se preguntó si sabía lo sensibles que eran a cualquier tipo de contacto.
Si lo sabía o no, jugó con ellos con maestría, alternó entre tirar y lamer su zona erógena. La excitación hacía estragos en su cuerpo, dejándolo impaciente, una sensación nueva para él. Él puso las manos alrededor de su cintura y la levantó hasta la altura de los ojos, ella abrió los labios y él espero que hablara, como parecía ser su costumbre, pero le dio a sus labios un mejor uso, presionando su boca contra la suya con un suave suspiro. La sensación fue eléctrica.
Darien la apretó con fuerza, con su boca saqueo la de ella con un beso sensual que mezclo sus alientos entrecortados. Sus manos se deslizaron por el pelo agarrándolo y acercando más su cara. La sensación de su lengua deslizándose entre sus labios le hizo gemir cuando se dio cuenta se encontró empujado contra ella. Él rozo su lengua con sus dientes puntiagudos y gimió en su boca. Apretó mas la parte inferior de su cuerpo contra él, y dejó caer una mano para agarrar la pierna y ponerla alrededor de su cintura, ella puso su otra pierna alrededor de él, con lo que su sexo estaba contra su polla palpitante. Ella suspiro, el sonido vibro contra sus labios mientras movía sus caderas contra su duro apéndice. Deslizó sus manos bajo sus nalgas, ayudándola a moverse contra él, mientras sus bocas seguían danzando. El sabor de ella lo volvía salvaje, y su apasionada respuesta casi destruyo su control.
Soy un guerrero, pensó. Tengo más control que una bestia. Con el fin de recuperar parte de sus sentidos, quitó su boca de la de ella, pero la astuta humana lo torturó aún más cuando inclinó la cabeza hacia atrás, exponiendo su garganta, un verdadero acto de confianza y de erotismo entre los de su especie. Incapaz de resistirse, puso los labios en su tierna piel mientras con los dientes afilados pellizcaba con suavidad. Luchó contra el impulso de morder más fuerte, de marcarla con su cello distintivo.
En su pueblo, en tiempos pasados, tal acto sería como un reclamo, declarando a todos que le pertenecía. Él gruñó ante el impulso primitivo que tenía, pero decidido a no seguir con ese juego peligroso. Apartó los dientes lejos de la tentación que tan inconscientemente le ofrecía y puso sus labios en esa boca ansiosa.
Ella se aferró a sus hombros, sus movimientos eran frenéticos contra él volviéndolo loco de excitación. Él empujó sus caderas hacia ella, el calor de su coño le quemaba, incluso a través de la ropa. Sus gemidos subieron de tono más y más rápido, a la menor fricción alcanzaba su punto álgido.
Con un grito final, su cuerpo se tenso contra el suyo, y su sensible pene sintió el temblor de sus músculos vaginales. Ella había tenido su primer orgasmo y Darien hinchó el pecho con orgullo. La había llevado al clímax y sin ni siquiera quitarse la ropa. Su erótica y sensible naturaleza la quería lista para el siguiente orgasmo.
- "Ese ha sido fuerte ", - susurró mientras apoyaba la cabeza en su hombro.
Él habría respondido, pero el sonido de su suave ronquido le dejo boquiabierto de incredulidad. "¿Se ha quedado dormida? ¡No me lo puedo creer!" -La separó de su cuerpo y la colocó sobre la cama, ella se retorció por un segundo, pero sus ojos permanecieron cerrados y Darien se pasó una mano por el pelo con incredulidad.
Ahora, ¿qué se supone que debo hacer con esto? miró su polla hinchada con tristeza. Su conciencia no le permitía tomar a una mujer mientras dormía, obviamente, se había desmayado y no solo por el orgasmo, por los excesos también. Sin embargo, aunque su moral dictaba sólo follar con mujeres conscientes, no decía nada de masturbarse a su lado. Se quitó las botas y los pantalones, su polla hinchada salió alegremente de su cautiverio. Se debatió entre hacerlo allí tumbado a su lado, o ir a la sala de aseo para hacerlo en privado, pero por alguna razón en la que no quería indagar, quería mirarla mientras se acariciaba a sí mismo.
Abrió la mano, escupió en ella y agarró su eje la saliva siempre había sido su lubricante cuando se masturbaba. Deslizó la mano hacia atrás y adelante a lo largo de su longitud hinchada, le miraba los labios rosados que hacían un mohín mientras dormía, con las mejillas aún sonrojadas de la pasión. Él gimió al ver la forma en que sus pechos tensaban la tela de su camisa, y lo más atractivo de todos, el persistente olor de su excitación. El puño apretaba su pene mientras se imagina a Serena de rodillas, sus pechos fuentes de alimento para sus crias al aire. Tal vez sacaría la lengua para lamer la cabeza de su pene, esa imagen tan tentadora lo llevó al límite.
Con un gruñido, disparó su carga cremosa en su camisa. Saciado, pero no satisfecho, se debatido qué hacer, el no tenía el hábito de perder su tiempo durmiendo con las mujeres con las que tenía relaciones sexuales. Prefería dormir solo.
Sin embargo, su nave no estaba exactamente equipada para tener huéspedes, y él no quería dejarla sola.
Eran excusas plausibles, aunque una parte de él sabía que quería quedarse con ella, y no entendía por qué. Como se había quedado dormida con la ropa pensó en quitarle la camisa sucia que llevaba. Él movió su cuerpo inerte hasta que pudo la, como ella no se despertó, se tomó un momento para admirar sus pechos. Sus pezones eran rosados y muy apetecibles, se le hacia la boca agua. Tal vez la próxima vez empiece primero por sus pechos y luego seguir con el resto, no quiso cuestionar la naturalidad con la que asumía un segundo encuentro.
A punto de meterse en la cama, se detuvo ,parecía extraña vistiendo sólo su pantalón, y además estaban húmedos con las huellas de su clímax ,se los quito y la dejo desnuda y sonrió al imaginarse su reacción cuando se despertara. Si tengo suerte saltara sobre mí y puede que tenga una demostración de sus pechos balanceándose. Con una sonrisa en los labios, se acostó en la cama a su lado, totalmente desnudo, y echo la sabana sobre sus cuerpos.
- "Sin Luz."
Con el cuarto a oscura, se puso sobre su espalda, demasiado consciente de quien dormía tan profundamente a su lado. Se dio la vuelta de un lado, y luego del otro, se puso de espalda y suspiró. El sueño se le escapaba y no tuvo que ir muy lejos para encontrar la causa. ¿Qué había en esta mujer bárbara que le atraía tanto? Le permitió salirse con la suya, con audacias por las que él había matado a otros en el pasado. Podría nombrar tantas cosas de ella que no le gustaban, y sin embargo, él no podía matarla. Es que no podía ni siquiera echarla de la cama.
¿Emitía alguna especie de hormona que hacía que le perdonara todo? Era imposible dado lo bien que la había examinado su unidad médica. Y sin embargo, ahí estaba, en silencio por el momento, pero que, sin duda, sólo duraría lo que tardara en despertarse. Y él sólo podía imaginar la charla que le esperaba, una sonrisa se dibujó en su rostro mientras miraba con interés su cuerpo.
El susurro de la tela le dio sólo un momento antes de que su exuberante cuerpo desnudo se pusiera boca arriba. Contuvo la respiración mientras se acurrucaba a su lado, con el brazo sobre su pecho, y una pierna sobre la suya. Su cálido aliento le hizo cosquillas en la piel del pecho, y por un momento, pensó en echarla de la cama. Ya había echado a más de una hembra de la cama cuando habían intentado abrazarse a él. Sin embargo, de algún modo extraño, en lugar de eso la envolvió con sus brazos para acercarla más y antes de darse cuenta, se durmió también.

EL MEJOR ERROR (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora