El brillo de una estrella.

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1 de Enero de 1990.

Freddie recibió un llamado de urgencia de la clínica en la que estaba internado Jim y para su mala o buena suerte Seamus había decidido acompañarlo.

Después de un rato Freddie y Seamus llegaron a la clínica, ambos estaban preocupados y desesperados.

El médico solo les había informado que Jim se encontraba en un estado muy delicado.

— ¿Y si algo le pasa a papá? –pregunto el menor mirando a su padre.

Freddie no sabía que decirle a su hijo, no podía decirle que su padre estaba muriendo pero tampoco quería hacerle ilusiones.

— Él es fuerte Seamus –respondió Freddie.

Los minutos pasaron de manera lenta hasta que se cumplió una hora y Freddie estaba cada vez más preocupado.

Los médicos y enfermeras pasaban por su lado, pero nadie les decía nada, solo los miraban con pena.

Seamus estaba hambriento y quería dormir, pero no quería dejar a su padre.

Después de unos minutos el menor recargo su cabeza sobre el hombro de Freddie y se quedó dormido.

Freddie al notar aquello suspiro y tomo al menor en sus brazos y lo saco de la clínica, para después subirlo al auto y pedirle al chófer que lo llevará a casa y lo cuidará.

Para muchos que estaban ahí les parecía extraño que Freddie Mercury estuviera acompañado de un joven y sobre todo que se preocupara por él siendo que su pareja estaba en la clínica.

Muchos empezaron a teorizar que posiblemente Mercury le estaba siendo infiel a su pareja o que ese muchacho era algún familiar.

Aún con todos esos murmullos a su alrededor Freddie no permitía que le distrajera de cuidar a su familia.

-

Seamus despertó en su habitación y miro a todas partes buscando a su padre.

Se levantó y salió de la habitación, bajo las escaleras y se topó con uno de los compañeros de su padre Freddie.

— ¿Estás bien, Seamus? –pregunto el mayor.

— Sí... ¿Dónde está mi papá, señor Brian? –pregunto mirando al mayor.

— Freddie está en la clínica, esperando noticias de Jim y me pidió que viniera a cuidarte, espero y no te moleste –dijo el rizado.

— No, está bien, gracias –dijo desanimado y volvió a subir las escaleras.

— ¿Ya comiste? –pregunto el mayor antes de que entrara a su habitación.

Seamus volvió a las escaleras y miro a Brian.

— No... –respondió.

— Vamos, te prepararé algo –dijo el rizado amablemente.

— No, así está bien señor Brian –rasco su nuca– no quiero molestar –susurro.

— No es molestia y además tienes que alimentarte y le aseguré a Freddie que te cuidaría –dijo Brian.

Seamus suspiro y bajo nuevamente las escaleras y siguió a Brian hasta la cocina, quien lo mando al comedor.

No es que Brian May fuera de su desagrado, es solo que no lo conocía como a sus padres, era simple falta de convivencia y le parecía extraño verlo rondando por su hogar sin la compañía de su padre Freddie.

— Listo –dijo el rizado colocando su creación frente a él.

Brian le preparo una tortilla de patatas y poco de juego de naranja.

— Gracias, señor Brian –dijo el menor.

— No es nada –dijo el rizado– vuelvo en un momento –aviso el rizado saliendo del comedor.

Seamus empezó a comer, mientras por su cabeza se encontraba una pregunta ¿Qué no se supone que su padre tenía a un cocinero? Dejo de personas en eso y siguió comiendo hasta que terminó.

Escucho como el teléfono sonó y como Brian respondió.

Cuando vio entrar a Brian al comedor noto lo pálido que se encontraba y como lo miraba con pena.

Seamus se acercó a él preocupado y rápidamente Brian lo tomo de los hombros, lo miro y luego lo abrazo.

— Lo siento –susurro Brian.

Seamus sintió un gran dolor por extraño que pareciera sabía a qué se refería.

— Quiero ir a verlo –dijo el menor.

— Seamus... –dijo Brian.

— ¡No! ¡Ya basta de Seamus! –Exploto– ¡Estoy harto de que me traten con pena!... quiero ir con mi padre, lléveme con mi papá, por favor –pidió el menor con lágrimas en sus ojos.

Brian sintió el dolor del menor y simplemente pensó un momento en todo el dolor que debía de estar pasando.

— Solo quiero ver a mi papá, despedirme de él –susurro el menor.

Brian suspiro y después de una larga batalla mental decidió al menos cumplir el deseo del menor.

-

Freddie estaba parado frente al teléfono con el que había llamado a su casa para avisar de la terrible noticia. Jim, había muerto.

Él mismo aún no creía lo que había presenciado, él pudo ver como su esposo daba su último suspiro, soltaba su mano y sus ojos se cerraban para siempre.

Después de su último beso, Jim se había ido.

Súplicas y llantos se escucharon después de aquello, estaba destrozado.

Unos minutos después Freddie escucho la voz de su hijo.

— Papá –lo llamo Seamus.

Freddie se giró y al mirar a su hijo acompañado por Brian, lo único que hizo fue abrazarlo lo más fuerte que podía.

— Ya no está, se fue –dijo Freddie con voz temblorosa.

Aquellas palabras hicieron que el menor se soltara a llorar en los brazos de su padre.

— Papá, mi papá –susurro Seamus.

Tanto Freddie como Seamus estaban llorando.

¿Por qué los buenos se iban pronto? La vida era sumamente injusta.

Freddie aún con todo el dolor en su corazón trataba de mantenerse fuerte por Seamus, lo único que le quedaba.

Su hijo había perdido a su familia a muy temprana edad y ahora tenía que enfrentar nuevamente con ese dolor.

Él sabía lo que pasaría, pero su hijo no.

-

Freddie y Seamus llegaron nuevamente a Garden Lodge y ambos sintieron la gran tristeza que había en el lugar, ni siquiera los gatos se atrevían a maullar.

Se sentía la ausencia de Jim.

Seamus se quedó en la sala, mirando por la ventana, con el pequeño medallón entre sus dedos.

Mientras Freddie se encerró en la habitación de música y tocó el piano hasta que sus dedos se cansaron y compuso una canción en honor a su amado.

Esa noche Freddie no puedo dormir, ya que toda la noche Seamus no dejo de llorar y el mayor de dedico a velar por él, mientras recordaba cada momento vivido con su esposo.

— Te amo –susurro Freddie viendo la fotografía que Seamus tenía de Jim y él.

Una fotografía que él mismo les había tomado.

Ambos tenían a un ángel que desde el cielo miraba su tristeza.

§¶§¶§¶§¶§¶

•∆•

Se acabó el capítulo de hoy.

Voten y comenten.

Soy alguien sin nombre exacto y me despido, adiós.

[Nota]

Lamento las faltas de ortografía y otros errores.

Un Año Para Amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora