Sonrisa de tristeza.

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30 de Diciembre de 1989.

Freddie estaba sentado frente a una de las ventanas de la sala, mientras veía como los gatos se restregaban contra Seamus.

El menor podía notarse desanimado, ya que ese día era su cumpleaños y su padre Jim no se encontraba con él, no se quejaba de estar con Freddie es solo que le hacía falta la compañía de Jim.

Freddie no soporto ver el sufrimiento de su hijo así que salió de la sala en total silencio, Seamus por su parte lo miro y después volvió a concentrarse en entretener a Lily, la pequeña gata jugaba con su mano y Goliat se acurrucaba a su lado.

Freddie llego a su oficina y pudo sentir una gran presión sobre su pecho, quería llorar, gritar o al menos desahogarse, pero no se debía dejar vencer, había dos personas que dependían de su cordura y no podía dejarlos.

Él era fuerte y lo demostraría.

Después de unos minutos de pensar en que podría hacer Freddie tomo una decisión que cambiaría el ánimo de su hijo.

Salió de la oficina y bajo las escaleras para llegar nuevamente a la sala, donde seguía su hijo con los gatos.

Freddie miro por unos segundos al más joven y sintió un gran nerviosismo, solo pedía que sus plan funcionara.

— Seamus... –lo llamo y el menor lo miro– ve a vestirte de manera adecuada –dijo.

— ¿Para qué? –pregunto confundido.

— Saldremos un rato, no quiero que en tu cumpleaños estés encerrado aquí, debes de distraerte y dejar de sufrir por un rato –dijo Freddie.

— Sin ofender papá, pero me está pidiendo algo imposible, no puedo distraerme sabiendo que uno de mis padres está internado en una clínica, luchando contra una terrible enfermedad que probablemente le quite la vida –dijo el menor de una manera muy madura para su edad.

Freddie lo miro sorprendido por unos segundos hasta que se puso analizar lo que su hijo le había dicho y sabía que era cierto, pero tampoco iba a permitir que su hijo sufriera en un día tan importante, el menor se merecía un descanso.

— Solo has lo que te pedí, estoy seguro que te agradara –dijo mirándolo.

El menor no comprendía a Freddie ¿Cómo podía pedirle que se divirtiera con su padre en una situación tan delicada? Pero sin discutir decidió obedecer.

— ¿Formar o casual? –pregunto con aburrimiento.

— Casual –respondió Freddie.

Seamus suspiro con pesadez y subió a su habitación para prepararse.

Mientras Freddie se dedicó a realizar unas cuantas llamadas y acuerdos con personas para que le permitieran completar correctamente su plan.

Minutos después Seamus volvió a bajar las escaleras y se encontró con Freddie esperándolo en la sala.

— ¿Listo? –pregunto el mayor.

El menor solo asintió y siguió a Freddie cuando salió de la casa, lo guio hasta un auto donde le indico que subiera y le dijo al chofer que los llevara a un lugar.

Seamus en el transcurso de su viaje no dejaba de pensar en su padre Jim y lo mucho que les hacía falta a ambos y más a su padre Freddie, ya que sin Hutton, Freddie estaba demasiado triste y se notaba aún más cansado y con grandes cantidades de estrés.

Cuando llegaron al lugar que Freddie había dicho Seamus se dio cuenta de que era una clínica.

Miro al mayor y noto en su mirada una gran melancolía.

Un Año Para Amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora