La espera.

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29 de Diciembre de 1989.

Freddie se levantó de la silla de la sala de espera de la clínica en la que habían internado a Jim en la madrugada debido a unos terribles dolores que había sufrido.

Estaba preocupado, no había recibido noticias de su esposo desde que llegó y su hijo se había quedado en su casa, siendo cuidado por sus trabajadores.

Médicos pasaban por su lado y nadie le decía nada, solamente lo miraban sin creer lo que veían, al gran Freddie Mercury estaban ahí, pero no podían dejar su lado profesional.

— Señor Mercury, buenos días –saludo al médico Smith.

Freddie rápidamente se acercó al hombre.

— ¿Cómo está mi esposo? –pregunto con desespero.

— El señor Hutton, lamentablemente tuvo una recaída, se le dificultaba respirar y los dolores se intensificaron –suspiro– actualmente está estable –informo el profesional.

Freddie suspiro y se relajó.

— ¿Puedo verlo? –pregunto.

— Lo razonable en este momento es que él descanse, usted podría esperar en la sala o ir a su casa –dijo el médico.

Freddie asintió y miro al médico.

— Una cosa más –dijo– ¿Cuándo podrá Jim volver a casa? –pregunto.

— Señor Mercury... lamento decirle esto, pero lo mejor es que el señor Hutton se quedé aquí para tenerlo bajo supervisión profesional –respondió el médico.

Freddie se sintió desanimado al escuchar la respuesta del profesional, no quería dejar en ese lugar a su esposo, pero debía hacerlo, por su bien.

El pelinegro se debatía entre quedarse en la clínica a esperar por Jim o ir a ver a Seamus.

Después de unos segundos Freddie suspiro y empezó a caminar a la salida, iría a casa y hablaría con Seamus, quién seguramente estaría preocupado por su padre.

Al llegar a casa, Freddie bajo del auto, suspiro y sintió el frío golpearlo, haciendo que su cuerpo se estremeciera y piel se pusiera de gallina.

Entro a la casa y fue recibido por Seamus, quién lo miraba con gran esperanza.

— ¿Y papá? –pregunto Seamus.

Freddie suspiro, bajo la cabeza y se rasco la nuca.

— Tu padre, está estable... pero él no volverá a casa o al menos no ahora –respondió el mayor.

Seamus miró a su padre y se entristeció.

— Papá –susurro el menor.

El menor se acercó a Freddie y lo tomo por los hombros.

— Él estará bien, es muy fuerte, solo hay que esperar y apoyarlo –dijo el menor obligado a Freddie a mirarlo.

— ¡Oh Seamus! Eres muy maduro para tu edad, querido –dijo Freddie.

Seamus quiso reír, pero solo consiguió hacer una mueca extraña e hizo notoria su tristeza.

Freddie al mirar la tristeza de su hijo, lo abrazó y trato de consolarlo.

Ambos necesitaban ese acercamiento, se sentían mal, les hacía falta la presencia de Jim.

Después de unos segundos se separaron y Freddie miro a su hijo.

— Eres increíble –dijo Freddie sonriéndole.

Seamus miró a Freddie, se sintió alagado, pero la preocupación por su padre Jim lo hizo recaer nuevamente.

Un Año Para Amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora