Capitulo XIV

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Suave... ¿Algodón?... Cálido... Frio... Muy Frio... Mojado... Muy Mojado...

-¿Qué mier...?-Me desperté desorientado. Cuando logre enfocar la vista unos grandes ojos celestes me devolvían la mirada desde arriba. El gato blanco abrió el hocico mostrando sus afilados dientes. Solté un gruñido cuando el animal clavaba sus garras en mi pecho- ¡Maldita bola de pelos!- grite al tiempo que un quejido y un suspiro se escucho a mi lado. Por un momento había olvidado donde me encontraba, voltee solo para encontrarme con unos hermosos ojos entrecerrados y una adorable sonrisa junto con unas mejillas sonrosadas. Era realmente la criatura más encantadora que jamás había conocido.

-Buenos días-susurro Mía.

-Buenos días preciosa-respondí al tiempo que me inclinaba y besaba esos labios exuberantes y tentadores. La monstruosa bola de pelos subió en el abdomen de Mía, con la clara intención de llamar su atención, ¡maldito animal!

-Buenos días a ti también Señor Moon- dijo ella dulcemente mientras acariciaba al peludo entrometido ese, que ronroneaba de placer, MALDITO ANIMAL!!! Menudo atrevido, colarse en la cama, reclamar la atención de mi chica y para colmo ¿tenía que llamarlo Señor? Esto era patético, pero me las pagaría, pensé enojado.

-Ese gato infernal me despertó- Mía frunció el ceño y miro a su espalda. El reloj marcaba 8:10am. Ella dio un brinco y salió de la cama susurrando cosas que no podía comprender. Se paro delante de su armario y empezó a sacar unas prendas de vestir mientras yo la contemplaba desde la cama. La blusa que tenía se le ajustaba a su figura, era de un lindo verde, y el pantalón que tenia me dejaba apreciar sus piernas bien formadas y blancas. Su largo cabello tapaba en parte aquel hermoso tatuaje que representaban todos los deseos de esa muchacha, que merecía ser querida, amada y protegida. Una posesión primitiva se apodero de mí. Sentía el deseo de ser yo el que la protegiera de todo peligro, de todo dolor y angustia. ¿Y si aquello no funcionaba? Pues yo haría que funcionara. Le daría todo lo que su padre le negó.... Si él supiera el dolor de su pobre hija nunca se hubiese ido, era un cobarde.

Mía entro al baño. Un momento después salió del baño vestida con un jean, una blusa blanca y negro, también se había peinado y puesto una cola de caballo.

-¿Por qué tan apurada Mía?- pregunte despreocupado colocando mis manos detrás de la cabeza y recostándome a la cabecera de la cama.

-Tengo que ver a Paul- dijo sin más mientras se sentaba en un mueble tapizado de dorado.

-Puedo acompañarte si quieres...

-¡No¡-dijo exaltada- no tardaré nada te lo prometo- forzó una risa, se levantó y empezó a rebuscar en el cajón de la mesita junto a la cama. Saco unas llaves, suponía eran de su auto. Luego me miró. Sus ojos brillaban de una manera que jamás vi. Estaba hermosa- te veré más tarde- sin previo aviso ella me dio un beso que me enloqueció. No fue tierno, sino exigente, apasionado increíble. Cuando se separo de mí me di cuenta que sus labios estaban rojos e inflamados por mis besos. Esa mujer me mataría, y con gusto iría al cielo, pero la llevaría conmigo. Le di un abrazo antes de marcharse. Salió de la habitación, no sin antes besarla otra vez. Rayos!! Adoraba a esa mujer.

Con las pocas ganas del mundo de levantarme tomé la bata que había arrojado al piso y me la até. Tenía que hablar con muchas personar para organizar mis vacaciones en casa, las que prometían ser inolvidables.



Se me había hecho tarde, ¿y cómo no? Bastean había pasado la noche en mi habitación. Nunca antes hubiese imaginado semejante escena. Estaba en camino hacia el cementerio, tenía que hablar con Paul, él sabría qué hacer, o por lo menos intentaría ayudarme, pero ya no estaba conmigo, ahora solo quedaba buscar el camino correcto por mí misma, era frustrante sentirte sola, meditando un poco las cosas, ya no esta tan sola, pero seguía estando vacía, incompleta.

Entre Sapos y DiamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora