Capitulo VII

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De regreso a la casa les di un aventón a Matt y Ty. En realidad ellos subieron en cuanto puse la llave en la cerradura de la puerta. La música era estridente y se escuchaba por todo el estacionamiento. Bajando el volumen mis oídos retumbaban pero logro articular.

-Escuche algo sobre un baile- Matt me miro divertido.

-Es una excusa para que las tiendas de Wraes Ville no quiebren.

-No es cierto-dijo Ty mientras lo golpeaba con un libro bastante grueso.- Antes lo llamaban baile Bella y Bestia, pero como se supone que las bestias somos nosotros bueno... cambiaron el nombre. En fin, el objetivo es invitar una chica que ira con un lindo vestido, algunos pomposos, otros realmente feos. Y los caballeros con trajes formales. También debes darle una rosa roja cuando la invites. Pero no será hasta el mes entrante.- Ty se tendió cómodamente hacia atrás.

- ¿Piensas invitar a alguien en especial?-pregunto Matt aun sobándose la cabeza.

-No me digas que será a Britt porque te juro que...

-¡¡No!!- dije. Le recuerdo de la cafetería me hizo temblar. Ella había estado hablando sobre todas las acciones que su padre poseía, como si eso realmente me impresionara. También sobre cuando era niña y todos los caballos andaluces que había tenido. Yo me limite a contarle que mi familia había gobernado Vera desde la época de Napoleón. Además que teníamos una finca donde se criaban hermosos caballos de exhibición. Me gusto hacer alarde de algunas cosas que poseía, o mejor dicho, que lo que Ella poseía, yo también lo tenía, y cinco veces mejor. No era de caballeros alardear sus riquezas y mucho menos delante de alguien que ya tenía mucho, o alguien que no tenía nada, eso simplemente atraía malas compañías, o falsas amistades. En cualquier caso alardear mis riquezas a Britt era como hablarle a un cactus.

-Pienso invitar a Mía- dijo Matt de manera distante. De manera inconsciente mis manos se aferraron en el volante del auto. Él era un chico genial y me incomodaba decir en voz alta que yo también deseaba invitarla pero... era un hombre justo, simplemente no podía...

-¿Invitaras a alguien Ty?-pregunte desviando el tema de Mía.

-Pensaba invitar a Matt pero él ira con Mía... si es que ella lo acepta.- yo reí por lo alto mientras ellos se golpeaban el uno al otro.

-Eres un homosexual degenerado- gritó Matt dándole en el ojo izquiero a Tyler.

-Tú no me quieres Matt- dijo Ty frotándose el ojo. Cuando estacioné el auto. Ellos bajaron a toda prisa golpeándose aun más fuerte.

Yo me quede sentado pensando. ¿Sería capaz de invitar a Mía a pesar de los sentimientos de Matt? No, la verdad nunca lo haría. No era un vil traicionero.



Vera. Castillo del ducado de Wenteernick.

Estaba cada vez más cerca de reclamar por lo que por derecho me pertenecía. Pero en algún lugar estaba ese mocoso impertinente jugando a ser un adolecente. Ja!! Para eso había esperado dieciocho años. Para la más pequeña de las oportunidades.

-Señor William- el sirviente me distrajo de mis pensamientos- el duque de Wenteernick va a recibirlo en el despacho.

Bien... era hora de comenzar a trabajar para recuperar mi puesto como Rey de Vera.



Washington. Comunidad de Wraes Ville.

Estaba en mi habitación desde hacía más de treinta minutos. Para despejar mi cabeza logre hacer muchas pequeñas cosas, pero todas ellas me llevaban a pensar en Britt y Jess hablando del baile y todas las demás cosas.

Pinte mis uñas azul turquesa ¿o era verde?, peine mi desmarañado cabello y lo ate con una liga, cambie mi ropa por una licra y una camiseta ancha. Revise mi correo. Y todo eso me tomo solo treinta minutos.

Baje a la cocina para indicarle a Lulú, lleve mi ropa sucia a lavar. Phill llego minutos después.

-Hola Mía- gritó el pequeño desde la puerta. Sus mejillas estaban rojas, y su frente sudada. Tenía su cabello pálido revuelto y su camiseta de futbol normalmente naranja chillón estaba marrón.- Anote tres goles Mía.- él estaba emocionado. Detrás de él estaba Peter rodó sus ojos, yo rodé los míos solo porque me molesto de la manera tan odiosa que trataba a su pobre hermano.- ¿No estás feliz?-pregunto Phill cuando vio mi rostro. En seguida cambie mi cara y le dedique la mejor de mis sonrisas.

-Claro que sí, estoy orgullosa de ti- le despeine más el cabello con la mano, estaba húmedo y sudoroso, pero eso no me causaba repulsión.- Para celebrar le diré a Lulú que te prepare un ponque de doble chocolate solo para ti ¿Qué te parece?

-Siiiiii!!!- grito el niño y empezó a brincar.

-Pero-dije. Phill paro de brincar y puso mala cara- al baño primero.

-Sabía que dirías eso- resignado se quito sus tacos de futbol y los dejo en la entrada. Él salió corriendo escaleras arriba mientras que Peter parado en la entrada había permanecido en silencio.

-¿Alguna vez te han dicho lo hipócrita que eres?-dijo de la manera más calmada que pudo.

-Vete al diablo Peter- dije dándome la vuelta.

-¿Piensas que alagando y dándole cosas al niño ganaras su afecto? – el desdén en su voz me heló las venas, era tan malditamente pedante que en más de una ocasión desee cerrarle la boca de un puñetazo. – Te equivocas. El mocoso sabe lo que hace. Con una simple sonrisita consigue lo que quiere y tú se lo concedes de la mejor de las maneras, a pesar de saber que él siempre volverá a comportarse mal.- Peter estaba detrás de mí. Su aliento caliente erizaba los bellos de mi cuello, era como un depredador, peligroso y malditamente atractivo debo decir, pero ese efecto nunca lo tuvo en mí. Me di la vuelta de golpe y me encontré con sus pálidos ojos celestes. De un momento a otro estuve contra la puerta de la lavandería. Las manos de Peter estaban a cada lado de mi cabeza. En otra situación lo hubiera golpeado y arañado, pero por alguna razón todo mi cuerpo gritaba peligro.- ¿Aun no comprendes que él solo te usa? Como lo hacen esos amiguitos tuyos. Están contigo solo porque eres la dueña de la casa y les conviene. En cambio yo...- puso su mano derecha sobre mi mejilla. Estaba fría, como el gesto en sí.- te aprecio en realidad. Eres... atractiva. Pero no cuando usas ropa de hombre, como ahora.- de manera despectiva toco y soltó el cuello de mi camiseta provocando que el primer botón se soltara.- vez eres... deseable. – su cara ya de por si a corta distancia intento cortarla aun más. La puerta se abrió. Bastean estaba parado en la entrada retirando la llave de la cerradura.

-Wou... creo que interrumpí algo – sus ojos verdes, normalmente brillantes estaban oscuros y fríos.

-¿Tú crees?- respondió Peter entre dientes. En esa distracción me dio tiempo de liberarme del cuerpo de Peter y pasar junto a Bastean. Sin mirar atrás subí las escaleras hasta mi habitación. La cerré a mis espaldas. El pobre del señor Moon había estado durmiendo sobre mi cama cuando me lance sobre ella.

Comencé a llorar. Estaba molesta, triste. Quería golpear algo, destruir cualquier cosa que se interpusiera en mi camino. Pero las fuerzas simplemente no llegaron. Mire a mi gato que se estaba acercando sigilosamente.

-¿Tu me quieres verdad señor Moon?- él coloco su ocico mojado sobre mi mejilla empapada. Toque su cabeza peluda y comenzó a ronronear. Por lo menos él me quería.

Entre Sapos y DiamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora