Al final del día mis músculos pedían a gritos una cama, había sido un día caótico, en especial a la hora del almuerzo. Era patético ver a todas las jóvenes de la escuela convertidas en zombies. Luego de eso me percate de que no solo compartía casi todas mis clases con el principito, sino que además viviríamos bajo el mismo techo. La cosa no podía ser peor, ¿o sí?
La verdad es que sí podía ser mucho peor.
La casa estudiantil numero 2 quedaba a unos diez minutos de la escuela. La gran casa había pertenecido a mis abuelos y a los padres de ellos. Era una de las casa más viejas construidas en esa comunidad, y era la única que no se estaba desplomando. Tenía tres pisos, de los cuales el primero pertenecía a la familia, es decir a Coco y sus engendros, con cuatro habitaciones, sala de estar, cocina, sala de lavado y dos baños. El segundo piso tenía cinco habitaciones, la mía era la más grande y tenía un balcón, otra era una especie de biblioteca pequeña, con monitores incluidos. Cloe vivía conmigo en ese piso, junto con Valery otra de mis mejores amigas, y un baño (yo tenía uno en mi habitación). Y en el tercer piso habían otros cuatro cuartos, estaban Tyler y Mathew, un baño y al parecer un príncipe preso.
Cuando llegue a casa junto con las chicas lo primero que escuchamos fue el grito de Coco.
-¿Cómo que un príncipe vendrá a quedarse Roger?- grito ella mientras hablaba por teléfono-No me importa si se te había olvidado esto es importante. Tendremos a la prensa aquí y no he ido a la peluquería.
-¿Estás hablando con papá? ¿Puedo hablarle?- ella me miro un momento y luego tranco.
-Estaba muy ocupado querida- siempre hacia lo mismo. Realmente era malvada.- ¿Sabías que venía un tal príncipe McDraga a quedarse?
-Es McDragon creo, y sí, me entere esta mañana- dije sin darle importancia al asunto.
-¿Por qué no dijiste nada mocosa ingrata?-grito. Cuando se ponía así las chicas desaparecían de inmediato. Cobardes.
-Lo supe cuando llegue a la escuela, la verdad estoy tan sorprendida como tú- dije sinceramente.
- Bueno y que esperas para prepararle un cuarto. ¿Dijo cuando vendría?
-Creo que tiene unos asuntos que atender- dije mientras subía por las escaleras, luego ella respondió a eso pero la ignore. Cuando llegue a mi habitación lo primero que hice fue lanzar mi bolso con rabia. Odiaba que me tratara como si fuese una sirvienta o algo así. Ella no se hacía responsable de nada en la casa, solo tomaba el dinero que mi padre mandaba para los gastos de la casa, los dividía en dos, una parte para la manutención de la casa y lo otro para ella. Así como el dinero mensual que recibía de los muchachos, claro que ellos me entregaban la mitad de lo que debían pagar para que pudiera mantener mejor la casa, pues con el dinero que ellos le entregaban a Coco pagaba su horrible manicure y su espantosa permanente, pagaba el club deportivo al que asistían sus diablitos y pagaba a alguno que otro maestro para que les aprobaran las materias a esos dos. Se estarán preguntando ¿y yo qué? Bueno, tenía un trabajo de medio tiempo como ayudante en un preescolar de la zona, no diré que seré millonaria pronto, pero me gustaba. Coco estuvo muy entusiasmada de que consiguiera empleo pues "salía demasiado cara"
Mi habitación era lo único que podía decir "es mío", "mi auto", "mi casa". Coco nunca se había pasado de la raya con lo de "La casa" pues sabía que yo poseía las escrituras de la propiedad, al igual que estaba encargada de la organización. Ella por ser la mayor y mi tutora en ausencia de mi padre tenía el control de ciertas cosas, pero no el poder legal para hacerlo, en fin eso se acabaría cuando mi padre regresara, si es que lo hacía.
ESTÁS LEYENDO
Entre Sapos y Diamantes
Ficção AdolescenteHabía una vez... Yo... Sí, yo... Está bien, no soy ninguna princesa. Pero en realidad conocí a un príncipe. ¡Y qué príncipe!.... creo que es como muchas chicas lo desean, rubio, de ojos verde como esmeraldas, un rostro que no tenía que envidiarle a...