Capítulo 8: Un encuentro de este mundo

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_Ahora siéntese sobre la máquina.

_¿No querí que te baile también, weona?

_Le recuerdo que va contra la ley insultar al personal de gendarmería. Así que o se calla o doy aviso.

_Ya, ya. Si ya cierro el hocico... Oiga, una vez perdí algo ahí, ¿no será que está todavía? Es que le hace falta a alguien -se reía ella mientras la gendarme ya no daba más del enojo.

_Ya. Pase. La van a llamar cuando le toque pasar a ver a su familiar.

_Gracias. Espero que le haiga gustado la vista -se despidió acabando de subirse los pantalones.

Afuera habían muchas personas de diversa índole impacientes por ver a sus familiares, la mayoría de pie con algún sandwich, galletita o bebida ilusionados con tener una atención hacia ellos. Ella no llevaba nada, total el weon no se lo merecía. ¿No le gustó estar robando? Ahora que se aguantase nomás. Aparte, la mamita siempre le llevaba weas lo jueves. Esto era como una visita de obligación nomás.

_¡Melissa Estefanía Catalejo Muñoz, hermana de Bairon Yeremi Catalejo Muñoz! -llamó un gendarme bastante enojado que se rascaba insistentemente la cabeza con un lápiz.

_Esa soy yo. ¿Por dónde paso?

_Por ahí. Mesa Siete.

_Buenop.

Avanzó por un corredor metálico con ventanas a ambos lados. Al llegar a la sala, corroboraron nuevamente su identidad y la vieron que se sentara en la mesa indicada. En otras mesas había ya gente esperando. Como a los cinco minutos trajeron encadenados a los reos y los fueron poniendo en las sillas y esposándolos a las mesas. Al Bairon lo trajeron de los últimos. La Meli tenía muchas cosas que decirle, mucho que gritarle, mucho que reclamarle, pero ese flacuchento con un ojo morado y varias moretones en los brazos, no era a quien deseaba matar.

_¡¿Quién te dejó así, cabro chico?!

_Te he dicho que no me digai así. Yo soy mayor que voh.

_Me importa un raja quien es mayor. Voh nunca hay sabío defenderte. ¿Está en esta sala el conchaesumare?

_Meli, por la xuxa. No quiero que voh también acabí presa. Aparte, me van a sacar la xuxa después.

_Nunca he soportao que te peguen, me da la wea altiro y le quiero sacar la xuxa a toos los conchaesumare.

_No te pedí que vinierai a pelear con nadie.

_¿Y entonces pa' qué xuxa queriai que viniera? ¿Pa que me hicieran una radiografía gratis? ¿Pa' que se calentara la weona de allá afuera? Ya, poh. Contéstame, cabro chico. ¿Pa qué xuxa me hiciste venir? ¿Ah?

_Solamente quería verte. ¿Acaso uno no puee extranar a la hermana? ¿Es pecao eso ahora?

_Es que no tendríai na' que extranarme si no te hubiera dao por dártela de vío? ¿Quién te dijo a voh que robarai esa wea? ¿Ah? ¿Fui yo acaso? No poh. Así que culpa mía no es la wea. Ahora dime, en serio, ¿Qué wea querí?

_La Cata.

_¿Qué pasó con la puta esa?

_Está preñá.

_Es que voh tení del año que te pídan poh weón. ¿Cómo xuxa te mandai este pastelazo ahora? ¿Al menos contaste los meses? ¿Voh cachai que llevai como tres meses aquí aentro?... ¡Respóndeme, saoewea!

_Dijo que tenía tres y medio.

_Ya voy a ir a verla yo y vamo a ver si es cierta esa wea. Sin ADN ni un peso, ¿escuchaste?

Cuando nos encontramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora