La responsable de todo esto, soy yo.

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  Después de que la media hora se hiciera de rogar por las puertas de la enorme mansión Joestar ingreso una mujer de unos 30 años, cargaba con una maleta pequeña y una grande donde se escuchaba que había ruidos de tubos de ensayo, y cosas metálicas, cargaba con un bolso también que parecía pesado a la vista y una tableta en la mano donde estaba tecleando algunas cosas hasta que llego al enorme Hall de la casa, ahí se detuvo sintiendo a Polnareff y Avdol detrás de ella, después de todo eran los encargados de escoltarlas hasta donde estaba el señor.

-¿Me pueden dejar sola? Sé donde se encuentra Joseph- ante eso frunció el ceño levemente, los muchachos que ahora la escoltaban le hicieron una leve reverencia para retirarse del lugar, tenían otras cosas que terminar. Ante eso la mujer suspiro y nuevamente se dedico a seguir caminando con todo su equipaje hasta que dio con dos enormes puertas de algarrobo donde se encontraba el jefe del lugar, ese era su despacho, golpeo dos veces notando que nadie la atendía golpeo dos veces más siendo un poco más insistente. Ninguna respuesta, hubiera golpeado una tercera vez de no ser porque el mismisimo Joseph se apareció ante ella como una especie de espíritu que le hizo llevarse un buen susto, suspiro y miro al hombre con una sonrisa -ya llegué- hizo las conocidas "manos de jazz".

-Vamos, enserio es urgente- el tono demandante del hombre la alerto, era cierto que aquello era una emergencia después de todo la vida de unos muchachitos estaban en peligro así que debía actuar cuanto antes, parte de su equipaje fue dejado en el Hall y allí saco todo lo necesario corriendo detrás del hombre para llegar a una de los enormes cuartos encontrando en la cama a Noriaki con los ojos vendados improvisadamente para evitar un poco el sangrado y en la alfombra estaban Jotaro y Josuke, respirando pero inconscientes. Ante esa imagen la mujer se coloco unos guantes de latex en las manos y pidió que la habitación fuera desocypada, ya una vez sola procedió primero a revisar las heridas del chico, no eran mortales pero debía parar ese sangrado. Un par de maniobras y los ojos ya no sangraban, tenía una venda bien sujeta a la cabeza y se encargo de curar las otras heridas en el cuerpo del chico, pero antes de atender a los otros dos muchachos tecleo unas cosas en su tableta mientras miraba el torso desnudo de Noriaki, se coloco un barbijo y reviso el pulso de los muchachos, todo estaba estable, por suerte el efecto de la droga no había llevado aquello a mayores. Conecto suero en los brazos de los chicos para acomodarlos en una pose que luego fuera cómodo trasladarlos a una cama sin que se saliera la intravenosa. Una vez termino allí procedió a curar otras heridas menores, aquello le tomo alrededor de hora y media entre que atendió a los 3 chicos, saliendo por fin con una sonrisa bajandose el cubre bocas dejando ver sus pequeños colmillos.

-Todo esta perfecto, ya todos están estables, solamente debere seguir de cerca al chico pelirrojo, me temo que no puedo dar un diagnóstico preciso pero creo que no perderá la vista, aunque puede ser que tenga complicaciones en unos años, ya que la retina se vio levemente dañada, y en cuanto a Jotaro y Josuke están bien, tardaran un poco en recuperar la consciencia, les dieron un fuerte somnífero pero nada que no se solucione limpiando la sangre, quizás en una hora todos despierten, ya sane las heridas mayores, ahora pasemos a atender a los demás lastimados- dicho aquello sento a Caesar para comenzar a limpiar sus heridas y vendar su cabeza junto con unas pequeñas curitas en el labio inferior que estaba partido, luego puso un pequeño parche con antiséptico en la mejilla de Holly quién le sonrió dulcemente. -Y con esto finalizo- dio su tarea por terminada sonriendo enormemente mirando al hombre- ahora me explicaras que paso Joseph, esto no suele suceder porque si- su cara cambio de una alegre a un semblante serio y algo raro de ver en aquella mujer que parecía esparcir felicidad por donde fuera que caminara.

  Se dejo descansar a todos los recién curados y ahora la conversación de aquellos dos se traslado al comedor donde estaban sentados frente a frente con un café cada uno.

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