Capítulo IX

14 4 0
                                    

Titubeante no pude retener la ansiedad que me desintegraba las células de mi cuerpo, ardían ante la novedad de lo que sucedía allí adentro, flamas erráticas consumían cada fragmento de mi esencia, en afán de saciar mis ímpetus.

Sin más motivo que una inquietud desenfrenada me abrí paso entre las sombras deslizándome sobre las penumbras, el olor a una atrevida aventura penetraba los poros de mi piel.

Entré a mi habitación ya con el miedo encendido en el rincón más inhóspito de mis pupilas, el pavor se encontraba camuflado de falsa valentía. El corazón aumentaba sus frecuencias sentía que en cualquier segundo saltaría de mi pecho, huyendo de su prisión de carne para sentir los aires puros de la infinita libertad.

Puse el primer paso dentro del sombrío recinto carente de cualquier fuente de luz que pudiera contrastarle. En el instante en que la suela de mis zapatos toco el piso de aquel lugar, los, murmullos cesaron instantáneamente, como si hubiesen advertido mi presencia, a pesar de lo cuidadosa que había sido.

Con mi linterna asfixiada no podía ver absolutamente nada, una bruma oscura cubría mis globos oculares impidiéndoles alimentarse de las imágenes del mundo, pero cuando estaba a punto de retornar a la habitación de huéspedes, la naturaleza parecía estar a mi favor, o en mi contra, cuando un haz de luz blanquecino penetró por el cristal descolorido de una de las ventanas.

Con ese toque misterioso que caracteriza el accionar del destino, el rayo iridiscencia plateada golpeo directamente a un par de ojos, rebotando en ellos reenviándolo a través del espacio y el tiempo hasta alcanzar mis pupilas, las cuales se contrajeron mediante una aguda punzada. por un par de instantes que sentí que se amplificaron hasta abarcar las cuatro estaciones, perdí el rumbo de mis pasos en la superficie precipitosa de las maderas barnizadas, la única anclé que me mantenía unida a mi entidad, era el leve sonido que producían mis zapatillas conforme ejecutaban su errática danza.

De improviso volví a centrarme en el ambiente, mis cincos sentidos volvieron a sus funciones optimas, abrí mis ojos renovados humedecidos por un leve lagrimeo sentía que gotas de una especie de sustancia ácida brotaban del manantial en mis globos oculares, me producía un ardor aliviante, me incineraba los tejidos pero de alguna manera apaciguaba mis miedos.

Exploré entre cada una de las sombras, cada desértico rincón hundido entre las penumbras, buscando esos brillantes ojos, el recelo invadió el oxígeno que respiraba saturando mis pulmones con desconfiasen su estado más puro.

Entonces pude apreciar el objeto de mi persecución, ahí sentada en la orilla de mi cama, cubriendo su cuerpo con las sabana de seda violácea, era la misma mujer oculta en aquella habitación tétrica, al parecer había encontrado a la prisionera furtiva de esa prisión clandestina disimulada en mi casa, volteó levemente su cabeza deseando que pudiese reconocerla, sus ojos se adhirieron a los míos como si su destino fuera el de unirse, una polaridad magnética que los obligaba a mantenerse fijos.

Solo observaba paciente como su pupila jugueteaba en el océano turquesa de su iris, cambiando de formas y tamaños como si tratarán de huir, ser libres de esa cárcel formada por tejidos delgados coloreados con lapislázuli.

Sus rizos rubios se encontraban cubiertos por la seda de los arácnidos habitantes de los rincones carentes de luz, que se hallaba decorada por pequeñas motas de polvo vagabundas que se adherían a su superficie gomosa, quedando atrapadas en las fibras blanquecinas de aquel material.

Debajo de una delgada capa de suciedad irregular, se encontraba el débil destello de una piel satinada bañada en nácar, deslumbrante ante la luz que le daba un fugaz efecto de iridiscencia divina.

Sus vestiduras desteñidas consistían en una especie de camisón de lana antes blanca corroída y deshilachada, los agujeros abundaban en aquel fallido intento de ropa.

Al observar mejor su piel blanquecina, destelló ante mí el color carmesí intenso que caracteriza la sangre. Esta, provenía de varias heridas en proceso de cicatrización localizadas en los tobillos y las muñecas, parecían ante mi poca experiencia y conocimientos del tema, marcas de alguna especie de atadura.

A pesar del carácter macabro de su apariencia de alguna extraña manera irradiaba un suave aire de inocencia.

Al transcurrir los segundos mi corazón empezó a contraerse de una manera acelerada y famélica, entre los latidos apurados se empezó a asomar de entre mis venas un calor anormal, circulaba por mis arterias palpitantes una onda calorífica que cauterizaba cualquier tejido que osara cruzarse en su camino.

Suspendida en esos escasos minutos, solo podía observar cada exiguo intento frustrado de acercarme,pues había algo en esa esencia estrambótica que inconscientemente reflejaba algo de mí.

Pude caer en cuenta de que compartíamos la misma intención, cuando en un acto esporádico tomó la iniciativa y con pasos torpes y burdos se avecinaba hasta el punto donde me había paralizado.

Cuando apenas eran centímetros lo que nos separaba, una sombra colosal se proyectó en un muro aprovechando la luminosidad de la errática linterna, aquella moza esclavizada manifestó en la palidez de su rostro un pavor y un recelo indescriptibles.

En un estado de inquietud, con el ímpetu que encendía en ella el miedo, huyo ágilmente desapareciendo detrás de un armario de madera, lo que ocasionó que una nube de polvo se irrigara por toda la habitación dejándome en penumbras.

Sentí un golpe agudo en el occipital, fue un dolor fugaz pero con la intensidad de prescindir a la muerte, cerré mis ojos del impacto cayendo en un estado de inconciencia absoluta.

Hola a todos lectores de esta historia llena de misterios🌺🌹, de antemano pido una disculpa por la tardanza de actualizaciones pero he tenido algunos problemas con el tiempo, y agradezco su paciencia, 😻espero que les guste mucho, me encantaría tener su opinión o alguna sugerencia.😁

Más adelante publicaré un capìtulo especial sobre Sophía y su origen.

AlítheiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora