Nathaniel
«Que fastidio». Veía y escuchaba como Carmona daba su clase, no lo soporto vale. Ojalá y lo atropellé un carro...
¿Y por qué esperar?, mi meta va hacer agarrar el auto de mi madre y esperar toda la noche en casa del profesor, de ahí será esperar a que salga y será en ese momento hora de atacar. Listo, ya tengo todo calculado.
Soy una mente.
Y mientras me reía internamente veía como Carmona ponía ejercicios en la pizarra. ¡Genial!, primer día de clases y manda tarea.
Reproché horrorizado.
—¡¿Qué?!. ¡No! —el profesor volteó a mirarlo con naturalidad—. Ya empezamos mal.
—Que gran motivación tienes de estudiar —el profesor se aclaró la garganta. Era el primer día de clases y ya estaba cansado de dar clase a un montón de inútiles, como les decía él cuando les daba un sermón —. Para que les quede claro, soy su profesor guía y profesor de matemáticas —Nathaniel y Sara intercambiaron miradas sorprendidas —. Y sí, entiendo, hoy es el primer día, quieren hablar, quieren gozar y sobre todo guindarse de los ventiladores como monos, pero también hay que estudiar, así que les sugiero que primero copien la asignación que se les mandó para el trabajo—la mayoría suspiró con resignación—. Sí, ya sé que suena emocionante, pero traten de controlarse, y antes de empezar quiero que los nuevos se presenten. Ya que a los demás los conozco demasiado bien —el grupo de Nathaniel ignoraron miradas con gracia—. Y sin más, quiero sus nombres y edades.
Observé al primero en pararse, era un chico castaño, piel morena intermedia, ojos marrones y su cabello tenía una raya de lado, si fuera gay o mujer, me gustaría estar con él.
—Soy Kevin, y tengo 16 años.
Después se paró un chico, de piel más clara, ojos marrones y cabello negro ondulado, ni tan largo ni tan corto. Y este parecía más callado que el anterior, pero se mantenía firme y serio. «Con esa cara menos quiero venir a estudiar»
—Mi nombre es Simón, y tengo 16.
Luego vi a una chica...
¡Qué chica tan hermosa mi Dios!, ojos grises que reflejaban misterio y suspenso, su piel azabache tan pulida y ese cuerpo tan ¡Ufffff...!, cabello tan negro, tan largo y lizo, no parecía ser una chica mal portada, ni grosera. Parecía de esas chicas que en realidad son calladas y tranquilas; no le beneficiaría juntarse conmigo, soy mal ejemplo para cualquier persona. Parecía la propia blanca nieves en persona.
—Un placer, soy Helena y tengo 16 años. —saludó de forma cordial y muy delicada. Nat se quedó sin palabras al escuchar su suave voz, al igual que los demás chicos que sólo silbaban, a lo que las chicas del salón les mandaron a callarse
Helena. Así se llama, bueno, ni que estuviera enamorado de ella, ni siquiera la conozco, pero claro, podríamos ser los más íntimos amigos.
Después de ella venía un chico, quien sonreía, parecía entre nervioso y alegre, ¿y quién no lo estaría con el primer día de clases?. Este portaba cabello negro, piel muy blanca y ojos marrones, observé que en su muñeca del brazo derecho tenía un tatuaje.
Ahora también quiero uno.
—Soy Sam, tengo 16 y espero que nos llevemos bien.
¿Espera?, hay Dios mío. Este tiene más pinta de maleante, ¿qué clase de escuela es esta?, ahora están metiendo maleantes al instituto. Seguro al día de mañana nos van a violar. ¡Hay mamá!
Al sonar el timbre, pudimos saber que se acabó la clase de Carmona, y que tendríamos ahora clase con el profesor de geografía, el cual no vino. «¡Alabado seas señor!», exclamé en mi mente con alivio.
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Lo Trivial
Любовные романыMi vida es diferente a la tuya, y la tuya es diferente a la de él, y la de él a la de los de ellos, y la de ellos a la de los demás; no todos vivimos del mismo modo. Para mi la vida es confusa, para ti es horrible, para él es lo mejor, para ellos es...