Sara
—¿¡Ochenta y cinco!? —Nathaniel miró perplejo al profesor de matemática, quien no le importó como los demás le reprochaban por los ejercicios, se fue del salón y dejó a los demás anotando los ejercicios. El rubio quería llorar, se la pasó más bien fue quejándose junto con Kevin.
—Sí —lo miró con una sonrisa algo hipócrita y se retiró —. Copien rápido.
Scott y Nathaniel imitaron al profesor haciendo reír a la mayoría. Luego miré a Shaw y a Helena que habían intercambiado miradas algo serias, pero en realidad se les veía irritados, era demasiado para ellos.
Me paré y miré a Isa, las dos con caras obstinadas nos miramos, incluso nuestro periodo había llegado, eso nos volvía más antipáticas; cuando se trataba de matemática, era tan odiosa y sarcástica que nadie me podía dejar de sentir la rabia, era la materia que más me ponía de malas.
—Hay señor Dios. —suspiró Isa nada feliz
Cuando el profesor se fue, el profesor dejó el libro en el escritorio. Mayormente era yo quien siempre copiaba en la pizarra, ya que a la mayoría le daba flojera.
Agarré el libro de matemática y me puse a copiar en la pizarra los ochenta y cinco ejercicios, mientras que los demás copiaban. No era nada nuevo que el profesor mandara tantos ejercicios, los cuales no podríamos resolver todos, aunque lo hacía por un motivo, porque nos "servirá" para la universidad. Era lo mismo que tener o no tener profesor, ya que era demasiado fuerte con las evaluaciones; no todos los profesores eran buenos. Hacía talleres en grupo, hasta los exámenes eran grupo, y dejaba algunos individual. Y aunque estudiaras todo el día aún así raspabas, y tener un diez era como tener un veinte. «Y a mí que antes me gustaba la matemática».
Me había tocado con Isabella, Scott y Nathaniel, mientras que Sam, Kevin, Simón y Chris eran otro grupo, y Helena y Shaw estaban sólos. Sería el jueves, así que tendría dos días para estudiar, es decir, a partir desde hoy; no quiero raspar.
Estábamos en mi casa, a excepción de mi mejor amiga, quien se había ido a casa de Sam; Los muchachos siempre iban a mi casa, ya que era una de las casas más cercanas. Nathaniel no entendía nada, y Scott y yo apenas si entendíamos el primer tema, ya que eran como cinco temas. Lo peor era que deberíamos estar estudiando, pero nos las pasamos jugando en la consola de playstation.
—Es caso perdido, no pasaremos aunque estudiemos la semana completa —declaró Scott demasiado estresado, había perdido ya dos partidas contra su mejor amigo, estaba demasiado preocupado por la prueba.
—¡¿Qué?! —preguntó el rubio confundido —. ¿Tenemos la semana completa para estudiar? —Scott y Sara intercambiaron miradas confundidas y divertidas, de verdad que su amigo era un caso perdido —¿por qué entonces estamos estudiando desde ahorita?
—Era un decir, hermano —le explicó Sara a Nathaniel quien luego soltó un suspiro de gran irritación —. ¿Qué vamos hacer?
—Nada, será igual que siempre, nosotros rasparemos las pruebas y aún así nos pasará la materia con quince o menos, ustedes lo saben más que nadie —Nat se veía tranquilo, pero seguramente a la hora del taller o la prueba estaría quejándose —. Vamos a comer algo, ya me dio hambre. Quiero malvavisco con chocolate.
—Sí, y yo quiero pasar el exámen con 20. Cualquiera puede decir quiero, pero no es seguro que pase —por un momento todo estuvo en silencio, hasta que Scott gritó harto —. ¡¿Por qué Dios deja viva a la gente tan mala?
—Veamos una película —sonrió Sara ya tratando de olvidar la conversación —. Yo haré cotufas y buscaré los refrescos.
—Sara, ¿estás en tu periodo? —preguntó Scott extrañado —. Estás como inconfundible, primero te molesta no saber nada, luego lloras porque estás estudiando y luego estás como relajada.

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Lo Trivial
RomanceMi vida es diferente a la tuya, y la tuya es diferente a la de él, y la de él a la de los de ellos, y la de ellos a la de los demás; no todos vivimos del mismo modo. Para mi la vida es confusa, para ti es horrible, para él es lo mejor, para ellos es...