Paraíso en el infierno

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Seúl, Corea del Sur

01/09/19

Domingo.

7:45

Jungkook salió de su auto, miró su casa, su casa de Busan, y sintió una opresión en el pecho. ¿De emoción? ¿De terror? No sabía con exactitud qué era, pero omitió ese sentimiento y tocó el timbre. Rápidamente una señora salió a recibirlo, le abrazó cariñosamente y comenzó a agradecer a Dios por hacer que su niño siga estable, de salud y físicamente.

—Me alegro que te hayas decidido al fin en quedarte en tu verdadero hogar. —Pronunció felizmente un señor con algunas canas en su precioso cabello oscuro.

Unas palmadas en su hombro por parte de su hermano mayor le hicieron notar que también estaba alegre, toda su familia lo estaba, excepto él; sin embargo, no demostró su estado. No deseaba arruinar ese momento de felicidad.

Esos pobre chicos locos, tú si quiera razonaste. —Ok. No estaba siendo fácil oír los comentarios despectivos hacia sus amigos.

Paciencia, se susurró. Quería disfrutar este día, para en la mañana gritar en voz alta: ¡Vuelvo al lugar donde pertenezco, con mis "locos" hyungs! Decidió irse a lo que era su antigua habitación y se acostó en su cómoda cama, vio por la ventana, había un paisaje demasiado tranquilo, su pecho se llenó de paz y anheló que todos sus hyungs algún día pudieran ver esa hermosa imagen.

Desbloqueó su celular, y se encontró con un montón de mensajes, todos por su cumpleaños. Se entristeció al notar que Jimin no le había mandado nada, ni un simple hola. ¿Tan poco le importaba? ¿Acaso no se preocupó por él al ver que la silla en la que siempre se acostaba estaba vacía? Miles de preguntas se instauraron en su mente. Joder, todos pensaban que era el más estable mentalmente, pero todos se horrorizarían al saber que su cordura dependía de un fino hilo, dependía de su hyung.

Sus ojos se cerraron, dispuesto a aprovechar un par de horas para seguir durmiendo, pero un par de pitidos le obligaron a mirar la pantalla. Su mirada era una de total estupefacción, sintió un escalofrío macabro y se desmayó. Todo por un corto y sencillo mensaje:

Número privado:

¡Feliz cumpleaños, Jungkookie!

Atte.: Kim Tae Hyung.



14:23

Jimin recién abría sus ojos, su cabeza le dolía un montón, tanteó con su mano el velador que estaba a su lado, necesitaba tomar su medicamento, lamentablemente no halló nada. Gruñó de molestia, ya se imaginaba quién había hurtado sus pastillas. Se levantó y quedó un rato procesando la silla vacía. En esa silla Jungkook siempre dormía. ¿Dónde está? Se preguntó y fue a buscarlo.

Una desesperación enorme le comenzó a atacar al no hallar rastro alguno del paradero de su maknae. Se sentía sofocado y a punto de perder la razón; sin embargo, Namjoon se percató del estado de su amigo y se acercó a él, le pidió sentarse en un sillón y le sirvió un vaso de agua junto a una pastilla para los nervios.

— ¿Dónde está? —Soltó directamente. El líder esperó un par de segundos para responder.

—En el paraíso. —Esa llana respuesta desconcertó y malhumoró a Jimin.

Acabó toda el agua y se retiró de ahí. Se encerró en la habitación de su menor. Agarró una almohada y la abrazó fuertemente mientras sollozaba. Esto sonará egoísta, pero Jimin no soportaba la idea de que su único pilar le abandoné, era estable sólo por él, no se hundió totalmente por él, por ese chiquillo con sonrisa de conejo. Odiaba el hecho de saber que la familia Jeon le quería arrebatar a su luz, los odiaba y deseaba que se murieran, para al fin tener algo de paz. Que Jungkook sólo le tuviera a él, que fuera el único ser vivo para su dongsaeng. ¡Muéranse, muéranse, muéranse! Repetía constantemente.

NI VIVO NI MUERTO. (YoonTae) (JiKook) (NamSeok)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora