Princesa

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Desde mi remoto pueblo, mujer, he aprendido a sentir al mundo. Parece una película proyectada frente a mí, y suelo siempre que puedo, aunar palabras para relatar ínfimas partes de la trama de mis días para ti. Sé que te dedicas a vivir una vida resuelta en las pasiones que ama tu alma, algunas no muy buenas, y no te juzgo por ello, pero siempre creí que es tonto perder el tiempo así. Es divertido suponer que a una hora como esta estás dedica a tus asuntos, disciplinada después del desayuno a asistir a una reunión de trabajo o a continuar con los asuntos del proyecto que traes entre manos. Como un árbol corpulento, de hojas macizas y más que verdes, recibiendo densos cálidos rayos solares mañaneros, emito las señales digitales suficientes para hacerte partícipe de tal sensación. Recuerda que el fin es la conciencia, y el amor hace parte de ella. Mis letras es todo el amor que puedo darte, princesa.

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