15. Disculpas

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Desperté un poco más temprano de lo normal y me giré hacia la cama de al lado. Margaret aun dormía pero no queriendo empezar el día mal o con esperanzas decidí despertarla.

Era un misterio si estaria enojada por mi comportamiento de ayer o si empezaría a rechasarme por las suposiciones de su hermano. Era como una ruleta de opciones pero debía enfrentarlo de una vez.

-Mar...Margaret...despierta -mis susurros iban acompañados de un sangoloteo para potenciar el efecto despertador. Era como una rutina.

El cuerpo aceitunado de Margaret empezó a removerse en su cama y luego se sentó y empezó nuestra rutina diaria pero la detuve.

-Aun no es hora -ella me miró arqueando una de sus cejas. Mi estómago se revolvió y en mi mente destello un flash del peor esenario posible: yo quedandome sola, otra vez -. Te desperté para hablar, quería saber cómo estamos.

Mar me miró con expresión seria. Mi pecho empezó a doler ante el repentino sentimiento de perdida. No me era tan fácil hacer amigos y perder a Margaret ahora seria duro pero tendría que afrontarlo, aunque seria difícil pues ella se habia vuelto mi soporte en estos meses y se convirtió en mi amiga. ¿Por qué me era tan difícil hacer amigos? Quizá era porque había tenido Lena y Damia como amigas desde secundaria, eran esas dos las que hacían amigos más rápido al poderse mover entre los positivos y negativos. Puede ser que me guiaba mucho por el criterio que las personas tenían de ambas, si las querían yo podía volverme su amiga pero no podía si las odiaban. Wow, hasta ahora me di cuenta.

Pero Margaret era distinta a ellas dos. Ella era amable, expresiva y atrevida y muda lo que solo la volvió extrañamente mejor, como un balsamo relajante en un empaque algo distinto. Margaret era el tipo de persona que te hacía sentir mejor solo con verla alegrarse porque tenía un encanto que te hacía sentirte mejor. Su amistad fue un regalo de los cielos, y mi primer golpe de suerte en un tiempo.

Y ahora posiblemente perdí su amistad por una tonta suposición y un bicho muerto en una carta. Me senté en el piso entre nuestras camas y empecé a hablar con una voz lo suficientemente baja para que solo ella me escuchara.

- Se que ayer me comporte raro y pediría perdón si me hubiera equivocado pero estoy segura que ellos no eran, bueno eso, lo sé y no voy a creer nada de lo que Incivas diga porque, bueno, era una suposición tonta y me equivoque al pedirles ayuda a esos dos, no estoy diciendo que sea culpa mía sus creencias erroneas, eso es culpa de la paranoia conspirativa de tu hermano aunque tiene un punto y hechos que lo sustentan pero tu hermano está mal...no quiero decir que tu hermano sea el malo o algo por el estilo es solo que... ¡Dios, no me odies, por favor! Me gusta ser su amiga pero no soporto que hablen así de mi familia, me entiendes. Me voy a disculpar si crees que esto merece una disculpa pero no quiero que estemos enojadas.

Margaret escribió en su pizarrón y la espera se me hizo eterna. Quería saber su respuesta pero a la vez tampoco quería saberla.

"Mi hermano no es tonto, es un baboso que se pasó de la raya y te debe una disculpa."

Leí dos veces el pizarrón para asegurarme y luego sonreí.

-¿Entonces estamos bien? -ella asintió y yo le brinque encima y la abracé.

Hoy no sería tan malo después de todo.

Durante el desayuno nos sentamos en el mismo lugar de siempre, donde Tom e Incivas ya estaban comiendo.
Los saludamos normalmente y nos sentamos en el lado contrario a ellos quedando de frente. Miré a Tom darle codazos a Incivas y capte varias veces las miradas que Mar le enviaba a su hermano pero evite a toda costa el contacto visual con Incivas hasta que él se aclaró la garganta y me llamó.

-Quería disculparme por lo que pasó ayer, lo que hice fue desconsiderado e irracional, no lo hice con animo de ofenderte y solo solte las cosas de manera brusca. Lamento haber culpado a tu familia.

Me quede quieta y sorprendida. Nunca espere una disculpa de verdad, al menos no de Incivas. Pero me sentía mas tranquila sabiendo que ellos no concideraban que en mi familia habia traidores porque si alguien importante empezaba a sospechar esto solo significaría problemas para mi. Después de todo la traición se pagaba con la muerte.

-Está bien. -dije aunque todavía tenía un poco de recelo. -¿Qué haremos hoy?

Fingir que no pasó nada era la mejor opción. Supongo.

-Los Élite estaran aquí pronto por lo que debemos de tener listas las cosas antes de tiempo.

-Oh, ¿cuándo llegarán?

-En una semana

Eso era poco tiempo. Empece a emocionarme ante esa idea.

Una semana fue poco tiempo y ellos llegaron puntuales.

Secretos De OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora