A partir de esta conversación las cosas cambiaron bastante.
Dos semanas pasaron hasta que volví a ver a Kamil. Marco estaba de nuevo con ella. Era buena señal. Los guardias no molestarían más.
Pero todavía quedaba un pequeño problema por solucionar... ¿Cómo pretendía Kamil venirse conmigo al bosque? Tardaríamos demasiado en volver. Por suerte ella ya tenía la respuesta a mi pregunta.
-Podemos ir con Temp. Es lo suficientemente rápido como para volver a tiempo.
-¿Quién es Temp?
-Mi caballo, ¿quién si no? -empezó a reírse. Que ignorante había sido.
-Bueno, eso no quita que haya que salir temprano.
-Eso tiene fácil solución, Mordekai. Como te he dicho, Temp es muy rápido, en menos de una hora podemos estar allí. Se puede ir después de comer perfectamente.
-Si tú lo dices... ¡Pero tengo que comprobarlo primero! -añadí
-¿Cómo? ¿Es que no te fías de mí? –intentó darme un manotazo. Me aparté justo a tiempo. -¡Tonto!
Nos despedimos y quedamos en que mañana por la mañana saldríamos con Temp. Lo teníamos todo. Ella se encargaba del caballo y yo de la comida.
Esa noche la pase en casa de mi amigo.
Desperté temprano, como siempre. Desayuné un vaso de leche. Sin atragantarme, claro. Estaba nervioso y a la vez contento. Compré un par de bocadillos como los de la última vez y me dirigí hacia la fuente. Ya estaba esperándome, como siempre. Sonreí.
-Buenos días -dijo Marco. Estaba junto a ella.
-Buenos días -les dije yo a los dos.- ¿Todo listo?
-Si -respondió alegre Kamil.
Nos metimos por unas calles muy estrechas. Llegamos a las afueras y allí había unos establos. Marco paseó rápidamente la mirada por los establos y localizó a Temp, un precioso caballo color castaño. Tenía las crines muy bien peinadas y me pareció que era el que tenía mejor estado de entre todos lo demás animales.
Nos acercamos a Temp y este relinchó ante nuestra presencia, supuse de alegría.
-¿Estas segura? -le pregunto Marco a Kamil. No le dio tiempo a responder, Marco siguió hablando. -Es la primera vez que montas sola. Bueno, Mordekai va contigo, cuento con que no te pase nada estando él cerca, sino, se las verá conmigo. -me guiño un ojo. No supe cómo interpretar ese gesto. Así que, simplemente, asentí.
Nunca había montado a caballo... Bueno, montar sí. En casa cuando teníamos algún caballo, mi padre sacaba una silla de montar vieja y polvorienta que tenía guardada. Nos subíamos al caballo y dábamos vueltas alrededor de la casa. Lo que no había echo era dar un paseo con uno. Y si este tenía que ir rápido... Bueno, también sería mi primera vez en algo.
Mientras pensaba en todo esto, Kamil ya había hecho marcha y estaba ya subida al caballo, que volvió a relinchar. Esta vez estuve completamente seguro de que el caballo era feliz con la presencia de Kamil.
Marco tuvo que ayudarme a subir.
-Antes de que anochezca tenéis que estar aquí. -es lo último que le oí decir a Marco.
Apenas se veía gente por los alrededores. La gran mayoría de ellos se dirigía a los campos a trabajar.
Kamil dio la vuelta al pueblo por fuera. Por dentro nos habría sido imposible. Por algunas calles habría sido imposible pasar. Demasiado estrechas para un caballo. Al principio fue despacio, pero en cuanto pasamos las últimas casas, Kamil espoleó a Temp, que relinchó salvajemente y levantó las dos patas delanteras, haciendo que perdiera el equilibrio y acabara casi por caer. Instintivamente me abracé a Kamil, que pareció disfrutar al sentir que el caballo se elevaba. Echó a correr a una velocidad increíble. No me solté de Kamil hasta que llegamos al bosque. Kamil no había mentido sobre la rapidez de Temp.
Esta fue la última vez que fuimos al bosque tan temprano, el resto de los días, partíamos al mediodía y volvíamos casi al anochecer.
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