Los tres años siguientes fueron bastante parecidos entre ellos. Kamil y yo nos hicimos muy, muy amigos. Nuestra confianza y amistad creció. Se convirtió en casi una hermana para mí.
Nos veíamos casi a menudo. Quedábamos constantemente en el bosque. Desde la primera vez que fuimos con su caballo las cosas cambiaron. Ya no hacía falta que fuera a buscarla. Venia ella sola y también se iba sola. La veía perderse entre los caminos de tierra. Levantando una tormenta de polvo tras de sí. Yo llegaba a casa en una hora y ella también. No teníamos problemas. Se me pasaron tan rápido tres años... Y os los voy a relatar y resumir lo mejor que pueda.
Siempre llegaba ella antes, siempre. Dejaba el caballo en las afueras del bosque. Enrollaba las riendas en una rama y así no podría escaparse. Temp no cabía por entre los árboles. Era demasiado alto. Lo dejábamos pastando a sus anchas. Nosotros quedábamos en el claro y cuando me veía aparecer, venia corriendo y me abrazaba. Y yo la abrazaba a ella. No había día que no lo hiciera. Su cara de felicidad al verme no tenía precio.
Paseábamos durante horas. Hablábamos sin parar. Reíamos. Nos gastábamos bromas. Todo era maravilloso.
Un día se nos ocurrió remontar el rio. ¿Por qué no hacerlo? Conforme seguíamos avanzando, el rio tenia pequeñas cascaditas en cada escalón de piedra que se había formado de forma natural. Llegamos a una cascada de la cual manaba toda el agua que descendía por casi todo el bosque.. No era muy alta. Allí el rio era más ancho y profundo y se podía nadar, incluso bucear. Nos quedábamos en ropa interior y nadábamos, hacíamos ahogadillas, nos tirábamos agua, saltábamos desde la cascada... Pero duro bien poco. Kamil empezó a cambiar. Se hizo una mujer. Le crecieron los pechos y sus curvas empezaron a notarse. Ella empezó a tener vergüenza de que la viera. Al final acabe bañándome yo solo. Ella se quedaba descalza en la orilla, se sentaba y me observaba. Jamás pude convencerla de que no tuviera vergüenza.
También intentamos hacernos entre unas ramas un lugar cómodo para dormir, pero no lo acabamos.
Pero no acaba ahí, no. Casi siempre me escondía cuando ella dejaba de prestarme atención. Después, salía de entre algún arbusto y la asustaba. Daba un pequeño saltó y después intentaba darme algún manotazo como venganza. Yo los esquivaba con escaso éxito. Reíamos sin parar. Nos tumbábamos en el suelo a escuchar los pájaros cantar sin parar. A veces, incluso, nos dormíamos. La gran mayoría de veces que nos quedábamos fritos en el bosque, volvíamos casa con mucha prisa.
Y con catorce años nos quedábamos a dormir en medio de la nada. Hacíamos un agujero en el suelo, poníamos piedras alrededor y encendíamos una pequeña hoguera para no pasar frio. Siempre lo hacíamos en el mismo sitio. Si no, tendríamos que hacer un agujero cada vez. Teníamos unas mantas escondidas entre unas rocas. Por si hacia más frio del que creíamos. Por la mañana despertábamos con los primeros rayos de sol. Era muy gracioso verla con el pelo desecho y enredado y con magañas en los ojos. Después, nos acercábamos al río y nos refrescábamos un poco para despertarnos del todo y volvíamos a casa tranquilamente.
Ahora quiero pasaros a hablar de un día en concreto, el día en que empezó todo. El que cambió mi vida.
Una preciosa tarde de verano, como cualquier otra, exceptuando que el cielo estaba plagado de nubes que anunciaban lluvia, decidimos ir al bosque. Marco puso muchos inconvenientes para que no fuéramos, pero seguimos insistiendo y al final cedió. Mientras Kamil subía al caballo, Marco apoyó una mano en mi hombro, provocándome un terrible escalofrío y me susurró al oído que tuviera mucho cuidado. Como estaba de espaldas a él, me giré para quitarle cualquier rastro de preocupación. Cuando quitó su mano de mí, sentí, por unos breves instantes, desorientación. Subí al caballo, y mientras íbamos abandonando el pueblo, el cielo empezó a aclararse lentamente, como si él también quisiera que fuéramos al bosque.
Durante la noche no hizo ni una pizca de frío.
A la mañana siguiente, me desperté yo primero y le di un toque a Kamil. Después me acerque al rio y vi en él una cosa que destacaba entre las piedras: un destello. Estiré la mano para intentar cogerlo, creyendo que estaba más cerca de lo que pensaba y perdí el equilibrio, cayendo al agua y mojándome entero. Seguí con mi tarea, cogí aquel objeto brillante y lo observé detenidamente. Aristas que formaban dos triángulos, uno de ellos invertido, para así formar una estrella con seis puntas dentro de un círculo. En cinco de las seis puntas, había en sus finales unos símbolos. Siguiendo las agujas del reloj y empezando desde la punta de arriba, había una gota de agua, le seguía una hoja de un árbol, una pluma, una piedra y una llama de fuego y, en la sexta punta, un simple círculo vacío. Era un colgante de oro y muy bonito. Enseguida llegó Kamil.
-¿Qué haces mojado ahora? -sonreía y se la veía divertida.
-Mira lo que he encontrado -y se lo enseñe.
-¿El qué? Yo no veo nada. No me estarás tomando el pelo para tirarme al agua también, ¿verdad? -me quede un poco sorprendido, ¿cómo que no lo veía?
No le di muchas vueltas, le dije que era una broma y cuando se giró me lo colgué al cuello y por dentro de la camiseta, ahora más pesada que antes.
No pasó absolutamente nada durante mucho tiempo en lo que se refiere a aquel colgante misterioso el cual solo podía verlo yo. Pasaron los días y siguió sin ocurrir nada relevante. Hasta casi el día de mi décimo quinto cumpleaños.
Estaba a punto de cumplir quince años. Quería que Kamil viniera a mi casa a cenar. Me hacía mucha ilusión. Pensaba en esto cuando llegué al bosque y no vi a Temp por ningún lado. Que extraño. Siempre llegaba ella antes. Esperé y los pocos minutos que pasaron se me hicieron eternos. Al final apareció. Corrió hacia mí, me abrazo más fuerte y se echó a llorar. No sabía que le pasaba. La estreché junto a mí y esperé a que se tranquilizara y empezó a hablar. No podía haberlo imaginado ni en un millón de años.
-Mi madre... -sorbió por la nariz- por mis quince años quiere casarme. -y rompió a llorar de nuevo. A mí se me cayó el mundo a los pies.
-Tranquila... -empecé a acariciarle el pelo suavemente. La tenía abrazada a mí y no quería soltarla. Temía que si lo hacía apareciera alguno de sus padres y se la llevara para que no la viera nunca más. Ella parecía sentir lo mismo. No quería soltarse de mí. Se aferraba a mí como si yo fuera su única solución, pero yo no sabía qué hacer.
Ya más tranquila, le dije lo de venirse a mi casa a cenar, ahora ya no era una opción. Lo deseaba con toda mi alma. También le dije que se quedara a dormir si quería. Se le ilumino el rostro cuando se lo dije y me abrazo aún más. Mañana por la noche, vendría a mi casa, a celebrar mi cumpleaños. Que emoción.
Llegó el día siguiente. Me sentía feliz, pero no tanto como esperaba. Dentro de un mes Kamil seria la que cumpliría quince años y se iría contra su voluntad. Y probablemente no la vería más. Alejé aquellos pensamientos. No quería darle más vueltas. Pasé el día con ella en el pueblo. Me abrazó y me dio un beso en la mejilla cuando me vio. Me felicitó y me sonroje por lo del beso.
Después del mediodía nos fuimos. Kamil les había dicho a sus padres que era el cumpleaños de una amiga y que se quedaba a dormir. Marco nos despidió y nos fuimos. Llegamos justo cuando mi madre había acabado de hacer la cena. Había matado una gallina que teníamos en el corral y había hecho una gran cena. Estaba riquísima. A mis padres y hermanos Kamil les cayó genial. Nada de lo que se hablaba en el pueblo. Pronto empezaron las risas. Mi madre desapareció unos instantes y al volver lo hacia con una tarta de manzana. Me encantan las tartas de manzana. Duró bien poco. Nos la acabamos y poco después, nos fuimos a dormir. Kamil tenía que dormir conmigo. En eso no había pensado. Cabíamos los dos perfectamente. Al poco rato de acostarnos, empezó a hablarme...
-Mordekai... -hice una especie de bostezo a modo de respuesta. Estaba cansado y medio dormido ya.- Tengo un poco de frio.
Al principio me quedé un poco pillado, pero enseguida la atraje hacia mí y la rodeé con un brazo. Sentí su corazón latir veloz cerca de mi brazo. Aquel era el mejor regalo que podían haberme hecho. Dormimos así toda la noche, el uno junto al otro.
![](https://img.wattpad.com/cover/22605847-288-k82abb2.jpg)