Capítulo 1

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La Feria

30 de Enero 1971

La luz apenas se colaba por la ventana, la mañana parecía haber llegado pero yo me resignaba a levantarme, era mi día, podía dormir un poco más si así lo quería o eso esperaba.

Lily roncaba en la cama de al lado, mi hermana sería mucho más difícil de despertar cualquier otro día, pero aquel no. Intenté seguir un poco de su ejemplo y llegar hasta el quinto sueño pero no podía.

— Cumpleaños feliz...

Al suelo mis esperanzas, pensé mientras cerraba mis ojos con más fuerza, quizás si ellos veían que estaba dormida se irían.

— Sé que no estás dormida, Jillian, vamos, ponte de pie— Me molesto Petunia quitándome la manta que me cubría. — Lily de pie.

— Es mi cumpleaños, déjenme dormir— Se quejo mi gemela poniendo su almohada sobre su rostro.

— Estás de cumpleaños— Chilló Petunia tan alto en mi oído que temí por mis tímpanos, luego me abrazo así que no pude sino reírme por la facilidad de mi hermana de llamar la atención— Tenemos regalos para las que estén despiertas.

— Hubieran comenzado por allí. —Lily se levantó de su cama y se lanzó a la mía para abrazarme. — Feliz día de mi cumpleaños.

—Feliz día de mi cumpleaños, para ti también.

— Pidan un deseo, mis amores— Dijo mamá sentándose a mi lado, en lugar de un pastel había una torre de panqueque con miel. Mamá siempre llevaba el desayuno a quien estuviera de cumpleaños por lo que esto se hacía una tradición para la familia.

Lily tomó mi mano y ambas cerramos los ojos al mismo tiempo, yo me quedé pidiendo un deseo desde el fondo de mi corazón, que no me estuviera volviendo loca. Y es que aquellas últimas semanas de mis diez años habían sido muy extrañas.

Una niña había molestado a Tuney porque ambas veníamos caminando llenas de lodo a la casa después de jugar bajo la lluvia, y de un momento a otro mientras una gran molestia se formaba en mi un gran cumulo de lodo se levanto de la tierra y le dio de lleno en la cara a la niña.

En otra ocasión Lily me había tenido desesperada con una nueva canción de un músico que le gustaba, la repetía una y otra vez hasta que misteriosamente el disco se quemó mientras sonaba en su quincuagésima sexta vez.

Y otras cosas más que me hacía sospechar que había algo raro y lo peor es que estaba ligada de un modo u otro a mí.

Lo peor es que no tenía un buen presentimiento del día de mi cumpleaños, sentía que venía algo y no podía adivinar si era bueno o malo, solo que cambiaría algo en mi vida.

— Bien, Tuney, dejemos que tus hermanas se arreglen, las esperaremos abajo con sus regalos, no tarden mucho. — Dijo papá— Hoy iremos a una feria para celebrar.

En ese momento si me levante lo más rápido que pude, adoraba las ferias y el hecho de que me fueran a llevar a una por mi cumpleaños me fascinaba.

Lily y yo decidimos vestirnos iguales en aquella ocasión, desde los ocho no nos vestíamos exactamente similar pero los cumpleaños eran ocasiones especiales. Teníamos una camisa verde bajo una gran chaqueta blanca, una falda dorada.

Al bajar a la cocina pude disfrutar de mi adorado desayuno con la mayor paz del mundo, mis abuelos habían llegado aquella mañana y nos esperaban en la sala, toda la familia puso sus regalos frente a mi para que Lily y yo eligiéramos cual queríamos abrir primero, sobre la mesa estaban doce, no teníamos mucha familia cercana, así que éramos nosotros cinco contra el mundo la mayor parte de las veces.

Secretos de una MerodeadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora