Capítulo 22

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Cuando la primera de apariciones llegó los alumnos que cumplían los requisitos para verlos se notaban muy emocionados, la mayoría esperaba que después de esta clase un milagro mágico ocurriera y fueran capaces de aparecer aun sin la licencia en algún lugar de la toscana.

El frío del final del invierno los invitaba a quedarse dentro de sus habitaciones, La lluvia parecía muy desalentadora para la mayoría de estudiantes. Había unas nubes bajas de color entre gris y morado suspendidas sobre el castillo, y una constante y gélida lluvia convertía los jardines en un lugar fangoso y resbaladizo.

Aun así eso no fue impedimento. Ninguno miro hacia atrás mientras el grupo era dirigido por los jefes de las casas hacia el pueblo más cercano. No se podía aparecer ni desaparecer dentro de los terrenos del colegio, eso era parte de la excelente seguridad que presentaba el castillo.

Por esa razón ahora un grupo de entre veinte y treinta adolescentes se congregaron cerca de la plaza de Hogsmeade. La lluvia se había detenido y aunque el suelo aun tenía algunos charcos.

— Hace mucho frío— Le dijo  Marlene a Jillian —me encantaría ir por una taza de té caliente.

—Probablemente nos dejen ir después del curso, a fin de cuenta no estamos tan lejos.

Los alumnos se congregaban alrededor de los profesores McGonagall, Slughorn, Flitwick y Sprout, los jefes de cada una de las casas, y de un mago de escasa estatura quien suponía Jill era el instructor de Aparición enviado por el ministerio. Tenía un rostro extrañamente desprovisto de color, pestañas transparentes, cabello ralo y un aire incorpóreo, como si una simple ráfaga de viento pudiese tumbarlo.

— Hola —Se acercó Abby con una sonrisa.

Por las últimas semanas no se hacía raro ver a la pelirroja Evans junto a la Ravenclaw y la Slytherin, aunque a simple vista se podía notar que ninguna de las dos confiaba en la otra. Lo que sí tenían muy claro era que Jillian era una excelente amiga y de alguna forma las dos intentaban ayudarla.

Jillian se sentía agradecida por ambas rubias, sentía que si bien hacía muy poco tiempo que conocía a Marlene y que había aparecido de la nada, era una persona de su entera confianza. Habían visto lo que los ministerios extranjeros planeaban hacer con Gran Bretaña y la había apoyado aún en su loca idea por pelear.

Abby, por otro lado, era la mayor confidente de Jill, aún más que cualquiera de sus hermanas. Ella había visto a la pelirroja en buenos y malos momentos y aún así no se había alejado. Ni siquiera sabiendo que su mejor amiga salía con su prometido. Lo cual le parecía más incomodo a la pelirroja que a la rubia.

Amigos era lo que necesitaba la pelirroja. Sabía que no venía nada bueno, podía sentirlo, podía percibirlo en el aire de aquel pueblo. Casi podía sentir el olor a muerte y detestó pensar que alguien que apreciara cayera en batalla.

—Buenos días —saludó el mago ministerial cuando hubieron llegado todos los estudiantes y después de que los jefes de las casas impusieran silencio—. Me llamo Wilkie Twycross y seré vuestro instructor de Aparición durante las doce próximas semanas. Espero que sea tiempo suficiente para que adquieran las nociones de Aparición necesarias.

»Y para que muchos de ustedes puedan, después de este cursillo, presentarse al examen. Bien, ahora me gustaría que se colocaran dejando un espacio libre de un metro y medio entre cada uno de ustedes y la persona que tengan delante.

A continuación se produjo un considerable alboroto cuando los alumnos, entrechocándose, se separaron e intentaron apartar a los demás de su espacio. Los jefes de las casas se pasearon entre ellos, indicándoles cómo situarse y solucionando discusiones.

Secretos de una MerodeadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora