CAPÍTULO 3: "Víctor"

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No podía entender nada, ¿que estaba intentándome decir ese desconocido?

Me quedé dormida en el sofá, dándole vueltas a la carta que acababa de leer. ¿Quién era Jofiel?, ¿Cómo conocía tanto sobre mi vida?, ¿de dónde había salido?, y ¿Por qué me resultaba tan familiar?

¡Ahora sí que tenía miedo!

Al despertarme la mañana del lunes, solo deseaba que todo hubiera sido un mal sueño pero no, ¡ahí estaba la carta sobre la mesa del salón!

Me di una ducha y me dispuse a empezar mi día esperando no tener que enfrentarme a ninguna sorpresa más.

Antes de irme decidí guardar la carta en un lugar seguro para mí, un lugar donde no pudiera verla, para poder olvidar todo este juego extraño que hacía que me sintiera descolocada por primera vez en mucho tiempo. ¿Estaba empezando a volverme un poco loca?

El día en el trabajo pasó rápido, fue un día bastante movidito por lo que no tuve oportunidad de pensar en lo que me había pasado la noche anterior. Me fui directa a casa, estaba deseando llegar, darme una ducha, prepararme una cena ligera y encender la tele para ver mi programa favorito, tampoco tenía que ir a ningún sitio ni me esperaba nadie.

Entonces fue como si un cubo de agua fría me hubiera caído encima.

La verdad es que no me había parado a pensar nunca en lo sola que estaba, pero no me sentía sola, en realidad no me permitía a mí misma sentirme de ninguna manera. Simplemente no sentía.

Tenía 27 años, piso propio, un trabajo estable que me motivaba, o al menos eso creía, era una mujer independiente.

Aunque, también tuve un pasado sí, un pasado al que renuncié, porque así lo decidí en su momento.

Mi familia vivía en mi pueblo natal, no estaba lejos de la ciudad, tan solo a unos 30 minutos en coche, tenía a mi padre al cual adoraba, lo mismo que a mi madre , eran gente humilde y trabajadora que en ese momento disfrutaban de su jubilación sin ninguna obligación, sin nietos...

Ese era uno de los motivos por el que tuve que venirme a vivir a la ciudad, los nietos que no les quise dar.

Era hija única, o al menos eso me habían dicho toda mi vida, lo digo por mi supuesto siempre hermano Jofiel.

Y sí, estuve casada y como habéis podido adivinar, me separé porque yo así lo decidí. De esta manera pasé a ser la oveja negra de la familia.

Mientras hacía como que veía la televisión, aunque en realidad solo miraba la pantalla sin prestarle mucha atención, empezaron a venirme a la mente los recuerdos de lo que era mi vida antes de escapar de mi pueblo...

Yo vivía con mis padres en el pueblo y venía todos los días a estudiar empresariales a la ciudad, todavía no tenía ni 18 años cuando acepté salir con Víctor, digo acepté porque me di cuenta más tarde de que realmente nunca había estado enamorada de él.

Sitúense: Un pueblo pequeño donde todos nos conocemos, mis amigas a punto de casar, o por lo menos era así como se comportaban, Víctor era mi amigo desde parvulario, era guapo, buen chico, trabajador, desde los 12 años compaginaba sus estudios con ayudar a su padre a trabajar en sus tierras, que no eran pocas.

La mitad de los campos de cultivo del pueblo pertenecían a su familia, eran personas trabajadoras pero con dinero, no sé si me explico.

Cuando mis padres se enteraron, digo se enteraron porque para nada era mi intención decírselo tan pronto, pero como ya os he dicho vivíamos en un pueblo pequeño y ya sabemos todos lo que pasa en los pueblos pequeños, se sabe todo incluso antes de que ocurra, fue como si les hubiera tocado la lotería. No por el dinero de su familia, para nada, mi familia era humilde pero vivíamos bien, nos alcanzaba para pagar mis estudios, y todos los gastos, además tenían sus ahorros de toda una vida. Pero como sabréis, el sueño de todo padre es ver a sus hijos felizmente casados con una buena persona, bien colocados y como no con nietos, cuantos más, mejor.

El Camino  #PremiosAwards2019#CarrotAwards2019#ButterflyAwards2021#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora