CAPÍTULO 10: "Volviendo a la realidad de mi vida"

46 8 0
                                    

Llegó el día de volver a casa, la firma fue todo un éxito y Pablo estaba muy contento. No nos separamos en los tres días que pasamos en Francia. Nos contamos todos nuestros secretos más íntimos, nuestros sueños raros como así los llamábamos, fue muy sorprendente descubrir que los dos soñábamos prácticamente lo mismo desde que nos conocimos, era realmente extraño. Nos hicimos más íntimos si cabía, porque realmente era como si nos conociéramos de toda la vida, la complicidad que llegamos a tener los dos no la había tenido nunca con nadie y mucho menos con Víctor.

Fueron los días más felices de mi vida, solo eran empañados con la culpabilidad que sentía cada vez que recibía una llamada de Víctor, gracias a Dios que no duraban más de unos pocos minutos, pues siempre llamaba cuando llegaba a casa del trabajo y como de costumbre era tarde y estaba cansado. Cuando colgaba me quedaba llorando en silencio un rato hasta que Pablo se me acercaba para abrazarme y me animaba haciendo que volviera a mi sueño con él. Porque así era como me sentía, como si estuviera cumpliendo un sueño.

Por supuesto que hablamos de cómo nos iba a afectar nuestro regreso, aunque nos resultaba muy incómodo hablar del tema, lo evitábamos pero era necesario tratarlo. Decidimos que cuando volviéramos a casa delante de todo el mundo íbamos a comportarnos como si no hubiera nada entre nosotros, por lo menos hasta que hablara con Víctor y me separara de él. Me hizo prometer que no lo alargaría mucho, Pablo comprendía que necesitaba tiempo para hacerse a la idea y empezar una nueva vida, pero como él mismo me había confesado, le torturaba pensar que iba a dormir en la misma cama que Víctor, tenía miedo de que me lo pensara mejor y decidiera seguir con mi marido. Yo por mi parte lo entendía perfectamente y más después de mis episodios de celos por culpa de Sofía.

Llegamos a casa sin contratiempos, sólo al dejar a Pablo en su apartamento empecé a sentirme mal otra vez. Cada metro que recorría el taxi era como si una losa de mil kilos cayera sobre mi conciencia y me hundiera en la terrible oscuridad de la culpa que se apoderaba de mi. Llegué a mi casa en un estado de ansiedad que nunca antes había tenido, no podía llorar, no podía hablar y casi no podía ni andar. Al entrar a casa comprobé que no había nadie, por supuesto, era pronto para que Víctor estuviera en casa. Me intenté tranquilizar un poco y como pude le mande un mensaje a Víctor para informarle de que ya había llegado. Luego me metí en la ducha y allí fue donde por fin pude romper a llorar, lloré como nunca antes lo había hecho, grité para intentar sacar el peso de la culpa que sentía en el centro de mi ser, pero no bastaba, no había forma de aliviar ese dolor, decidí meterme en la cama para no pensar más, seguí llorando unas horas sin consuelo hasta que al final rendida me dormí.

Era entrada la noche cuando sentí un brazo que rodeaba mi cuerpo y sin recordar donde estaba ni con quien me giré para besar a Pablo mientras susurraba su nombre.

Cuál fue mi sorpresa al ver que no era él, Víctor estaba durmiendo a mi lado, entonces me acordé. ¡Menos mal, que estaba dormido y no me había escuchado nombrar a Pablo!

La ansiedad volvió de repente y sentí como si el aire no me llegara a los pulmones, me levanté como pude y me senté en la cama, esto hizo que despertara a Víctor.

-¿Estas bien cariño?-me preguntó-- ¿Qué te pasa?

No pude contestarle, empecé a llorar otra vez sin consuelo, Víctor se levantó de la cama y se acercó a mí para abrazarme.

-María por favor, dime que te ocurre. -Insistió-- ¿te duele algo?

Yo no podía contestarle y cada vez parecía que me faltara más el aire, la presión en el pecho era más fuerte y mi cuerpo no podía parar de temblar.

Víctor me cogió en brazos y me llevó al hospital. Durante el trayecto en el coche gracias al aire fresco que entraba por las ventanillas mis pulmones empezaron a responder, mi respiración se volvió un poco más normal pero yo seguía temblando y sin parar de llorar. En el Hospital me atendieron rápidamente, me pusieron oxígeno y después del reconocimiento del médico me pusieron un gotero con calmantes. Me dejaron en observación durante toda la noche. Al día siguiente el médico después de tener los resultados de las pruebas que me habían hecho durante la noche, decidió darme el alta, nos informó que lo que había tenido era un episodio agudo de ansiedad. Me hizo prometer que visitaría a mi médico de familia para que me derivara a un psicólogo, pues según dijo teníamos que saber lo que me estaba provocando las crisis de ansiedad y me prescribió unos tranquilizantes para que cuando me volviera a entrar una crisis no llegara a ser tan fuerte.

El Camino  #PremiosAwards2019#CarrotAwards2019#ButterflyAwards2021#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora