CAPÍTULO 7: "La llamada"

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En ese instante mi mente quedó totalmente nublada, empezaron a pasarme por la cabeza toda clase de suposiciones, a ver cuál era peor.

¿Habría Víctor leído los mensajes de Pablo?, ¿ponía algo en ellos que nos delataran?, ¿acaso nos vio alguien en el coche?, ¿se lo habrían contado a Víctor?

Tenía que ser valiente, de haber pasado alguna de esas cosas, la suerte ya estaba echada. Tendría que enfrentarme a las consecuencias.

Antes de que pudiera abrir la boca, Víctor me cogió por la cintura y me besó. Ese beso no me hizo sentir nada, al menos nada parecido a lo que había sentido con Pablo. Eso hizo que me inundara la culpa.

-¡Es broma!, María, sé que tú nunca me ocultarías algo así. Es solo que te encuentro un poco rara. —Dijo él de repente—

Me sentí aliviada y culpable a partes iguales. Si Víctor supiera todo lo que le ocultaba...

-Perdona, es por esta maldita jaqueca, –conseguí al fin decir—será mejor que vuelva a la cama.

Y así lo hice, me acosté, no sin antes coger mi teléfono para leer los mensajes de Pablo. No ponía nada embarazoso que nos delatara, solo me preguntaba cómo me encontraba y me pedía por favor que le llamara cuando pudiera. Me quedé un poco más tranquila, pero mi cabeza no paraba de darle vueltas a todo lo ocurrido. No conseguí pegar ojo en toda la noche, mientras mi marido estaba durmiendo a mi lado como un bebe.

La culpa me carcomía por dentro, no podía dejar que mis sentimientos hacia Pablo destrozaran mi matrimonio. En realidad solo había sido un beso, no había nada más entre nosotros, además Pablo había estado toda la noche con Sofía, ¿Qué esperaba, que me declarara su amor eterno o algo así?, ¿de verdad podía ser tan ilusa? ¡Espabila María! Ya no era una adolescente, tenía que dejar de comportarme como tal.

Me convencí de que lo que había sentido con Pablo, solo había sido una reacción causada por el exceso de alcohol en mi cuerpo. No podía ser más que eso. Yo quería a Víctor, era mi marido y mi amigo desde que éramos unos niños. No podía echar a perder lo que teníamos. Virginia tenía que estar equivocada.

Cuando estuve completamente convencida, decidí que lo mejor sería olvidarlo todo y seguir con mi vida. Tenía que salvar mi matrimonio y pensé que si pasaba más tiempo con Víctor, recordaría lo que sentía por él.

Estábamos de vacaciones y se me ocurrió que podríamos aprovecharlas como estaba haciendo mi amiga con Marcos, irnos a algún lugar bonito los dos solos.

Así que me levanté de la cama y me puse a buscar escapadas románticas en el ordenador.

Víctor entró en el salón y se sentó en el sofá acurrucándose a mi lado, empezó a darme besos por el cuello mientras me abrazaba por la espalda.

-¿Te vas a algún sitio? –Me preguntó, mientras miraba la pantalla de mi ordenador—

-En realidad nos vamos los dos – le respondí –se me ha ocurrido que podríamos aprovechar estos días los dos juntos para irnos a algún sitio, casi no nos vemos y tengo ganas de pasar tiempo con mi marido.

De repente se separó de mí y poniéndose serio me dijo:

-María, te dije anoche que tenía que irme con mi padre a la feria del cultivo. ¿No te acuerdas? Lo siento mucho, cariño. Pero tú sabes lo importante que es para el negocio que nos promocionemos allí. – Argumentó Víctor con cara de culpabilidad por estar destrozando mis planes—

- Es verdad, lo había olvidado por completo. –le dije tristemente—

No podía ocultar mi decepción, pero Víctor tenía razón, me lo había dicho y yo con mis ansias de olvidar todo lo que había pasado no había tenido en cuenta sus obligaciones.

Volví a la realidad de mi vida, tendría que pasar estos días en casa, como siempre sola.

-Podrías quedar con Virginia y hacer algo de amigas mientras estoy fuera. —Dijo Víctor con una sonrisa—

- Sí, podría si Marcos no se me hubiera adelantado. —le dije tristemente mientras cerraba el ordenador portátil.

Recordé las palabras de mi amiga: "¡no pienses actúa María, actúa o sin darte cuenta un día te encontrarás tan sola como lo estuve yo! Si no lo estas ya..."

-¿Qué?, ¿Marcos se ha atrevido por fin a dar el paso? – preguntó Víctor sorprendido—

Sus palabras me hicieron despertar de mi trance y con una sonrisa le conté lo que pasó en la fiesta entre ellos, omitiendo lo ocurrido con Samuel y Pablo, naturalmente.

Víctor se alegró mucho por ellos, a él también le caía bien Marcos y a mi amiga la tenía como una cuñada, se llevaba muy bien con ella y sabía lo importante que era Virginia en mi vida.

Me pidió que le ayudara a preparar las maletas para su viaje y lo hice, mientras pensaba otra vez en la soledad que me esperaba los próximos días. Pero no podía culpar a Víctor por ello, solo pensé en el viaje para subsanar los errores que había cometido con Pablo. No era justo por mi parte culpar a Víctor. Tendría que mantenerme ocupada en otras cosas durante esos días.

-¿Qué quería Pablo? – Preguntó Víctor de repente mientras cerrábamos su maleta—

¿Qué le podía decir ahora?

Todavía no le había llamado. Y por supuesto, no quería hacerlo mientras estuviera con él.

-Nada, solo quería asegurarse de que me había acordado de mandar por correo unos contratos. —Le volví a mentir—

-¿Tantas llamadas solo por eso?—dijo Víctor despreocupadamente-- ¿No te conoce todavía María? No, si lo hiciera, sabría que eres la persona más confiable que hay en todo el planeta. Tú nunca descuidas tus responsabilidades, cariño. —añadió mientras me daba un pulcro beso en la mejilla.

¿Podía ser más ignorante mi marido? A lo mejor, era él el que no me conocía, pensé.

Pero tenía razón, hasta que Pablo entró en mi mundo, había sido lo más correcta que se podía ser, en todos los aspectos de mi vida.

Ya eran las 7 de la tarde cuando regresé a casa, después de dejar a Víctor y a su padre en el aeropuerto.

Me estaba poniendo el pijama para dejarme caer en el sofá y ponerme a leer un poco, cuando sonó mi teléfono móvil.

Lo saqué del bolso y me quedé parada, era Pablo. ¿Le contestaba?, ¿o dejaba que sonara? Tenía miedo de descolgar, ¿que quería?.

Sin pensarlo descolgué el teléfono.

-¿Qué quieres Pablo? –le pregunté.

Hubo unos segundos de completo silencio en la línea

-¿María?, ¿no has visto mis llamadas? –dijo Pablo—

-Lo siento, lo tenía apagado –le mentí—

-¿Durante dos días?, deberías ser más ingeniosa si vas a decir mentiras. --Me soltó con tono de desdén—

- Esta bien Pablo, ¿Qué querías? – Insistí un poco molesta por su comentario—

- Solo quería asegurarme de que estabas bien, estaba un poco preocupado, creo que tendríamos que vernos para hablar de lo ocurrido.

- No creo que sea una buena idea, además, no pasó nada, solo nos dejamos llevar por la tensión del momento y el alcohol hizo el resto --le dije sin pensar—

El silencio volvió a apoderarse de la conversación, hasta que Pablo con tono serio dijo:

-Si es lo que tú piensas, de acuerdo. Perdona si te he molestado María. Nos vemos en la oficina.

Antes de que pudiera reaccionar a lo que me estaba diciendo, oí como colgaba el teléfono.

¿Qué pretendía con eso?, ¿Por qué se había molestado tanto?

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