Me despierto pasadas las once de la mañana con un dolor de cabeza que me da ganas de arrancarme los pelos uno a uno, las putas resacas. Me cambio de posición sobre las sábanas quedando boca abajo, la almohada huele a perfume de hombre. Genial. ¿Qué cojones has hecho Skylar? Me arrastro hasta el borde y palmeo el suelo hasta que encuentro el bolso, saco un Ibuprofeno y me lo trago ayudado por mi propia saliva. Me quedo tirada en la cama hasta que tengo la necesidad de ir al baño, me mareo al levantarme pero poco a poco se me pasa.
Tras hacer mis necesidades y empaparme la cara con agua fría, me desnudo dejando mi camiseta de dormir y mi ropa interior en el suelo, abro el agua y me meto debajo de ella, está muy fría pero me despeja. A mi mente vuelven imágenes de la noche anterior; los adolescentes del bar, Calum trayéndome al motel, Calum subiendo las escaleras, Calum entrando a la habitación. ¡Mierda! Una sonrisa se me escapa cuando nublados recuerdos de él succionando mi piel y de mis uñas clavándose en su espalda irrumpen en mi cerebro. Me dejo resbalar por la pared quedando sentada en la bañera, con el agua impactando contra mis hombros, mientras me doy el placer de saborear los pocos recuerdos que me quedan de anoche. Probablemente esto haya sido más parecido a la luna de miel que lo que en realidad sucedió la noche después de la boda.
Recuerdo sus manos aferrándose a mis caderas, mi mano derecha en su nuca mientras los dedos de la izquierda se perdían entre su pelo. Cierro el grifo y salgo, me seco mientras veo sus ojos cerrados y siento su aliento cerca de mi oído, respirando con dificultad. Ahogo un gemido al recordar eso y salgo del baño para vestirme, miro a través de la cortina y me doy cuenta de que llueve, me pongo unos vaqueros largos, una sudadera color arándano y unas vans.
Y entonces es cuando me siento en la cama y me doy cuenta de que no tengo nada que hacer. Por mi mente cruza la cuestión de por qué Calum se habrá ido. Y de repente me entra el miedo a que se haya arrepentido, pero también puede ser que se haya ido a trabajar, de todas formas solo ha sido una noche y estábamos borrachos, no debería importarme.
Decido sacármelo de la cabeza y bajo al recibidor pero recuerdo que la hora de desayunos en el restaurante de aquí ya ha pasado, salgo y doy un paseo hasta que encuentro una cafetería. Empujo la puerta y entro, me siento en una de las mesas más apartadas al lado de la cristalera, así podría distraerme mirando a la gente pasar. Debería comprarme un libro o algo para matar el aburrimiento. La camarera se acerca a mí y pido un café solo largo, lo necesitaba. Miro al rededor, el local está vació excepto por una chica que tendrá unos dieciocho sentada con su portátil bebiéndose un batido de chocolate. Centro mi atención en mis dedos y pienso en qué voy a hacer con la situación con Albert. Mis pensamientos se superponen uno tras otro y mi mente empieza a colapsarse, ahogo un grito frustrada y me tiro de los pelos, intento no llorar, todo esto me supera, yo solo quería ser una chica normal, en una universidad normal, que se estuviese ganando el dinero para pagarse la universidad de una forma normal... Pero en cambio ahí estaba yo, con veintidós años, en una cafetería esperando mi café, a punto de llorar porque estar casada con un hombre al que le tengo asco no me hace ni pizca de gracia. Maldigo a mis padres y maldigo el día en que empezaron a planificar mi vida.
La camarera coloca el pocillo delante de mí y se me queda mirando, lleva la bandeja detrás de la barra y vuelve, se acomoda en la silla de enfrente y yo la miro confundida.
"Pareces no tener un buen día" sentencia.
"No creo que te incumba" no estoy de humor para hablar del tema ni creo que ella fuera la persona adecuada para contárselo, aún así creo que he sonado más cortante de lo que pretendía.
"Lo siento, solo quería ayudar" dice levantándose.
"No es por ser borde, pero es un tema complicado y no te conozco de nada."
La veo alejarse y le doy un sorbo a mi bebida, parece que últimamente me pasase la vida bebiendo. Vuelvo a enfrascarme en mis pensamientos y cuando doy el último sorbo decido que tengo que buscarme un piso, un apartamento o algo que pueda pagarme yo sola, no quiero volver a mis padres, ni a Albert. Volveré al trabajo y me independizaré de una vez.
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64th Street [c.h.]
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