Capítulo 7

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Tras varias horas en la biblioteca usando el ordenador conseguí hacerme con varios números de teléfono y me dispuse a llamar para arreglar "citas" o cómo se llame cuando te reunes con un vendedor o alguien que alquile un piso. Estaba decidida a dejar atrás mi vida de mierda. El día siguiente iba a ser un día movidito, había quedado en ver dos pisos, tres apartamentos y una pequeña casa a las afueras de la ciudad. Así en principio me inclinaba hacia un apartamento que vendían cerca de mi trabajo, me iría bien ahorrar el transporte, pero de todas formas quería ver el resto por si las moscas.

Cuando me decido a volver la lluvia me atrapa a medio camino, la gente abre sus paraguas y acelera el paso pero yo hago lo contrario. Me quedo parada en el sitio y miro hacia el cielo, hacía tiempo que no veía llover en verano. Reanudo mi paso hacia el motel, voy sin prisa, el efecto del agua fría cayendo sobre mí me hace relajarme. Por un momento me olvido de mis problemas.

Después de cerrar la puerta me tiro sobre la cama y cojo mi móvil, le doy vueltas entre mis manos, no sé qué hacer, debería llamar a mi jefe y cancelar la baja para así poder entretenerme en el trabajo, no es que ser camarera sea un gran chollo, pero podía vivir con ello, me gustaba la relación que había establecido con mis compañeros, éramos como una familia, dentro de ese restaurante todo el personal nos llevábamos bien, me sentía a gusto en ese empleo y para que vamos a mentir, el dinero era el plus que faltaba. Mi únicas dos amigas las había conocido allí, Mihaella coíncidía conmigo miércoles, jueves y viernes en los turnos de tarde, ya que lunes y martes la universidad le ocupaba más tiempo y se ocupaba del turno de noche. Y Clarissa había creado lazos conmigo a través de sus consejos, ella vivía a las afueras y ya tenía asentada a su familia, ella rozaba ya la cuarentena y tenía dos hijas de diecisiete y veinte años.

Me dedico a pulsar el botón para avanzar en los canales de la televisión en busca de un poco de entretenimiento, pero nada funciona, finalmente accedo a dejar una película bastante mala, pero es lo que hay.

Mi mente empieza otra vez a perderse entre miles de pensamientos y desearía tener una tecla de off o algo por el estilo. Decido que tendré que llamar a mi abogado para que me informe sobre los papeles del divorcio. Pero también me tendré que enfrentar a Albert y esta es la parte complicada de la situación, sé que no voy a tener ningún problema puesto que si quiero hablar algo con él va a ser estrictamente necesario que mi abogado esté presente, pero aún así no puedo evitar estar un poco recelosa en la situación y tener un poco de miedo.

El móvil gira entre mis manos a un ritmo pausado, opto por acabar con el principio de esto lo antes posible y entro en mi lista de contactos, cuando encuentro el número de Albert llamo, no lo coge, el buzón de voz salta. Me entretengo en hablar rápido y repetir muchas veces el propósito de mi llamada para que quede claro que no voy a volver a él ni tengo intención de renunciar a mis ideas.

 Cuando el mensaje se corta me doy cuenta de que una gota e sudor frío cae desde mi sien por mi barbilla hasta aterrizar en mi clavícula, las manos me tiemblan y el corazón me late más rápido de lo normal. Esto no debería ser así, no debería tener miedo de enfrentarme a él, ¿qué me pasa? Realmente la educación que me han dado mis padres me ha afectado más de lo que creía, pero al menos sé pensar por mí misma, el miedo es algo que se puede combatir.

Respiro hondo y me centro en ordenar todo un poco pera tranquilizarme. No he tenído cuidado de guardar las cosas y no sé qué pensará de mí la mujer de la limpieza del motel, pero seguro que no es nada bueno. Cuando acabo me siento sobre la cama y las imágenes de la noche con Calum vuelven a mí, y entonces es cuando me doy cuenta de que con lo bebidos que íbamos lo de la protección posiblemente se nos hubiera pasado. Me levanto rápidamente y corro escaleras abajo, por primera vez desde la boda camino a paso apurado, mirando hacia un lado y hacia otro a ver si veo la señal e una farmacia, la cruz verde a la que quiero llegar. Unas cuantas calles después la veo al fondo y apuro mi paso un poco más, cuando entro me doy cuenta de que la mujer en el mostrador es mi vecina, genial, ahora mi madre se enterará.

64th Street [c.h.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora