Capítulo 30

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Calum de traje. Nada más que decir.

Así me recibió cuando llegué a su casa, seguía intentando hacerle el nudo a la corbata así que le ayudé, era algo gracioso de ver. Se me hacía imposible ya que no guardaba las distancias y una no puede anudar una corbata sin verla, o al menos yo, pero al final lo conseguí. Aunque poco duró, y a los cinco minutos ya estaba en el suelo. Cuando yo acabé de prepararme con la ropa que había llevado para la ocasión, él se había cambiado y lo único que conservaba de antes eran la camisa y la chaqueta. No tiene remedio. Pero al fin y al cabo la cena no era muy formal, así que no importaría.

Vamos tarareando cada canción que sale en la radio mientras me pregunta cómo me va en el trabajo y en la universidad. Le explico todo yéndome por las ramas lo más que puedo para no acabar la conversación. Sus dedos golpean el volante al ritmo de la música, sonríe mientras me cuenta una anécdota de hace unos días. Es tan bonito verle feliz.

Aparca y nos bajamos, saluda a un par de parejas en la entrada y me los presenta, su jefe y su respectiva mujer y uno de los vendedores y su novia. Ellos empiezan a hablar animadamente y las dos mujeres deciden no intentar entrar en la conversación, se nota que se conocen de antes. Me siento un poco incómoda aquí, permanezco al lado de Calum por el momento, no me ha soltado la mano desde que enlazó sus dedos con los míos al salir del vehículo. Otra pareja se acerca y la chica, esta parece más joven, se introduce en la animada charla de las otras dos mientras su acompañante saluda con abrazos y palmadas en la espalda al resto de los presentes.

A mis oídos llegan palabras sueltas, no me centro en nada de lo que están hablando y divago yo sola en mi mente sobre mis propios asuntos. De vez en cuando Calum me mira y le sonrío, para que no se preocupe. Decido olvidar todo lo que estaba manejando en mi interior cuando los dos grupos se funden en uno y todo se llena de risas. Veo a al jefe de Calum saludar con la cabeza y me giro para ver quién es el que faltaba.

Aún lo veo de lejos, lleva unos vaqueros y una americana gris sobre una camisa negra. Pero cuando se acerca le reconozco, Luke. Pone cara de sorpresa al verme allí cuando llega a nuestra altura. Cuando Cal me va a presentar él lo interrumpe diciéndole que ya nos conocemos y cuenta la historia antes de que entremos al restaurante.

Nos sentamos en la mesa que nos indican, Luke se ha puesto a mi lado. Tengo curiosidad por preguntarle por qué ha venido solo pero me callo, no quiero meter la pata tan temprano.

El vino que nos han servido mientras esperamos el primer plato es delicioso, el jefe habla un rato sobre el incremento de las ventas y me agradece porque vender el apartamento donde ahora vivo yo había sido muy complicado, tendré que preguntarle más tarde por qué. De momento estamos solos en esta parte del restaurante hasta que llega otro grupo de personas y se colocan en la mesa de al lado. Calum habla tranquilamente con su superior, no sabría decir si es tan amable porque se llevan bien realmente o solo por el hecho de que es su jefe. Su mujer ha decidido preguntarme sobre mi trabajo y si sigo estudiando así que le cuento mis planes en la universidad y qué quiero hacer después, se sorprende cuando le digo que trabajo en la cafetería, al parecer la conoce y se ha pasado por allí varias veces, un par bromean sobre que les invite cuando vayan y la cena discurre tranquila. Calum pregunta a Luke por su novia, él le responde que le tocaba turno de noche en el hospital, mala suerte. Me da un poco de pena que sea el único sin acompañante, pero parece no importarle.

Quizá el par de copas que se toman al acabar el postre les sobraba, a mí me viene bien para que se me pase el efecto del alcohol que había tomado, cuando invitaron a la primera ronda decidí que ya me llegaba, de todas formas alguien tiene que conducir hasta casa y no veo a Calum en condiciones. Es gracioso ver como el color rojo de sus mejillas aumenta a la vez que las bebidas van haciendo efecto en él, la voz se le vuelve algo ronca y se tropieza con las palabras, pero ya casi todos están así.

Es imposible no reírse en el camino de vuelta a casa. Conduzco su coche hasta aparcarlo en el garaje sin ningún rasguño, lo que se me hace increíble porque se ha pasado todo el viaje, por así llamarlo, acariciándome la rodilla porque sabe que eso me pone nerviosa.

Le hago pasar dentro antes de mí y cuando voy a cerrar la puerta su mano la cierra en un golpe seco justo encima de mi cabeza. Su cuerpo está muy cerca del mío y se nota que lleva un ron con cola demás. Tira de su labio inferior con su dedo índice y pulgar y luego se pasa la lengua lentamente sobre él mientras lleva la mano a mi cuello.

64th Street [c.h.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora