CATELYN

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CATELYN

Catelyn Stark tenía la sensación de que habían pasado mil años desde el día en que salió de

Aguasdulces con su hijo recién nacido en brazos, y cruzó el Piedra Caída en un bote para iniciar el

viaje al norte, hacia Invernalia. Y en aquel momento cruzaban de nuevo el Piedra Caída, para volver a

casa, sólo que el niño llevaba armadura y cota de mallas, en vez de pañales.

Robb iba sentado en el bote con Viento Gris, tenía la mano apoyada sobre la cabeza del lobo

huargo, mientras los hombres remaban. Theon Greyjoy lo acompañaba. Su tío Brynden los seguiría en

un segundo bote, con el Gran Jon y Lord Karstark.

Catelyn ocupó un lugar a popa. Descendieron por el Piedra Caída, dejando que la corriente los

arrastrara más allá de la Torre del Azud. El chapoteo y el ruido de la gran rueda de aspas del interior

era uno de los sonidos de su infancia, y Catelyn sonrió con tristeza. Arriba, en las murallas del castillo,

los soldados y los criados gritaban su nombre, el de Robb, y también «¡Invernalia!». En todos los

baluartes ondeaba el estandarte de los Tully, una trucha saltando, de plata, sobre ondas de agua azur y

gules. Era un espectáculo emocionante, pero no le levantó el ánimo. Se preguntaba si alguna vez

volvería a sentir alegría.

«Oh, Ned...»

Más allá de la Torre del Azud, describieron una curva amplia y cortaron las aguas agitadas.

Los hombres tuvieron que esforzarse más. Pronto divisaron el amplio arco de la Puerta del Agua,

Catelyn oyó el crujido de las gruesas cadenas cuando alzaron el gran rastrillo de hierro. Se fue

elevando poco a poco a medida que se acercaban, y vio que la parte baja estaba roja de óxido. El trozo

inferior goteó lodo marrón sobre ellos cuando pasaron por debajo, con las púas a pocos centímetros de

sus cabezas. Catelyn observó los barrotes, y se preguntó hasta qué punto estaría oxidado el rastrillo, si

resistiría una embestida, si no deberían sustituirlo... En los últimos tiempos siempre pensaba en cosas

así.

Pasaron bajo el arco, junto a las murallas, pasaron del sol a la sombra, y luego otra vez al sol.

A ambos lados había botes grandes y pequeños, todos amarrados a anillas de hierro incrustadas en la

piedra. Los guardias de su padre aguardaban en la escalera del agua, junto a su hermano. Ser Edmure

Tully era un joven corpulento, de pelo castaño revuelto y barba de aspecto fiero. Llevaba una coraza

mellada y arañada tras la batalla, y

una capa azul y roja manchada de sangre y hollín. A su lado se encontraba Lord Tytos

Blackwood, un hombre huesudo y duro, con nariz ganchuda, y patillas y bigotes entrecanos. Llevaba

una brillante armadura amarilla con incrustaciones en forma de hojas, y una capa con plumas de

cuervo cosidas le caía sobre los hombros flacos. Lord Tytos había sido el cabecilla del grupo que

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